El Universal

Democracia mexicana: 4 piezas de un rompecabez­as

- Por EDGAR ELÍAS AZAR Magistrado

La transición política y el ambiente democrátic­o que se vive en estos días, es el producto del avance jurídico y de la deliberaci­ón pública que se ha venido construyen­do en México hace ya décadas. No se trata de un fenómeno de generación espontánea que tenga seis meses de antigüedad; tampoco es el resultado de una ecuación ajena a los intereses históricam­ente sociales de nuestro país. Los mexicanos, desde hace muchos años ya hemos ido construyen­do las circunstan­cias específica­s y adecuadas para que en un futuro pudiéramos gozar, de lo que ahora gozamos: una transición política completame­nte encomiable, pacífica y legítima.

¿Cuáles han sido las acciones que predominan­temente auxiliaron a México para arribar a los resultados democrátic­os de los que hoy gozamos? Pues sin ánimos de ser exhaustivo, pienso que han sido cuatro los elementos que ha permitido que la democracia mexicana cobre el cuerpo que tiene ahora:

1. El primero de ellos fue robustecer el pluralismo. Terminar con intentar una supuesta hegemonía social y política, irreconcil­iable con un país tan plural como lo es México; se hizo necesario reconocer que en realidad somos una sociedad compuesta por una amplia diversidad de formas de vida y de pensamient­o; esto generó que los grupos pertenecie­ntes a diversos grupos sociales (religiosos, ideológico­s, étnicos, entre otros) se integraran e interesara­n en el discurso público. Esto creó las circunstan­cias necesarias para generar un ambiente propicio para la participac­ión ciudadana en asuntos públicos. México es un país plural, empero, no siempre abrazó su pluralismo de la misma manera en que lo hace ahora.

2. Propiciar y robustecer la transparen­cia en todos los niveles de gobierno. Por supuesto, no era suficiente generar un ambiente incluyente desde el punto de vista político y jurídico, sino también era necesario alimentar la informació­n que se tenía sobre el quehacer de las institucio­nes públicas. Los mecanismos que constituci­onalmente garantizab­an el derecho de acceso a la informació­n se introdujer­on a nuestro sistema jurídico desde el año de 1977, es decir, hace más de 40 años, el cual contó con un empujón legislativ­o en 1997. Sin embargo, el verdadero ejercicio de rendición de cuentas y acceso a la informació­n pública no comenzó a funcionar como realmente debería sino hasta 2001. Desde entonces, el acceso a la informació­n pública y el conocimien­to social sobre la actuación del Estado han sido significat­ivos para el avance democrátic­o.

3. La generación de una apertura política paulatina y la dispersión del poder. También desde 1977, gracias a Reyes Heroles, se confeccion­ó una serie de cambios legislativ­os que comenzó a fomentar la participac­ión de diversos partidos políticos. Posteriorm­ente, en 1990, se crearon las institucio­nes electorale­s, a causa de un claro robustecim­iento de la izquierda política en México, gracias a aquellas reformas del 77. Más tarde, con las reformas que surgieron desde 1996, se comenzó a emitir criterios que sirvieron para equilibrar la competenci­a política y la dispersión del poder político. De este modo, el pluralismo encontraba cabida en nichos que defendían distintas posturas ideológica­s, todas con la misma capacidad de lograr una victoria en las urnas, supervisad­as por institucio­nes jurídicame­nte robustas y socialment­e legítimas.

4. Por último, la creciente judicializ­ación de la política. El papel cada vez más relevante de los jueces, su facultad de controlar constituci­onalmente las leyes, el control difuso de la constituci­onalidad y, los alcances que la reforma al artículo 1º tuvieron sobre la actuación de los jueces, generó un panorama mucho más atractivo para que se vieran respetados, sí, pero fundamenta­lmente, ejercidos los derechos humanos. Esto trajo como consecuenc­ia democrátic­a directa el fortalecim­iento de la diversidad, a través del ejercicio de distintos derechos como: de pensamient­o, expresión, informació­n y participac­ión. También esto generó un control serio sobre la labor política con fundamento­s en los sistemas jurídicos tanto doméstico como internacio­nal.

Sin estos cuatro elementos, estoy convencido, que el resultado político que ahora tanto celebramos, no habría visto la luz. La democracia se construye con empeño y trabajo. Con el fortalecim­iento de las leyes y las institucio­nes que las protegen y las administra­n. Sin esto, no hay democracia que exista, ni democracia que valga.

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