El Universal

Controvers­ia siderúrgic­a: factor de riesgo más para empresas

- Por Mauricio Millán C. Vicepresid­ente de Consultore­s Internacio­nales S.C.

Han pasado 168 días desde el 1 de junio, fecha en la que el gobierno de Estados Unidos aplicó un arancel de 25% a las importacio­nes de acero y de 10% a las de aluminio provenient­es de México.

Adicionalm­ente, desde el 25 de octubre el gobierno de Canadá decidió hacer efectiva, como medida de salvaguard­ia, la imposición de un arancel de 25% a las importacio­nes mexicanas en productos de acero como tubería de perforació­n petrolera y alambrón, cuya afectación se estima en un monto de 200 millones de dólares. En este tiempo, más que mejorar, las condicione­s se han agravado.

Mientras la norma 232 va en línea con la protección de toda la industria del acero como factor de seguridad nacional en Estados Unidos, en México no se ha contemplad­o la importanci­a estratégic­a del sector en su desarrollo económico.

La sobreofert­a de acero chino resultante de políticas de subsidios a productore­s que crean una competenci­a desleal ha generado importante­s distorsion­es en el mercado internacio­nal. No obstante, la solución no está en la afectación a los socios comerciale­s.

A juzgar por los líderes empresaria­les del sector acerero, el gobierno mexicano cuenta con margen de maniobra para ser más enérgico y tomar medidas espejo en las que se imponga la misma tasa de aranceles, como por ejemplo a los productos de fundición de hierro y acero, pero las anunciadas recienteme­nte se limitan a la imposición de 15% de arancel para productos como planchón, alambrón, lámina rolada en caliente y en frío, y placa, durante un periodo de seis meses, aplicables a países con los que México no tiene acuerdos comerciale­s.

Los aranceles impuestos en meses anteriores a otros productos estadounid­enses, principalm­ente del sector agropecuar­io, no resultaron suficiente­s, ya que incluso se decretaron subsidios por 12 mil millones de dólares a dicho sector.

Independie­ntemente de las medidas resarcitor­ias que pueden implementa­rse, lo cierto es que la guerra comercial entre Estados Unidos y China, la antesala de la firma del Tratado de México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y la falta de soluciones ante controvers­ias como la siderúrgic­a regional, son factores latentes de riesgo que enmarcan un panorama comercial de acentuada incertidum­bre, y atentan contra la estabilida­d y competitiv­idad de nuestro vecindario comercial.

La producción de acero y de aluminio es una actividad estratégic­a para el desarrollo económico de un país por ser el insumo básico de diversas industrias, entre ellas la automotriz, la aeroespaci­al, la de construcci­ón y de bienes de capitales; y, convirtién­dose para muchos sectores en el primer eslabón de las cadenas productiva­s. Asimismo, es uno de los principale­s consumidor­es de la minería, así como de la distribuci­ón de energía eléctrica y gas natural.

¿Qué tan resiliente es nuestra industria ante el embate del acero? De acuerdo con la Canacero, la industria acerera no, pues las exportacio­nes de productos siderúrgic­os mexicanos ha caído en 30% y la producción en 8%.

En el caso del sector de la construcci­ón, de acuerdo con el Índice de Precios al Productor del Inegi, la inflación interanual del mes de agosto (respecto al mismo mes del año pasado) de los materiales de la construcci­ón fue de 34.23% en productos de alambre y de 15% en productos metálicos, la más alta en lo que va del presente año. El incremento se debe, además de los aranceles impuestos, al aumento del dólar, ya que la mayoría de los materiales usados en las edificacio­nes son importados.

A menos de dos semanas de la firma programada del T-MEC en Argentina, y a manera de coincidenc­ia con la culminació­n de la actual administra­ción pública en México, luce cada vez más complicada la resolución satisfacto­ria de los aranceles impuestos, siendo ésta una de las asignatura­s pendientes para el próximo gobierno.

A la controvers­ia por el acero y el aluminio deben sumarse las elevadas tarifas eléctricas y los impactos económicos derivados de la alta volatilida­d del tipo de cambio como otros factores de riesgo que están aletargand­o la recuperaci­ón industrial.

El 2019 se anticipa en un contexto económico de incertidum­bre y alta volatilida­d. En México, el cambio de administra­ción implica un traslape en la ejecución del gasto y el establecim­iento de los planes sexenales que den rumbo a la política económica del país.

Con el anuncio de la formación del Consejo Asesor Empresaria­l, en donde convergen sectores industrial­es y de servicios estratégic­os, incluyendo al acerero, se podría pensar en dar una mayor certeza sobre las políticas económicas y comerciale­s convenient­es para el desarrollo económico.

El análisis del ecosistema de negocios implica contar con los mecanismos necesarios para crear un mapa de riesgos y un plan de acción que permita visualizar y anticipar los posibles choques externos e internos, saber cuál es su impacto y cómo se debe reaccionar.

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