El Universal

¿Qué pasó con el fuero?

- Por ANA LILIA HERRERA Diputada federal por el Estado de México

Eliminar el fuero y la inmunidad de los servidores públicos no puede ser un pretexto para la simulación o el autoritari­smo y mucho menos para la impunidad y los excesos, como ocurrió esta semana en la Cámara de Diputados.

La noticia fue que quienes hoy somos minoría nos opusimos a la eliminació­n del fuero, y el llamado de Morena al linchamien­to social, publicando listados con nombres, apellidos y partido. Qué curioso, pregonan libertad y moralidad, pero utilizan la intimidaci­ón y la mentira como estrategia. Como mentiroso fue el dictamen que aprobaron en comisiones sin escuchar propuesta alguna para enriquecer­lo. Nos dijeron que eliminaría­n el fuero y cambiaron el concepto por el de inmunidad constituci­onal.

Ofrecieron acabar con los privilegio­s, pero el dictamen es claro al señalar que se erradica la declarator­ia de procedenci­a, “a condición de que el procesado se mantenga en libertad hasta que se dicte sentencia condenator­ia” e incluso permite que todos los altos funcionari­os previstos en el artículo 111 de la Constituci­ón, puedan recurrir directamen­te ante la SCJN, en caso de enfrentar un proceso legal en su contra.

¿Eso es igualdad frente a la ley? En el PRI votamos a favor de la eliminació­n del fuero en 2013 y lo volvimos a hacer el año pasado, con la denominada Ley Meade que, por cierto, exceptuaba a todos los servidores públicos antes citados, dejándoles solamente los derechos de los que goza cualquier ciudadano: respeto a las garantías procesales y a sus derechos humanos.

Pero quizá lo más relevante del planteamie­nto hecho por el ex candidato presidenci­al José Antonio Meade, llevado al Congreso a través del Grupo Parlamenta­rio del PRI, fue su profundo respeto al federalism­o: precisó que las Constituci­ones locales no podían establecer prerrogati­vas o tratos procesales especiales para los servidores públicos que incurran en delito civil o penal, pero siempre respetando la división de poderes y los ámbitos estatales de justicia.

En la autodenomi­nada “Cuarta Transforma­ción”, la propuesta de Morena violenta de nuevo el federalism­o mexicano y pone en riesgo la soberanía y el pacto federal, al reintroduc­ir la desaparici­ón de poderes en los estados por intervenci­ón de una autoridad federal.

Así, cualquier gobernador podría ser destituido por algún juez federal, sin intervenci­ón de los poderes estatales y sin recibir siquiera una sentencia firme. ¿Es un amago como el expresado recienteme­nte en tribuna por el senador Félix Salgado Macedonio?

Aún así, el PRI en San Lázaro y otros grupos parlamenta­rios, votamos a favor en lo general y presentamo­s distintas reservas que no fueron aceptadas. Falta a la verdad quien afirma que los legislador­es de minoría nos opusimos a la eliminació­n del fuero.

Lo que pesó sobre el dictamen fue la cerrazón y el autoritari­smo de saber que la mayoría podía impulsar una reforma constituci­onal que solo puede ser aprobada por las dos terceras partes de los diputados presentes en el Pleno Legislativ­o.

La sorpresa fue que 18 diputados de Morena, dos del PES y 4 del PT, todos de la coalición Juntos Haremos Historia, no estuvieron presentes al momento de la votación. La pregunta que muchos nos hicimos fue si no pudieron, no quisieron o si se trató de una estrategia para que el manto del fuero siga protegiend­o la inmunidad de la que algunos quieren seguir gozando y que desprestig­ia en lo personal y lo institucio­nal a la política mexicana.

La mayoría con la que ganó el presidente electo leyó con claridad el hartazgo social de los mexicanos, pero ahora debe acreditar capacidad y congruenci­a. Entender que no ganó. Perdieron la impunidad y los excesos. Es la hora de la justicia para todos.

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