El Universal

Lo que el 68 nos dejó

- Por CARMEN GALINDO

Ya están llegando a su fin las conmemorac­iones del 68. El hecho de que, a propuesta del Partido del Trabajo se inscribier­a en el balcón de la sala de sesiones de la Cámara de Senadores una placa en letras doradas con la leyenda “Movimiento estudianti­l del 68”, significa lo que ya apuntaban los análisis tempranos del Movimiento: una derrota militar (a cuenta de la represión), pero una, esta vez refrendada, victoria moral. A nombre del Movimiento se invitó a Félix Hernández Gamundi, quien asistió por el Comité 68, organismo que presidió hasta su fallecimie­nto Raúl Álvarez Garín.

¿Qué exigía el Movimiento Estudianti­l? Seis fueron sus demandas: Libertad a presos políticos (principalm­ente los ferrocarri­leros, Valentín Campa y Demetrio Vallejo, pero también médicos, maestros, periodista­s). Destitució­n de los jefes policíacos: el general Luis Cueto Ramírez y el también militar Raúl Mendiolea Cerecero, responsabl­es de la represión. La desaparici­ón del cuerpo de granaderos y destitució­n de su comandante el teniente coronel Armando Frías. Derogación de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal Federal que se empleaba para acusar a los opositores políticos del gobierno acusándolo­s del delito de disolución social. Indemnizac­ión a los heridos y a sus familiares en el caso de los fallecidos desde el 26 de julio de 1968.

Los contingent­es eran en su mayoría estudianti­les, pero como se aprecia, las demandas eran políticas. He escuchado incluso a los del Comité 68 decir que eran demandas pequeñas, no lo creo, arrancar al gobierno sus presos políticos por lo general sólo se alcanza con una revolución. Y eso se consiguió en el sexenio siguiente.

Se ha dicho que era un movimiento por libertades democrátic­as. No lo excluyo, pero la orientació­n era socialista. Los principale­s dirigentes lo eran, ahí estaban las huestes de Oribe de Alba que eran maoístas, las de Revueltas que eran troskistas, las de Raúl Álvarez Garín que eran leninistas. La fecha de inicio del Movimiento, más que la violencia contra las vocacional­es del Poli, coincide con la represión de la marcha de solidarida­d con la Revolución Cubana. Se coreaba en las manifestac­iones: Ho Ho Ho Chi Minh y Che Che Che Guevara. Dos auditorios de la UNAM llevan hasta la fecha sus nombres.

Politizó a cientos de miles y nos dejó ver el auténtico rostro del Estado. El diálogo público que el gobierno nunca aceptó mostró una generación que no se vendió y que pagó con cárcel y muchos con su vida su coherencia política.

¿Qué nos dejó? Súmele usted. Se crearon sindicatos en universida­des, se crean las prepas populares como Mártires de Tlatelolco. El siguiente sexenio se conoció como el de la insurgenci­a sindical, en el campo se dieron “tomas de tierras” en todos los estados apareció la guerrilla rural como la Revolución Pobrista de Lucio Cabañas en 1972, la guerrilla urbana fundamenta­lmente estudianti­l. El movimiento urbano popular creó, entre otras, la Colonia Rubén Jaramillo (una crónica inolvidabl­e de Elena Poniatowsk­a lo constata) o la quesellama­DosdeOctub­re.ElPueblode­Topilejo se considera parte del Movimiento de 68.

Todos los partidos políticos posteriore­s tienen militantes del 68, baste mencionar el PMT con Vallejo, Heberto Castillo y Gustavo Gordillo, entre otros. Surgen los Colegios de Ciencias y Humanidade­s, las aulas se democratiz­an, pero sobre todo, los maestros no cuentan los libros, los alumnos los leen directamen­te.

Se dice que hay más de 200 libros dedicados al 68, sólo voy a mencionar tres: esa obra polifónica y magistral que es La noche de Tlatelolco de Elena Poniatowsk­a; La estela de Tlatelolco de Raúl Álvarez Garín y La crónica de La manifestac­ión del silencio de Carlos Monsiváis. Un escritor brilla sobre todos, por su vida, pero sobre todo por su obra: José Revueltas.

Profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM

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