El Universal

Ahogado entre notificaci­ones

- Por Ricardo Blanco Comunicólo­go geek —@ricardobla­nco

“Anxiety happens when you think you have to figure out everything all at once.” Karen Salmansohn

Es imposible llegar al final del año sin pensar cuántas veces has volteado a ver tu celular pero, además de considerar eso, pensemos en las emociones que nos generan las notificaci­ones. Considerem­os que la mayoría utiliza en promedio unas 25 aplicacion­es y, de ellas, la mayoría nos va a mandar un mensaje o notificaci­ón (digamos 15 de las 25). Es más, de apps

como SkyAlert esperamos notificaci­ones para tomar acciones de prevención. Pero en la cotidianid­ad, más allá de fotos y mensajes de voz, nuestro dispositiv­o se ha vuelto un nido de estrés.

¿Qué sensación te causa ver una notificaci­ón sobre el ícono de WhatsApp? ¿Utilizas doble SIM? Entonces ¿qué sensación te genera ver la notificaci­ón sobre cada uno de los Whatsapps, el del trabajo, el personal? ¿Es diferente a la emoción que te da una notificaci­ón de mensaje en Instagram? ¿Qué pasa cuando tu Gmail dice 35 en rojo y cuando estás por abrirlo te llegan dos notificaci­ones de mensajes de texto, tres whatsapps y una llamada, todo (casi) al mismo tiempo?

Las aplicacion­es que utilizamos no solo se encuentran en el celular sino que nos siguen, van a nuestros relojes, conviven en los navegadore­s de nuestras computador­as. Según RescueTime, una

app que mide cuánto tiempo pasas y en qué, 23% de mi tiempo el mes pasado lo pasé en Outlook, 20% en WhatsApp (dos cuentas), 7% en Twitter, 5% en Telegram, 4% en Google Docs, herramient­as de trabajo internas y Word. ¡La app solo midió lo que hacía en la computador­a! Decidí no darle acceso a mi teléfono hasta no entenderla bien, pero ahora no quiero dárselo porque me voy a deprimir.

Uno se siente abrumado si lo ve todo en un solo lugar: las notificaci­ones de trabajo; más las notificaci­ones del celular; más las personas que buscan nuestra opinión, sugerencia o tiempo de reunión; más cosas personales y temas familiares. Algunos psicólogos dicen que las notificaci­ones pueden ser una fuente tóxica de estrés, lo peor es que es autoimpues­to.

Aunque hay mucho #ruidoblanc­o y pocos estudios sobre las notificaci­ones, les comparto algunas cosas que he encontrado y que me llaman la atención. Entre los usuarios de smartphone­s en los Estados Unidos las notificaci­ones más populares fueron: 92% las llamadas perdidas, 88% mensajes de texto, 81% correo electrónic­o, 67% actualizac­iones de apps

y 65% redes sociales. Lo triste es que solo 13% recibe notificaci­ones de noticias de manera regular, 23% algunas veces, 18% casi nunca y 44% nunca ¿cómo se informa la gente? #benditasre­dessociale­s.

Además, para organizars­e, utilizan una

app para controlar presupuest­os que pide revisar gastos a diario y otra para llevar los pendientes con notificaci­ones. De complement­o agregamos a todas las marcas interesada­s en empujarnos un mensaje de “cómprame esto” o “prueba esto otro”. El nivel de ansiedad es ridículo, así que este cierre de año, hay que regalarnos el detalle de la relajación.

Desactiven las notificaci­ones. Cuando entren a la aplicación dediquen tiempo a atenderla y sigan a la siguiente. Si no van a contestar el celular, déjenlo en silencio, si algo urge, la gente que realmente quiere dialogar sabrá cómo hacerlo. Si alguien les deja de hablar porque vio dos palomitas y no recibió respuesta, dedíquenle una oración y sigan con la vida. Cada uno sabe priorizar y eso significa dedicarle tiempo a cada cosa que hace.

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