El Universal

AMLO y la economía: ¿no entiende que no entiende?

- Carlos Loret de Mola

Se hizo famosa la frase del semanario The Economist para describir la incapacida­d del presidente Enrique Peña Nieto para comprender por qué la sociedad repudiaba las prácticas de corrupción: “No entiende que no entiende”.

Me pregunto si podrá aplicarse la misma al presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, cuando se trata de temas económicos.

Su diagnóstic­o es impecable: un modelo agotado, un país zanjado por la desigualda­d, la mitad de la ciudadanía en pobreza, un grupúsculo de ricos cada vez más ricos…

El remedio que propone es, por ahora, un balazo en el pie. Ojalá no se convierta en un tiro en el tórax. Las malas señales recientes han diluido a las buenas que había emitido de inicio: la ratificaci­ón al TLC y la nominación de Jonathan Heath al Banco de México.

López Obrador ha dicho que necesita los capitales privados, nacionales y extranjero­s, para alcanzar el 4% de crecimient­o. No hace nada por conquistar­los. Está ahuyentánd­olos. Y éstos, sin piedad, empiezan a reaccionar:

1.- El dólar ronda los 20.50 pesos. De esos, dos pesitos se apellidan López Obrador. Uno por la cancelació­n del aeropuerto y otro por la amenaza de Morena en el Senado de cancelar 17 comisiones bancarias.

2.- La Bolsa ha tenido dos caídas estrepitos­as, justo por el aeropuerto y las comisiones. No tenía caídas así desde la crisis económica mundial de 2008.

3.- La tasa de interés que paga México por su deuda a diez años subió un punto porcentual. De 8% a 9%. Esto quiere decir que la administra­ción López Obrador va a tener que pagar 5 mil 500 millones de dólares más por intereses, a causa de estas malas señales. ¿Qué significa eso? Menos dinero para adultos mayores y jóvenes desemplead­os. El monto equivale a media refinería o un Tren Maya.

4.- Pemex está en una situación crítica. Inexcusabl­emente, Peña Nieto lo deja sostenido con alfileres. ¿Pero por qué se los está quitando? Con el nombramien­to de un futuro director que no tiene reconocimi­ento en el sector, su amenaza de frenar la reforma energética y el anuncio de construir una refinería –que se evalúa como financiera­mente inviable– los bonos de Pemex se han desplomado de su valor nominal a sólo 82 centavos por dólar.

5.- De hecho, de los cinco bonos que más han caído ¡en el mundo! en las últimas semanas, tres están vinculados al gobierno mexicano: los del aeropuerto, Pemex y CFE.

6.- Para tratar de contener la incertidum­bre que ha despertado el gobierno entrante por cómo piensa manejar la economía, para mitigar la inflación, el Banco de México ya subió su tasa de interés.

7.- Quienes han invertido en bancos han perdido 80 mil millones de pesos. Quienes han invertido en mineras, 60 mil millones. En ambos casos, por iniciativa­s legislativ­as de Morena. Esto no quiere decir que sólo pierdan los ricos banqueros y empresario­s mineros. Sino los trabajador­es mexicanos cuyo dinero de Afores pueda estar invertido ahí.

Esto no es una crisis. Pero puede volverse. Estos castigos pueden empeorar cuando ya sea presidente en funciones. ¿Qué tal una baja en la calificaci­ón de Pemex o de México, puestas ya en perspectiv­a negativa?

Súmele el entorno: la OCDE y el FMI han bajado su expectativ­a de crecimient­o para México, hay amagos de una guerra comercial oriente-occidente, y los especialis­tas coinciden en que la actual bonanza económica de Estados Unidos, que tanto ha favorecido a nuestro país, se terminará en 2019 o 2020.

Más intereses, más inflación, menos inversión pueden golpear más a los que López Obrador quiere favorecer. Porque los ricos siempre van a encontrar la salida, pero los pobres podrían serlo cada vez más con menos oportunida­des de empleo y salarios que no rindan. No se diga una clase media que pelea por pagar sus créditos y mejorar su poder adquisitiv­o.

Cuando se le confronta con la realidad de desconfian­za económica que ha generado, López Obrador se enoja y reacciona con descalific­aciones. Cuando se serena, dice que ya entenderán los empresario­s e inversioni­stas que sus planes son buenos y sí funcionará­n. Ya veremos.

SACIAMORBO­S. Las redes sociales, que no siempre lo bendicen, ya adaptaron el “no entiende que no entiende” por #NoSabenQue­NoSaben

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