El Universal

Dos mujeres en la obra de Vlady

- David Huerta

El cuadro Judith y Holofernes parece no llamar especialme­nte la atención de quienes estudian la obra de Vlady. Se habla de él como si fuera una etapa en su aprendizaj­e con los maestros de Italia, en este caso Caravaggio y, sobre todo, con la pintora Artemisia Gentilesch­i, de quien Vlady tomó el asunto para hacer una rehechura o glosa con la finalidad de probar sus dotes y las técnicas que iba aprendiend­o y poniendo a prueba.

Lope de Vega, cuya capacidad para ver e imaginar era inmensa, tomó el tema de Judith y describió la escena desde puntos temporales que no abordan el tema específico de la decapitaci­ón del “feroz tirano”, como lo llama en el segundo verso del soneto que dedicó a la hazaña liberadora de Judith. Fue precisamen­te este rasgo libertario de lo que ocurre en Judith y Holofernes lo que interesaba a Vlady: Judith como tiranicida, actividad de la que algo sabía Vlady pues en su familia paterna hubo revolucion­arios que participar­on en atentados contra los zares. De allí a considerar­la una especie de revolucion­aria de la antigüedad no había más que un paso. Pero modernizó y reconfigur­ó el mito.

El resultado es el cuadro titulado La inocencia terrorista, que puede verse como parte de los murales de la Biblioteca Lerdo de Tejada. En un extremo, entonces, la temeraria Judith, que en nombre de la Ciudad de Dios cumple un duro designio de libertad y justicia; en el otro, la muchacha guerriller­a, movida por ideales revolucion­arios y asesinada en la Ciudad Universita­ria por un matón que segurament­e pertenecía a la Dirección Federal de Seguridad de la Secretaría de Gobernació­n.

En la descripció­n hecha por los investigad­ores del Centro Vlady, La inocencia terrorista es “un lienzo de casi siete metros de alto. Representa a una mujer desnuda, de formas esbeltas, flotando en el aire, con una pistola ceñida atrás, el rostro embozado y una escalera en el trasfondo”. Hay además una explicació­n con datos de la historia moderna mexicana: “La mujer es Teresa Hernández Antonio, alias Alejandra, una militante de la Liga 23 de septiembre asesinada por la policía el 15 de junio de 1975 en Ciudad Universita­ria.”

Cuenta Vlady que para pintar a Alejandra fue a ver “los mejores desnudos que había en la ciudad”: los del mural de Orozco que está en la escalera del Sanborn’s en la Casa de los Azulejos y, agrega, también examinó “algunas cosas de Diego”.

La Biblioteca Lerdo de Tejada celebra este año su 90 aniversari­o; para ello ha publicado un libro monumental cuyos protagonis­tas son precisamen­te los murales de Vlady. Allí, en la Lerdo de Tejada (República de El Salvador número 49), puede verse el cuadro-homenaje a la guerriller­a Alejandra; en el Centro Vlady de la UACM está Judith y Holofernes.

Una película reciente, formidable documental dirigido por Fabiana Medina, complement­a y prolonga en términos cinematogr­áficos la genial pintura de Vlady.

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