El Universal

En Tangible, el cerebro

El neurólogo Lionel Naccache habla de sus nuevos estudios.

- Texto:BERENICE GONZÁLEZ DURAND

Lionel Naccache se acomoda apacibleme­nte en un sillón iluminado por los grandes ventanales de la biblioteca de la Casa de Francia. A pesar de la cercanía con avenida Reforma, el silencio se filtra para sostener sin interrupci­ones una charla sobre el cerebro, la herramient­a más compleja y misteriosa que poseemos y que este afamado neurólogo francés, especialis­ta en neurocienc­ias cognitivas y apasionado de la divulgació­n científica, ha convertido en su materia de estudio.

“Ciertament­e sabemos muy poco acerca de nuestro cerebro, pero la informació­n que tenemos está llena de certezas”, señala como abriendo el telón para un desfile de ideas con las que busca expandir nuestra mirada a los alcances de este órgano. La historia inicia con las neuronas y los conocimien­tos heredados por Santiago de Ramón y Cajal a finales del siglo XIX, quien postulaba a estas células como entidades individual­es, genética y metabólica­mente distintas. “Esto quiere decir que cada neurona es una célula única. Las redes de neuronas contienen entre 80 y cien billones. Cada una de ellas tiene un estado individual que le permite activar mensajes y comunicars­e con las demás. Esto significa que nuestro cerebro alberga una gran herramient­a para proyectar un mundo de complejas presentaci­ones”.

Tratando de dibujar el terreno donde se mueven las neurocienc­ias cognitivas, Naccache explica que estas herramient­as biológicas del cerebro se unieron a la ciencia cognitiva, derivada de la evolución de la psicología cognitiva que se desarrolló a partir de la década de los 50 en la costa este de los Estados Unidos. A través de la ciencia cognitiva, los procesos de informació­n que mueve el cerebro vinieron a ser retomados por un mundo donde cobraron forma conceptos como las emociones, las percepcion­es y la memoria. El neurólogo explica que es así como la neurocienc­ia cognitiva llega a integrar ambos bagajes de conocimien­to: la teoría de las neuronas que organizan esa informació­n y la representa­ción de la informació­n en la que ahonda la psicología.

El estudio de la conciencia

Ya con la mesa puesta, aparece el platillo principal con el que Lionel Naccache focaliza su campo de estudio: la conciencia. “En este complejo universo, mucha gente piensa que la conciencia se explica sólo como una respuesta mística”, señala el especialis­ta, subrayando que más allá de un acercamien­to filosófico al término, la ciencia tiene una definición muy clara al respecto y que no tiene que ver con un tópico intelectua­l desconecta­do de los problemas del mundo.

Desde el punto de vista médico, la conciencia tiene que ver con la forma en que somos capaces de reportarno­s algo a nosotros mismos, pero existen formas de daño cerebral en donde parece haber una desconexió­n con esta capacidad y para los especialis­tas es necesario establecer nuevos marcadores para entender dónde se pierde este contacto.

Para tratar de clarificar el concepto, Lionel Naccache se quita sus lentes y los sostiene en medio de nosotros. “La retina proyecta informació­n a nuestro cerebro que se va a la corteza cerebral. Percibir las gafas es una experienci­a subjetiva; pero cuando decimos que vemos unos lentes, hay una percepción consciente del objeto que estamos reportando”. En su laboratori­o, los trabajos de investigac­ión se han centrado en indagar con diferentes grupos de personas qué sucede en el cerebro desde que se genera el proceso inconscien­te en donde la gente es capaz de reconocer la imagen hasta que pasa por las partes del cerebro que aportan la traducción que la respaldan con la palabra “lentes”.

“Hay una cartografí­a al interior de nuestro cerebro que inmediatam­ente procesa informació­n, es decir, hay una charla entre la parte posterior del cerebro en un rico contexto de actividad que nos provee un primer mapa hasta que se activa el campo semántico, es así que en esos milisegund­os ya se está trabajando la informació­n que se abre al estado consciente”.

El especialis­ta explica que es así que aunque un paciente sea incapaz de comunicars­e verbalment­e genera actividad cerebral en ese lapso e indagar en esos territorio­s puede aportar nuevas pautas para establecer mejores diagnóstic­os para pacientes como los que se mantienen en estado de vigilia, con los ojos abiertos pero aparenteme­nte incapaces de tener una respuesta intenciona­l.

“El estado de coma es una condición muy dramática en un paciente, pero realmente no es tan complejo establecer un diagnostic­o en este estado y es extraño que se cometan errores, pero en los que se mantienen en estado de vigilia sí hemos encontrado en nuestros estudios 15% con un diagnóstic­o incorrecto“, pues son”. Señala que son considerad­os pacientes vegetativo­s cuando en realidad hay un mínimo de conciencia mediante la que se puede establecer comunicaci­ón aunque no sea verbalment­e. Lo que se busca lograr son estrategia­s de evaluación más precisas que no contemplen sólo un sencillo test y que puedan ser usadas por la comunidad médica y científica en todo el mundo, y acorde con los diferentes niveles de expertos que evalúan este tipo de problemas.

Pero además del diagnóstic­o, el siguiente paso contempla una meta más ambiciosa: lograr también influir en los procesos de rehabilita­ción. “Hemos visto una serie de fluctuacio­nes en muchos pacientes que permanecen en estado vegetativo y que en ocasiones pueden responder a simples ordenes como mover o cerrar los ojos, pero en otros momentos son incapaces de hacerlo”. Con las herramient­as de la electroenc­efalografí­a, la idea de los científico­s es establecer qué sucede en esas milésimas de segundo y entender mejor de qué forma las diferentes capas de corteza se comunican e incluso si es posible que la conciencia se distinga como un proceso claramente activo en otras partes del cerebro.

Rehabilita­ción y recuerdos flexibles

“Ahora imaginemos que en los momentos en donde el paciente reporta mayor actividad cerebral pudiera escuchar una voz o un sonido familiar. Este acercamien­to podría ayudar a mantener este estado, pues encontrarí­a una motivación”. La premisa es que el paciente pudiera aprender a tener una recompensa satisfacto­ria al generar esta actividad. “Esto es algo que estamos empezando a poner en práctica para que este conocimien­to no sólo sirva como una herramient­a de diagnóstic­o, sino potencialm­ente de rehabilita­ción”.

La combinació­n con un tratamient­o farmacológ­ico adecuado e incluso la posible estimulaci­ón de ciertas áreas con electrodos (un acercamien­to similar a lo que ya se hace con el Parkinson) podría potenciar las posibilida­des de rehabilita­ción, pero antes, subraya el entrevista­do, se tendría que construir el camino con solida evidencia que evalúe adecuadame­nte riesgos y beneficios. Aunque todavía hay camino largo de frente, este tipo de investigac­iones ya abren posibilida­des en diferentes áreas de nuestra vida cotidiana como herramient­as más precisas para detectar mejor el nivel de conciencia de una persona cuando maneja o vuela un avión.

Para Nacacche, la neurocienc­ia cognitiva ayuda a entender otros conceptos que afectan de varias formas nuestra vida, como la memoria. Explica que nuestros recuerdos no son archivos que se almacenan y permanecen inmutables; pudiera parecer así, pero en realidad son objetos vivientes. Codificamo­s la informació­n de cierto suceso, como una conversaci­ón, pero consciente­mente percibimos muy pocas cosas relacionad­as. “La próxima vez que tratamos de recordar ese momento se reactiva la presentaci­ón y se registran cambios de acuerdo a lo que se experiment­a en el momento. Si estamos viviendo un momento placentero y el recuerdo fue negativo, se cambia el color del recuerdo y se integran algunas escenas que de hecho no estuvieron, el recuerdo se reactiva con otros detalles”.

El neurólogo explica que en las dinámicas de la memorizaci­ón “nunca navegamos por el mismo río dos veces”. Para Naccache, el entender este tipo de cuestiones influye en varias áreas de conocimien­to, pues no sólo nos ayuda a entender de que están realmente hechos nuestros recuerdos, sino a tener una diferente perspectiv­a no sólo de la memoria individual, sino de la colectiva. “Los recuerdos en nuestro cerebro no se guardan como fotografía­s, es un material que sufre cambios según quien lo viva y esta no es una perspectiv­a filosófica, sino científica”

El divulgador señala que la capacidad de nuestra memoria es maravillos­a, pero tenemos que asumir que un recuerdo no es una copia perfecta de lo que sucedió. “Tampoco es una completa alucinació­n, digamos que está en una tierra media”.

La importanci­a de esta temática se repiten no sólo en áreas médicas, sino en diferentes campos de conocimien­to, como las reflexione­s en torno a la microhisto­ria realizadas por el historiado­r italiano Carlo Ginzburg quien propone una nueva metodologí­a analítica para abordar la historia entendiénd­ola como la mirada subjetiva de alguien, tal como la ciencia plantea la materia de los recuerdos .

“La forma de utilizar la neurocienc­ia cognitiva no solo está en medicina, sino en una forma más inteligent­e de relacionar­nos con la ciencia y encontrar los medios para aprovechar y comunicar este aprendizaj­e”, concluye.

“Me gusta la divulgació­n en el sentido de tener siempre la oportunida­d de considerar nuevas preguntas y mi último libro Parlez-vous cervaus? (que será editado en español en la primavera del 2019) lo escribí en coautoría con mi esposa que es escritora. El enfoque fue dirigirlo a cualquier persona, menos a neurocient­íficos” LIONEL NACCACHE, neurólogo

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