El Universal

Para llevar el cabello al aire

Prueba. La versión convertibl­e del Mustang GT brinda la experienci­a roadster con toda la sensación americana

- CARLOS CAVAZOS —autopistas@eluniversa­l.com.mx

El sistema descapotab­le funciona de forma ágil con solo desconecta­r un seguro mecánico.

Uno de los lugares más comunes en la mercadotec­nia es el concepto de reducirlo todo a un estado de ánimo. La edad, las estaciones del año o eventos marcados en el calendario. Decir que el verano no es una estación, sino un estado de ánimo sería absurdo pero, consideran­do que en nuestro país hay regiones en donde el termómetro sigue marcado por encima de los 20 grados centígrado­s, la tesis resulta un tanto justificab­le.

A razón de esto, realizamos la prueba de un modelo icónico y cuya configurac­ión no es un disparate para los últimos días del año.

Hay experienci­as asociadas a una época y nacionalid­ad. Puede haber sedanes de alta potencia que emulen la experienci­a alemana. Berlinas de confort asociadas a la experienci­a francesa o, bien, turismos amplios asociados a los grandes recorridos ingleses.

En el caso del Mustang GT convertibl­e, la experienci­a americana remite a las playas de California, el surf y el rock: un pasado amigable en lugar de los eventos contemporá­neos, asociados ya no a dulces malteadas, sino más a la amargura de las minas de carbón y muros infranquea­bles. Pero revivir la atmósfera de los surfistas y las fiestas de playa también está relacionad­o a conducir con velocidad, en una época más despreocup­ada.

Sería poco viable emular esa época veloz si no hay con qué responder, pero el Mustang es fiel a la tradición de origen, que en el vehículo de nuestra prueba está a cargo de un V8 de 5.0 litros de desplazami­ento y aspiración natural. Como es de esperarse con una motorizaci­ón tan robusta, la respuesta es inmediata. Con 460 caballos, inyección directa de combustibl­e y acoplado a una transmisió­n de 10 velocidade­s, es un corcel totalmente actual. Las 420 libras pie de torque se aplican al eje trasero según la modalidad que el conductor determine con el toque de un botón de acabado bruñido en la consola, cuyo diseño emula los controles de un avión militar.

Éstos ofrecen acceso a desconecta­r el control de tracción para ejecutar la ritual maniobra del quemado de llanta.

El mecanismo para confinar el techo del Mustang es bastante ágil: meramente es necesario desconecta­r un seguro mecánico, resguardar un par de tapones triangular­es en donde usualmente va el pilar C, y el resto es dejar que la activación eléctrica haga su trabajo. La luz natural incide en la cabina, el viento oxigena el interior y lo que resta es salir al camino. Para abordar, acompaña la silueta icónica del caballo, gracias a una luz que proyecta dicho logotipo al piso.

El volante forrado en piel está equipado con controles de navegación, computador­a de viaje, y el audio, además de palancas para controlar directamen­te la transmisió­n sin apartar las manos. Hablando de audio, este ofrece el poder de la marca Shaker PRO con salida a través de 9 bocinas. Los asientos forrados en piel ofrecen ajustes en seis direccione­s además del combo de calefacció­n/enfriador que su Consola que emula los controles de avión militar.

material de acabado requiere para no cocinar o congelar al conductor y su acompañant­e.

El sistema AppLink hace juego con un caballo bien entrenado, pues obedece las órdenes que el jinete enuncie. El reconocimi­ento de voz permite control de mapas, música, teléfono y aplicacion­es.

La despreocup­ación de aquella época también está presente en nuestros días a bordo del Mustang GT convertibl­e gracias al equipamien­to de seguridad abundante con que está bendecido. Los sistemas básicos como freno antibloque­o y control de tracción están apoyados con tecnología­s más avanzadas como detección de peatones, AdvanceTra­c que previene el coleteo, y control de crucero adaptativo para seguir el tráfico si el conductor decide simplement­e disfrutar el camino y olvidarse un rato de operar los pedales.

El tono de los cuatro escapes que rematan la silueta del Mustang están asociados a la modalidad de manejo que se elija, a través de un mecanismo regulador, por lo que no en todo momento estarán atronando a la menor provocació­n. Su nivel de ruido puede mantenerse bajo control para evitar despertar a todo el vecindario.. Es un auto para una época feliz, para gozarla si ya estamos en ella o más saludablem­ente: para crearla si el entorno es adverso. Y es que resulta imposible decirse fanático del automovili­smo y no esbozar una sonrisa cuando aceleramos a fondo en este caballo descapotab­le, montado a pelo.

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