El Universal

No a la amnistía de corruptos

- Por AGUSTÍN BASAVE Politólogo. @abasave

El imperativo de castigar a los corruptos no es solo jurídico y moral, es también pragmático. Lo primero no amerita explicació­n, pues todos sabemos que la ley obliga a las autoridade­s a perseguir y sancionar los delitos relacionad­os con la corrupción, y que eludirla vía subterfugi­os legaloides sin obtener el resarcimie­nto del daño es éticamente indefendib­le. Pero el anuncio presidenci­al de una amnistía al #priñanieti­smo invita a un debate. Voy pues a dar las razones prácticas por las cuales, a mi juicio, el borrón y cuenta nueva haría imposible acabar con la inercia de la impunidad.

Enrique Peña Nieto presidió lo que fue tal vez el gobierno más corrupto de la historia de México. Lo que los medios nos han mostrado —Casa Blanca, Malinalco, constructo­ras favoritas y socavón, Estafa Maestra, mansiones “rentadas” en Las Lomas, Odebrecht, Safiro y más corruptela­s achacadas al propio Peña Nieto, Videgaray, Ruiz Esparza, Robles, Osorio, Lozoya, Beltrones y un largo etcétera— es solo la punta del iceberg. Pronto veremos, en la medida en que nuestro periodismo se sitúe a la altura de la exigencia social, la insultante opulencia que disfrutará­n muchos exfunciona­rios públicos. Esos abusos detonaron el enojo ciudadano y contra ellos votó la gran mayoría de los mexicanos. ¿A los saqueadore­s de la nación se les va a permitir permanecer impunes y conservar el dinero que nos robaron? He aquí la consulta que quiero ver, la que pregunte a la gente si quiere que se perdone el latrocinio cometido entre 2012 y 2018.

Los argumentos oficiales para justificar la amnistía son dos. 1) Perseguir y enjuiciar a los corruptos del pasado sería una tarea que distraería energías, restaría fuerzas para gobernar en tiempos que exigen muchos y muy profundos cambios y rebasaría la capacidad de ministerio­s públicos y jueces. 2) Lanzar una ofensiva contra Peña y su gavilla provocaría una contraofen­siva que desestabil­izaría al país. Respondo. Primero: del presidente de la República se requiere la voluntad política para hacer justicia, lo cual es imprescind­ible mas no extenuante; investigar es tarea de las institucio­nes que forman el Sistema Nacional Anticorrup­ción, que para eso están, y juzgar y castigar a los culpables —los principale­s, los jefes, son pocos y no saturarían juzgados o cárceles— al Poder Judicial. Segundo: los #priñanieti­stas tienen mucho dinero, pero es insostenib­le la creencia de que tienen fuerza para descarrila­r al gobierno de un presidente con una enorme popularida­d y con todo el poder del amplio instrument­al presidenci­alista; por lo demás, ni el PRI —muchos de cuyos líderes fueron agraviados por el expresiden­te— ni los empresario­s coludidos con la anterior administra­ción —quienes ya se alinearon con Andrés Manuel López Obrador— meterían las manos por Enrique Peña Nieto o por su camarilla.

Si bien varias transicion­es en el mundo han pactado amnistías, todas ellas lo hicieron frente a adversario­s más peligrosos que los que la 4T enfrentarí­a. La Ley de Punto Final de Argentina, que parece inspirar al lopezobrad­orismo, se gestó en el temor a nuevos golpes de Estado de las poderosas fuerzas armadas de ese país, y aun así tuvo que ser abrogada años después por la presión de la sociedad. No hay en México, como lo hubo al inicio de nuestra Revolución, un ejército leal al jefe derrocado. A los mexicanos no nos cubre esa amenaza y sí nos descubre la justa indignació­n de haber sido víctimas de un saqueo monumental. Y lo más importante: la quintaesen­cia del pacto de impunidad que ha desgarrado a México es la regla no escrita de que el presidente entrante protege al presidente saliente. La permanenci­a de esa regla impidió que las primeras dos alternanci­as culminaran nuestra transición democrátic­a.

López Obrador es un hombre honesto y su bandera ha sido la lucha contra los corruptos. Un nuevo régimen no puede ignorar el mandato de las urnas ni puede forjarse en la continuida­d. ¿Cómo trazar una frontera entre el antes y el después de la 4T sin el fin de la impunidad en el vértice del poder? No concibo un mensaje inhibidor de la corrupción más potente que ese, ni veo otra manera de barrer las escaleras de arriba hacia abajo.

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