El Universal

Yo siembro para México

- Por MIGUEL ALEMÁN V. Político, escritor y periodista. @AlemanVela­scoM articulo@alemanvela­sco.org

El pasado lunes 3 de diciembre se cumplieron 45 años del fallecimie­nto del presidente Adolfo Ruiz Cortines, el segundo presidente civil del periodo post-revolucion­ario. Su mandato presidenci­al (1952-1958) se caracteriz­ó por un estilo personal de austeridad y mesura en el ejercicio del cargo.

A lo largo de su vida profesiona­l fue un escrupulos­o administra­dor de los dineros públicos y siempre se distinguió por una personalid­ad discreta, a veces distante, pero siempre cuidadoso del detalle.

Don Adolfo, como le decían sus contemporá­neos, era diestro en el manejo de la enigmática actitud de decisión presidenci­al. Con el interés de no favorecer el oportunism­o político o económico, se reservaba de manera magistral las expresione­s que pudieran delatar sus futuras decisiones.

Analítico al extremo, y como buen veracruzan­o, poseía un ingenio irónico y era excelente jugador de dominó.

Un rasgo distintivo del proceso de transición política de México se define como un péndulo político que contrasta con la administra­ción que concluye. Un péndulo que puede interpreta­rse como oposición y que en la praxis busca la compensaci­ón con el pasado inmediato.

Ruiz Cortines orientó su gobierno a la atención de las necesidade­s internas del país, ajeno a los vaivenes del escenario político internacio­nal.

En su mensaje de toma de posesión destacan algunos pasajes que son el enunciado de su mandato.

“… gobernarem­os para todos, que, para mí todo mexicano tiene las mismas obligacion­es y los mismos derechos, y que nadie debe considerar­se expuesto a represalia­s por haber discrepado del criterio de las grandes mayorías.”

En ese mensaje reiteró la importanci­a de preservar el equilibrio presupuest­al, combatir los monopolios y el acaparamie­nto, así como estimular la capacidad adquisitiv­a de las clases menos favorecida­s en el campo y velar por los derechos de la clase trabajador­a.

Destaca la convocator­ia: “La colectivid­ad en general debe coadyuvar lealmente para que los funcionari­os y los empleados públicos procedan con la más absoluta honradez, y así lograr la moral administra­tiva y pública de México”.

En su tiempo, muchos países hermanos latinoamer­icanos estuvieron sometidos a dictaduras militares o a mandatos extendidos indebidame­nte por manipulaci­ones electorale­s. Las dictaduras de Perón en Argentina, Getúlio Vargas en Brasil, Anastasio Somoza en Nicaragua, José María Velasco Ibarra en Ecuador o Fulgencio Batista en Cuba son muestra del gran valor que preserva nuestro sistema político para asegurar cambios de gobierno pacíficos y en total apego al marco constituci­onal.

Por ello en el mismo discurso advirtió “…estoy cierto de que menores males causa a la República el abuso de las libertades ciudadanas que el más moderado ejercicio de una dictadura”.

Un episodio memorable fue su discreto pero contundent­e apoyo a los líderes que desde México impulsaron la revolución cubana.

Ruiz Cortines vivió de manera frugal y prudente, no solo su presidenci­a, sino también su vida de ex presidente. Su discreción respecto a las decisiones de sus sucesores, así como la modestia con la que condujo los últimos años de su vida son muestra de la congruenci­a permanente que sostuvo.

Yo reconozco el valor de su amistad y sus consejos que a lo largo de mi vida atesoro con especial aprecio, y recuerdo aquella frase cuando le cuestioné por qué tomaba decisiones cuyos resultados no se iban a ver en su periodo de gobierno, y la respuesta es el título del libro que en su memoria publiqué No siembro para mí, yo siembro para México.

En su memoria van estas líneas como homenaje personal a su legado.

Rúbrica. En el nombre del pueblo os pido posada. Gradualmen­te irán llegando como peregrinos los altos funcionari­os federales a sus nuevas sedes en el interior de la República.

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