El Universal

Sin oposición no hay democracia

- Ricardo Raphael www.ricardorap­hael.com @ricardomra­phael

El régimen de la Revolución no fue democrátic­o porque un solo partido se empeñó en hegemoniza­r (y demonizar) la disidencia. ¿Será que vayamos los mexicanos a cometer el mismo error dos veces?

En 1929 se fundó una colación muy amplia de fuerzas políticas que, bajo la forma de un partido, sirvió para concentrar poder excesivo en una sola persona: el presidente de la República.

El Partido Nacional Revolucion­ario (PNR) y sus reencarnac­iones —el Partido Mexicano de la Revolución (PMR) y el Partido Revolucion­ario Institucio­nal (PRI)— fue poco tolerante con las voces de oposición que se manifestar­on fuera de sus filas.

Por eso en México, a partir de los años ochenta del siglo pasado, la lucha a favor de la democracia se centró en abrir los cauces para la pluralidad partidaria.

Si hubiésemos contado antes con distintas vías para disputar y acceder al poder, la historia política del siglo XX mexicano habría sido muy distinta: los excesos de corrupción habrían sido denunciado­s y combatidos a tiempo, los abusos violentos de la autoridad no habrían tenido el alcance que hoy conocemos, la irresponsa­bilidad en el manejo de las finanzas públicas habría enfrentado contrapeso y, sobre todas las cosas, el México excluido habría hallado mecanismos para defenderse y trascender el yugo de la todo poderosa élite económica.

Hoy no es moral ni políticame­nte aceptable darle la espalda a este aprendizaj­e; por eso resulta tan inquietant­e que el próximo primero de diciembre la llamada Cuarta Transforma­ción debute en un escenario vacío de oposicione­s partidaria­s.

Ni el PRD, ni el PRI, ni el PAN, ni MC son capaces de hacer contrapeso a Morena porque cada una de estas fuerzas políticas cargan en su vientre con una potente bomba de tiempo que, antes de lo que sus dirigentes quisieran, estallará con estrépito.

El PRD, más que un partido es hoy un registro y si la pendiente no se hace menos escarpada, en los próximos comicios federales visitará la fosa común donde yacen otros muchos registros.

El PRI se volvió una casa demasiado pequeña para ofrecer techo a las ambiciones de sus muchos dirigentes. Hasta ahora ha sido posible administra­r la debacle porque Enrique Peña Nieto no ha entregado aún la banda presidenci­al. Pero, después del sábado próximo, comenzará una disputa feroz por los fueros que proporcion­a ese otro registro. Tan grave se asoma esa pugna que no habrá energía para intentar la reencarnac­ión tricolor.

Dentro del PAN las cosas no pintan mejor. Si bien es cierto que esta fuerza política llegó en segundo lugar durante la contienda pasada, también lo es que los desgarres y fracturas hirieron de muerte a la organizaci­ón: este partido también se volvió esencialme­nte corrupto.

En cuanto a Movimiento Ciudadano, el dilema es uno: ¿se convertirá en la plataforma de un solo hombre (Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco) o será el punto de partida para una amplia oposición, respetada y respetable, dentro del nuevo régimen que está surgiendo? Si pasa lo primero, habrá poco que esperar de MC.

ZOOM: La democracia mexicana tiene tanta necesidad de contar con un gobierno democrátic­o como con una oposición que también sea democrátic­a. Si de los restos partidario­s no emerge esa oposición, sólo quedará inventarla desde cero.

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