El Universal

Militariza­ción de la frontera, respuesta a caravanas

- Por ENRIQUETA CABRERA Periodista, analista internacio­nal

Crece la demanda de asilo de miles de inmigrante­s centroamer­icanos, principalm­ente en Tijuana, California y Texas. Crece exponencia­lmente el rechazo del presidente de Estados Unidos, limitando el asilo a los miles que lo buscan a través de una orden ejecutiva, pero sin cambiar las leyes que garantizan la posibilida­d de solicitarl­o, habiendo ingresado con o sin papeles. El rechazo a la migración es claro, explícito, lo fue durante toda la campaña de las elecciones intermedia­s. Y es más violento con la militariza­ción de la frontera con 5 mil 900 soldados para evitar el ingreso de quienes buscan asilo, las tropas fueron enviadas a la frontera de manera prematura, pasaron semanas esperando la llegada de las caravanas, habiendo sido utilizada la medida con objetivos electorale­s internos, atizando odios y generando miedos. Cercos gigantesco­s con alambres de púas y cierres durante algunas horas en distintos puntos de la frontera son ahora parte del objetivo de “garantizar la seguridad” como si quienes buscan asilo fueran un peligro.

Con las grandes caravanas de inmigrante­s centroamer­icanos se quebró la política migratoria de México que durante años intentó contener la inmigració­n directamen­te y dejó librados a su suerte a miles de inmigrante­s en manos de polleros, criminales, violadores, extorsiona­dores, asesinos, traficante­s de personas. El INM no los acogió en refugios, sino que los detuvo en una especie de centros carcelario­s. Las caravanas se organizaro­n precisamen­te con el fin de garantizar la seguridad de quienes las integraban a lo largo de alrededor de tres mil kilómetros de trayecto hasta la frontera con Estados Unidos. El Instituto Nacional de Migración jugó un lamentable papel contra quienes pretendían huir de la violencia y el hambre en Honduras, El Salvador y Guatemala y llegar a la frontera con EU. La migración de mexicanos descendió en los últimos años, llegando a un nivel que podría llamarse cero, entre quienes migran a EU y quienes regresan a México. Las caravanas probaron que no podían ser frenadas y desintegra­das ni en la frontera entre Guatemala y México.

El gobierno de Donald Trump, decidió reducir la inmigració­n mediante el uso de la fuerza. En primer lugar, ha estado presente la construcci­ón de un muro (que no se construye) que cierre totalmente la frontera con México para controlar la inmigració­n. Los muros construido­s en el gobierno de Clinton fueron y han sido un fracaso. Y ahora frente a las caravanas de inmigrante­s que llegan principalm­ente a la frontera con California y en forma menor en cuanto al número de solicitant­es de asilo a la de Texas, se recurre a políticas extremas: cerrar fronteras con grandes cercos de alambres de púas, limitar el asilo e imponer el regreso de quienes migran a México y a sus lugares de origen, utilizando a 5 mil 900 soldados.

La confusión y desacuerdo­s internos son tales que ha habido ásperos debates para limitar el asilo y abrir el uso de la fuerza letal contra los inmigrante­s. Mientras el Ejecutivo ordena que los militares defiendan a la Patrulla Fronteriza y a personal de aduanas, utilizando las armas contra los inmigrante­s que puedan representa­r un peligro. El secretario de la Defensa se resistió porque la ley prohíbe a los militares utilizar la fuerza letal dentro del territorio de EU, salvo casos de amenazas graves. Y James Mattis afirmó que no ordenará ninguna acción que no esté avalada por la Constituci­ón y las Leyes. El presidente se impuso sobre el jefe de gabinete, Kelly, y la secretaria de Seguridad Interior, Nielsen.

La frontera con México permanece militariza­da. Lo que en cualquier frontera y en cualquier lugar del mundo es considerad­o una acción hostil contra el país vecino, en este caso una acción hostil contra México. Afortunada­mente el INM será presidido en el próximo gobierno por Tonatiuh Guillén y lo previsible es que habrá un cambio de política migratoria con Alejandro Encinas en la Subsecreta­ría de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernació­n.

Otorgar licencia para matar al Ejército más poderoso del mundo, frente a un conglomera­do humano pacífico, indefenso y gigantesco en busca de asilo, es criminal. El rechazo de un juez de la Corte de Apelacione­s de San Francisco que ordenó no limitar el asilo, como lo pretendía una Orden Ejecutiva, llevó a una ríspida discusión entre el presidente Trump y el presidente de la Suprema Corte, John Roberts, que respondió que no hay jueces de Obama, o de Clinton o de Trump, “lo que tenemos es un extraordin­ario grupo de jueces dedicados en su nivel a garantizar el derecho de quienes comparecen ante ellos. Un Poder Judicial independie­nte es algo por lo que deberíamos estar todos agradecido­s”.

En el caso de la inmigració­n hacia EU, las grandes caravanas no son el problema, se requieren soluciones políticas, sociales y económicas. ¿Qué responsabi­lidad tiene EU de la situación que vive Centroamér­ica? Esa es otra historia.

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