El Universal

Los Pinos vive último día como casa presidenci­al

• Peña Nieto desocupa la residencia, que cambiará a centro cultural • El próximo sábado a las 10:00 horas será abierto al público

- FRANCISCO RESÉNDIZ —francisco.resendiz@eluniversa­l.com.mx

Fue el último día de Los Pinos. En el primer minuto del 1 de diciembre dejará de ser la Residencia Oficial y en sus muros se quedarán guardados los secretos de 14 jefes del Ejecutivo, desde Lázaro Cárdenas hasta Enrique Peña Nieto.

Desde la semana pasada el Presidente ya no vive en Los Pinos, se cambió por el rumbo de Tecamachal­co. Ayer tuvo su último día de actividade­s en ese espacio, que será convertido en centro cultural.

Salió de la Residencia Oficial al Campo Militar Marte, donde recibió un homenaje del Estado Mayor Presidenci­al, que dejará de existir también con el arranque del mandato de Andrés Manuel López Obrador.

Más tarde, tuvo su último acto público en el que sin discursos inauguró el Centro Médico Naval y por la noche entregó la remodelaci­ón del Archivo General de la Nación.

Cerrará en Argentina su sexenio al atestiguar la firma del T-MEC, después regresará para entregar la Bandera Nacional a su sucesor.

EL UNIVERSAL visitó el lunes Los Pinos. Estaba en silencio, con menos vigilancia, varias oficinas del edificio corporativ­o estaban vacías, sin cuadros o adornos. Sin la foto en la pared de Peña Nieto.

El sábado, a las 10:00 horas, será abierto al público.

Fue el último día de Los Pinos. En el primer minuto del 1 de diciembre dejará de ser la Residencia Oficial del Presidente de la República y en sus muros se quedarán encerrados los secretos de 14 jefes del Estado mexicano, desde Lázaro Cárdenas hasta Enrique Peña Nieto.

Desde la semana pasada el Presidente ya no vive en Los Pinos, se cambió por el rumbo de Tecamachal­co, pero visita la casa de Molino del Rey. Ayer tuvo su último día de actividade­s en esta mítica residencia que será convertida por el nuevo gobierno en centro cultural.

El Presidente salió de la aún residencia oficial al Campo Militar Marte, donde recibió un homenaje del Estado Mayor Presidenci­al —que dejará de existir por orden de Andrés Manuel López Obrador— y entregó insignias a los recién ascendidos.

Más tarde, en el sur de la Ciudad de México tuvo su último acto público, en el que sin discursos inauguró el Centro Médico Naval. Ya por la noche entregó la remodelaci­ón del Archivo General de la Nación en Lecumberri y en la madrugada de hoy volaría a Buenos Aires.

Peña Nieto cerrará en Argentina su sexenio al atestiguar la firma del Tratado Comercial México-Estados Unidos-Canadá para regresar el viernes a México y entregar la Bandera Nacional a su sucesor, Andrés Manuel López Obrador.

Los Pinos está en silencio, la fotografía del presidente Peña Nieto ha sido desmontada de casi todos los muros. La mayoría de las oficinas lucen vacías, son el cascaron de lo que fueron, sin libros en los libreros, sin televisore­s en las paredes, sin computador­as cercanas.

La noche del pasado lunes EL UNIVERSAL visitó el interior de Los Pinos. Los andadores, las dos cabañas, la casa Miguel Alemán se perdían en la oscuridad, pero la casa Lázaro Cárdenas, donde el presidente Peña tuvo su oficina, tenía las luces encendidas.

La residencia oficial, en la que vivieron 14 jefes de Estado, ya está en silencio, sin vida, inundada por la nostalgia del fin de una era en la Presidenci­a de la República. Recién colocaron la estatua de Enrique Peña Nieto, del autor Antonio Castellano­s Basich, en la Calzada de los Presidente­s, donde están las estatuas de sus 13 antecesore­s.

Así, al caminar de noche por los andadores de Los Pinos todo está a oscuras. La guardia pretoriana del Presidente, implacable, integrada por el Estado Mayor Presidenci­al, ya no estará más. Antes, de noche, había un elemento cada 10 metros; el lunes no se veía uno solo.

El ingreso a la mítica residencia presidenci­al —compuesta por las casas Miguel Alemán, Lázaro Cárdenas y Adolfo Ruiz Cortines y dos cabañas— es rápida, sin rigor, sin estridenci­as militares como antes. El sábado Los Pinos tuvo su último gran cónclave político: Peña juntó a todos sus colaborado­res y les dijo adiós.

En el salón López Mateos pidió a sus colaborado­res, encabezado­s por su círculo más cercano donde están Luis Videgaray, José Antonio Meade, Aurelio Nuño e Ildefonso Guajardo, no criticar por criticar a su sucesor. Fue su última gran orden:

“Yo les quiero pedir..., sé que ustedes estarán a partir del 1 de diciembre en la libertad más absoluta de expresarse como cada uno quiera porque pasamos ya al ámbito de lo privado, pero les quiero pedir un favor, y es que consideren lo que les voy a decir a continuaci­ón.

“Por favor, no critiquen infundadam­ente al nuevo gobierno. Nosotros sufrimos lo que fue eso, nosotros lo vivimos en carne propia; no les hagan a otros lo que no nos gustó que nos hicieran a nosotros. Y cuando la crítica es fundada, ni modo, se vale, pero cuando no lo es dejen que el próximo gobierno haga su trabajo. No se sumen a las campañas y a los linchamien­tos como ocurrió con nosotros”. Su equipo aceptó. Pasajes como este quedarán atrapados en sus muros.

La nostalgia por el fin de una época en la Presidenci­a de México se siente a cada paso. El moderno edificio ejecutivo, cuya contrabard­a da a la esquina de Constituye­ntes y Parque Lira, está a oscuras, igual la Calzada de los Presidente­s y la de la Democracia.

En Parque Lira ayer iniciaron obras para abrir paso peatonal para acceder a la zona de Los Pinos.

Al entrar a ese búnker ya no se escucha el barullo de antes, el ir y venir, a la carrera casi siempre, de los funcionari­os que ahí trabajan. Muchas oficinas, principalm­ente de funcionari­os de alto nivel, han quedado en cascarón, apenas se ven los escritorio­s y las sillas.

Enrique Peña era un “ave nocturna” que casi no dormía. Todos los días se levantaba muy temprano, recibía el parte de seguridad, revisaba en una tablet lo publicado y atendía temas diversos, entre ellos los relacionad­os con el sector privado, las inversione­s y la generación de empleos.

Dentro de Los Pinos hacía ejercicio, al menos una hora, desayunaba ligero, casi siempre con fruta; a media mañana tomaba jugo y barras de granola con miel. La comida dentro de la residencia oficial era fuerte, abundante. Por la noche cenaba ligero: un par de quesadilla­s, por lo regular.

Y Los Pinos se movían a la intensidad del Presidente. Cuando trabajaba en su oficina de la casa Lázaro Cárdenas o en la biblioteca de la casa Miguel Alemán todo era intensidad, que se volvía exponencia­l cuando detonaron momentos de crisis como el de Ayotzinapa o la visita de Trump.

Cuando regresaba de giras el Presidente se encerraba con su staff, con gobernador­es, con secretario­s de Estado, con la cúpula militar, con líderes de partidos, con legislador­es... Trabajaba hasta la madrugada, 2 o 3 de la mañana, para iniciar de nuevo en punto de las 7, lejos de los reflectore­s. Pero eso se acabó. Los Pinos está en silencio, el Presidente ya no vive ahí. En menos de 48 horas cerrarán Los Pinos.

Último día. Ayer, en el Campo Militar Marte el presidente Peña Nieto convocó a los integrante­s del Estado Mayor Presidenci­al a seguir forjando con lealtad y patriotism­o el prestigio de las Fuerzas Armadas del país.

Ahí, tras ser homenajead­o incluso con un desfile militar, el mandatario sostuvo que ha sido un privilegio para el Presidente y para México contar con la lealtad a toda prueba del Estado Mayor Presidenci­al.

“En esta nueva etapa de la República, los convoco a seguir forjando con lealtad y patriotism­o el prestigio y la grandeza de nuestras Fuerzas Armadas. Sé que siempre llevarán consigo la excelencia, el orgullo y el honor de haber sido parte de esta institució­n única, que es el Estado Mayor Presidenci­al”, indicó.

Tras recibir un reconocimi­ento del EMP y entregar insignias a integrante­s de este cuerpo militar, Peña hizo un reconocimi­ento personal, pues dijo que el Estado Mayor ha sido clave para el desempeño del Presidente.

Después de este acto, anoche se apagaron las luces en Los Pinos.

 ??  ?? En lo que significó el último acto oficial de su administra­ción en el país, el presidente Enrique Peña Nieto recibó un reconocimi­ento de parte del Estado Mayor Presidenci­al como supremo comandante de las Fuerzas Armadas, y a su vez entregó insignias a elementos que fueron ascendidos.
En lo que significó el último acto oficial de su administra­ción en el país, el presidente Enrique Peña Nieto recibó un reconocimi­ento de parte del Estado Mayor Presidenci­al como supremo comandante de las Fuerzas Armadas, y a su vez entregó insignias a elementos que fueron ascendidos.
 ??  ?? Trabajador­es rompen el camellón de Parque Lira para hacer un retorno.
Trabajador­es rompen el camellón de Parque Lira para hacer un retorno.
 ??  ?? El movimiento en la entrada de la residencia dista de ser tan continuo como antes.
El movimiento en la entrada de la residencia dista de ser tan continuo como antes.
 ??  ?? Empleados de la alcaldía Miguel Hidalgo, donde se ubica la casa, laboran en las obras.
Empleados de la alcaldía Miguel Hidalgo, donde se ubica la casa, laboran en las obras.
 ??  ?? Sólo un militar resguarda el exterior del lugar, cuando antes había uno cada 10 metros.
Sólo un militar resguarda el exterior del lugar, cuando antes había uno cada 10 metros.

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