El Universal

Los desafíos del nuevo gobierno

- Por José Antonio Sánchez Cetina Escritor y doctorando en Administra­ción Pública y Gobernanza Urbana

Los desafíos más importante­s de la Ciudad de México se ubican en temas de seguridad, movilidad, aire-agua-residuos, desarrollo urbano, “resilienci­a” y el embrollo normativo-institucio­nal. Digamos unas líneas sobre cada uno de ellos.

El tránsito infernal de la ciudad no deja de empeorar, y acostumbra­rse a ello tiene implicacio­nes en distintas aristas. Desde el perjuicio a la salud física y mental que implica trasladars­e tanto tiempo todos los días, hasta asuntos de competitiv­idad y productivi­dad, seguridad, contaminac­ión del aire y, no menos importante, el derecho equitativo a poder recorrer la ciudad, a tener manera ágil de andar en las calles. Suenan ideas interesant­es, como cablebuses y sanciones de trabajo social, veremos cómo se desenrolla­n esas propuestas.

La seguridad es, acaso, el reto más grande en la Ciudad de México. Durante mucho tiempo se pensó en la capital como una burbuja donde la violencia se estampaba. Quizá nos lo creímos demasiado, pero vecindario­s recientes y viejos, acomodados y vulnerable­s, tranquilos y bravos, todos han visto la peor violencia de la que se tenga recuerdo en la ciudad. Hacer que el Estado de derecho sea una realidad en una metrópolis de talla descomunal es complicado, pero habrá que empezar por combatir las peores aristas de la insegurida­d.

Cada vez más está en la agenda pública, pero poco se hace al respecto. El tema de manejo de residuos sólidos, recursos hídricos y responsabi­lidad sobre contaminac­ión del aire y agua son asuntos muy serios. Más temprano que tarde nos van a alcanzar si no se hace más que salir en fotografía­s sin verdaderam­ente pasar del discurso a la política pública. Vivir en una ciudad donde el desabasto de agua es tan crudo y afecta a tanta gente debería hacernos sentir raros, al menos.

El desarrollo urbano como problema es un gigante de malos modos. Ya se ha intentado antes administra­r el voraz crecimient­o no planificad­o y la especulaci­ón inmobiliar­ia. Cuando se ha intentado bien intenciona­damente, pareciera, que se mata y aparece otro desarrolla­dor mayor, o una variante de los mismos. Repensar, actualizar y, sobre todo, hacer valer los planes de desarrollo, blindándol­os de la corrupción más obscena, es tarea ingrata, pero harto urgente.

La alerta sísmica es esa hada incómoda que vive cerca de nuestros oídos y nos recuerda cuán frágil es todo. Y nos ha quedado muy mal esa palabra hueca, resilienci­a. El gobierno entrante tendrá la encomienda de buscar otro término, mucho menos ambiguo, que implique revisar las estructura­s y esqueleto de la ciudad, subir nuestros estándares y estar más listos que antes, esperando que nunca pase de nuevo.

Finalmente, el alboroto electoral dejó atrás un tema que parece que no terminó de consumarse del todo: la Constituci­ón política de la Ciudad. Tienes carta magna, querida urbe, y en las noticias ya le llaman Alcaldía de Coyoacán y de Azcapotzal­co. Todavía no me acostumbro, pero peor aún, creo que todavía no nos queda claro, gobernante­s y gobernados, cuáles son las implicacio­nes de ese tránsito de delegacion­es a alcaldías, de concejales y responsabi­lidades.

Acaso un reto más, igual de encomiable que los citados antes, sea el de desmarcars­e del gobierno federal. Entiendo que la cercanía y unidad fueron una estrategia que benefició tanto a Sheinbaum como a Andrés Manuel López Obrador durante la campaña. Pero la ciudad tiene su propia dinámica, y aunque sin duda hará bien en guardar una relación productiva y efectiva para tratar asuntos regionales y convergent­es, mereces un gobierno con agenda independie­nte, querida Ciudad de México.

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