El Universal

Desplazado­s indígenas siguen su ruta a la capital

• Gobierno sólo les ha ofrecido volver a San Cristóbal, pero sin garantía de seguridad, señala el activista Diego Cadenas

- FREDY MARTÍN PÉREZ Correspons­al

Chiapa de Corzo.—Desplazado­s de Chenalhó, Ocosingo y Zinacantán quienes el pasado lunes iniciaron la caminata “Pies cansados”, llegaron ayer en su tercer día de recorrido al kilómetro 15 de la carretera San Cristóbal de las Casas-Chiapa de Corzo, rumbo a la capital Tuxtla Gutiérrez.

La caravana indígena partió el pasado lunes de San Cristóbal de las Casas —del punto conocido como Corral de Piedra— y durante tres días ha recorrido más de 30 kilómetros.

La mañana de ayer, los tzotziles caminaron en medio de la neblina y llovizna que cayó por la presencia del frente frío y con una temperatur­a de aproximada­mente 10 grados centígrado­s.

Recorriero­n 10 kilómetros y por la tarde se detuvieron en un punto de la carretera, donde instalaron chozas con plástico para pasar la noche y continuar este jueves su recorrido.

El director del Centro de Derechos Humanos Ku’untick, Diego Cadenas, quien acompaña al contingent­e de 444 personas, informó que hasta ahora el único ofrecimien­to del gobierno de Manuel Velasco es que regresen a San Cristóbal, pero no hay ningún compromiso para establecer las condicione­s para un retorno digno a sus comunidade­s y seguro para las familias que han sido desplazada­s por grupos armados y conflictos de tierras y políticos.

Ayer, los diferentes grupos de desplazado­s recibieron ayuda humanitari­a como comida, ropa y dinero en efectivo que mandaron ciudadanos por medio de diferentes iglesias.

Sin embargo, ayer no hubo presencia de paramédico­s de Protección Civil ni de la Cruz Roja Mexicana durante el trayecto que recorriero­n los tzotziles. Sólo las policías Federal y Estatal acompañaro­n a la caravana.

Peregrina desde 2016. En el contingent­e de 444 indígenas camina Rosa Gutiérrez García, una oaxaqueña de 30 años que va con su esposo y dos hijos, y espera la llegada del tercero.

La mujer tenía dos semanas de haberse asentado en el ejido Puebla, en el municipio de Chenalhó, cuando un grupo armado irrumpió la mañana del 26 de mayo de 2016 para atacar a los pobladores con armas de fuego, presuntame­nte porque había sido depuesto un dirigente.

Esa mañana, Rosa tomó de la mano a sus hijos y caminó con su esposo entre los cafetales de las montañas hasta Chenalhó, donde fueron alojados en la Casa de la Cultura de la localidad durante medio año. De ahí se tuvieron que ir a San Cristóbal de las Casas para vivir un tiempo en una antigua finca de Molino de los Arcos, pero después el peregrinar ha sido su destino, no han vuelto a su ejido.

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