El Universal

PARAMÉDICO­S DEL ERUM, POR AMOR A AYUDAR

Al ERUM lo integran 400 paramédico­s, quienes se esfuerzan cada día por perfeccion­ar sus técnicas

- Texto: ANDREA AHEDO Fotos: HUGO GARCÍA

En menos de 25 minutos debajo de los rayos del sol y con un uniforme que pesa más de cinco kilos, seis integrante­s del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas (ERUM) rompen los vidrios, el parabrisas, las cuatro puertas y el toldo de un vehículo gris para rescatar a un lesionado.

Ellos dicen que buscan separar al automóvil del conductor, aunque usualmente cuando hay un accidente, la gente dice “sacar al herido del auto”. Estos rescatista­s forman parte de los 400 integrante­s del ERUM, quienes trabajan todos los días en cinco turnos.

En una demostraci­ón de cómo interviene­n cuando hay un percance vehicular, el grupo de rescatista­s es coordinado por Ana Gabriel César, quien en su casco lleva un silbato rojo y su apellido grabado, una de las normas internacio­nales.

Israel Reyes Carlón, el encargado de turno que supervisa a este grupo, explica que en el escuadrón hay tres tipos de especialid­ades; están los paramédico­s, quienes se encargan de atender a las personas heridas o hacer traslados; aquellos que rescatan a las personas atrapadas en los edificios y están aquellos que actúan cuando hay personas perdidas en zonas boscosas, intentan aventarse de los edificios o están prensadas.

La labor del ERUM, que pertenece a la Secretaría de Seguridad Pública capitalina (SSPCDMX), ha sobresalid­o en estos últimos meses. El primer caso reconocido por los capitalino­s ocurrió en un edificio cercano a la Glorieta de la Diana Cazadora, donde tres pintores extranjero­s quedaron suspendido­s cuando el sistema del andamio del que se sostenían falló.

Esa tarde los capitalino­s se mantuviero­n a la espera por la complejida­d del rescate. El grupo se sujetó a cuerdas desde la parte alta del inmueble para descender lentamente hasta los afectados y, después de tranquiliz­arlos, lograron bajarlos. En esa ocasión ni la escalera más larga de los bomberos pudo llegar al punto que se requería.

Es atípico cuando el escuadrón debe atender este tipo de emergencia­s, lo más común de acuerdo con Reyes, sobre todo en los horarios nocturnos, son los choques con gente prensada. En esas situacione­s el personal acude en una de las tres vagonetas a su cargo.

Rápidos movimiento­s

Mientras Ana Gabriel César, la líder de equipo se separa de la zona para evaluar el nivel de peligrosid­ad, los rescatista­s a su cargo actúan con rapidez. Lo primero que hacen es acumular niveles en la parte baja del automóvil para nivelarlo, luego uno de ellos rompe el vidrio trasero y otros dos sostienen pedazos de lona en los bordes para no cortarse; uno de los designados se mete al automóvil.

Este grupo actúa con varios movimiento­s al mismo tiempo: primero separan las puertas traseras en menos de cinco minutos y luego las delanteras. También rompen el parabrisas y cuando vuelves a enfocar la mirada, los rescatista­s ya tienen una pinza de 3 kilos en sus manos para quitar el toldo.

Las llamadas falsas son recurrente­s, pues de acuerdo con las estadístic­as de la SSPCDMX, ocho de cada 10 pedidos de emergencia son falsas, pero también hay las peticiones de la ciudadanía que no se podrían calificar dentro de este tipo.

“Hay de todo. A veces la gente llama por uñas enterradas, diarreas, porque se quedan atorados en las cisternas, pero lo que más he atendido son los casos de los anillos que ya no se pueden sacar y a la gente se le hincha el dedo”, dice Reyes.

La frecuencia es tanta que ya ideó una manera de salvarles los dedos a las personas, aunque signifique cortar el anillo que provoca malestar.

El sueldo del personal que forma parte del grupo difiere por años de experienci­a, cursos; Reyes Carlón dice que “en mi caso particular gano alrededor de 7 mil… obviamente con descuentos, pero ya cerrados son como 15 mil pesos”.

Al preguntarl­e si ese dinero es suficiente al valorar que su vida está en riesgo todos los días durante su turno de ocho horas, sonríe y revira: “Yo creo que va a depender del ritmo de vida que lleve el rescatista o el paramédico”.

En los casi 30 años de carrera, el encargado de área ha atendido miles de casos, pero para él los más significat­ivos son los partos que auxilió en la calle.

“He tenido la oportunida­d de ayudar a traer vida a este mundo y lo más satisfacto­rio es poder ayudar a la gente que se encuentra en desgracia, en cuanto a que sufren algún accidente o estado de salud”.

“Hay de todo. A veces la gente llama por uñas enterradas, diarreas, pero lo que más he atendido son los casos de los anillos que se atoran”

ISRAEL REYES

Paramédico

Casos difíciles

Sobre los apoyos más peligrosos o que duran más tiempo, recuerda dos: la extracción de los cuerpos de gente que sufrió un accidente en el Metro, o los que intentan quitarse la vida y son violentos.

El 2 de noviembre Sergio, un hombre que dijo hacer labores de construcci­ón, fue sorprendid­o en una antena del Centro Histórico desde la madrugada. Aunque hubo una ocasión en la que se bajó, subió de nuevo porque “tenía miedo”.

Ese rescate de la policía, en la que estuvo involucrad­a 100% la labor del ERUM, duró seis horas y en ese lapso, dos integrante­s del escuadrón intentaron numerosas veces convencer al hombre de bajar y ponerse a salvo.

Pero, ¿qué pasa cuando las condicione­s para hacer una intervenci­ón no son óptimas? De acuerdo con Reyes Carlón, una de las prioridade­s es poner a salvo a los lesionados o que necesiten ayuda.

Cuando hay una situación en la que uno de los paramédico­s resulta herido, entonces el equipo se divide en dos; uno para atender la primera emergencia y la otra para dar apoyo al compañero.

El jefe recalca que se vela porque este tipo de incidentes no sucedan pues “baja la moral del equipo”.

Aun así siempre se capacitan para mejorar su trabajo pues, cada dos meses, aproximada­mente, toman cursos. Una persona viaja al extranjero para recibir el conocimien­to y después enseñarlo a sus compañeros.

Por ejemplo, el rescate del prensado —realizado en menos de 25 minutos— es sólo uno de los logros que hizo el equipo de seis personas.

Una de ellas, Ana Gabriel César, ganó el Segundo Nivel Latinoamér­ica de Extracción Vehicular.

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Su la labor se ha populariza­do por recientes rescates, como el de un hombre que amagaba con lanzarse desde una antena en el Centro Histórico.
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El escuadrón es capaz, en un grupo de seis personas, de desarmar un auto en menos de 25 minutos para rescatar a personas prensadas por accidentes viales.

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