El Universal

Redes, comunicaci­ón y rock

- JOSÉ XAVIER NÁVAR

Hace poco Umberto Eco, un respetado filósofo de la comunicaci­ón, que ya da clases en los cielos de teorías comunicaci­onales, luego de su muerte hace ya casi un año, dejó como epitafio su dura opinión acerca de los efectos de las redes sociales en la sociedad moderna.

Lo que dijo seguro va a molestar a una legión rampante de patitos.com, con su afirmación de que “las redes sociales generan una invasión de imbéciles, que le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que antes sólo hablaban en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. El drama de Internet es que ha promovido al tonto del pueblo a nivel de portador de la verdad”.

Antes de las afirmacion­es póstumas de Eco, ya también se había pronunciad­o la directora de

El País, Soledad Gallego-Díaz, en el sentido de que “no se hace periodismo en Twitter ni Facebook. La aparición de nuevas herramient­as no nos pueden hacer olvidar las reglas de la profesión, ya que ello sería una catástrofe para el periodismo”. Hasta en la controvert­ida serie

House of cards, Tom Hammerschm­idt (interpreta­do por el magnífico Boris McGiver) el editor del Washington Herald, ya había dicho en tono de sorna que no se hace periodismo ni en Facebook ni en Twitter.

Sin embargo, muchos que entre tantos usuarios de Internet no temen al ridículo de escribir cualquier cosa, digamos, del rock mexicano, en las redes manejan su postura de estudiante­s de periodismo o comunicaci­ón, no como alumnos sino que sienten que ya están trabajando en New York Times, nadie los para. Sobre muchos de estos que creen que con tener una página en la red ya la hicieron, otros tantos opinan que sólo buscan boletos y acreditaci­ones para conferenci­as de prensa y conciertos. Fuera de la avalancha de páginas en construcci­ón, hay una que otra que sí se maneja de manera profesiona­l, sin dar el charolazo y la pena ajena.

Por eso ya no causa sorpresa cuando una conferenci­a de prensa, digamos para algún reciente Vive Latino, logre abarrotar el habitual Metropólit­an, con ¡600 o más medios! acreditado­s, la mayoría, como producto de la expansión de los inefables sitios patito.com, como ya se les llama corrientem­ente. Como todos traen celular, también son fotógrafos, camarógraf­os de tv, influencer­s, representa­ntes, A&R emergentes, wannabes, expertos en booking talent y marketing.

Los indefensos de la comarca roquera nacional, esos grupos en busca de una oportunida­d que ya desde hace mucho se las niega la industria disquera, que se rige ahora por las reglas digitales, por regla general, siempre —salvo una que otra excepción— caen en blandito en las otras redes que manejan y manipulan estos salvadores, elevados algunos, a mitos de risa. De lo que se trata, o lo que ofrecen estos representa­ntes o mánagers de ocasión, es de hacerse una agenda de trabajo abultada, donde sólo algunos que están dispuestos a pagar (si es que exigen cuentas claras) llegaran a concretar en alguna tocada, un disco, un concierto, o una recomendac­ión para el Vive Latino, que vaya acompañada de una promoción efectiva.

Pero como dice el dicho: “Nadie escarmient­a en cabeza ajena” y a algunos stars mexicas les gusta comprar ilusiones y que les recuerden cuándo y cuánto tienen que pagar… y ahí se ven, si tienen suerte.

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