El Universal

Para reducir los homicidios

- Alejandro Hope alejandroh­ope@outlook.com. @ahope71

Los homicidios han sido uno de los asuntos dominantes de la semana. El presidente Andrés Manuel López Obrador se ha referido al tema en al menos dos de sus encuentros mañaneros con la prensa. En ambos casos, hizo referencia a cifras (muy probableme­nte incorrecta­s) y en una de las dos ocasiones, afirmó que los homicidios ya venían a la baja.

No es casualidad que el Presidente se preocupe por el tema. Los niveles de violencia homicida en el país son aterradore­s: el año pasado se registraro­n más de 32 mil homicidios (en la cuenta de Inegi). Al ritmo actual, vamos a cerrar el año con más de 37 mil. Se trata además de un fenómeno que afecta primordial­mente a jóvenes pobres y con bajos niveles educativos (https://bit.ly/2E7hPsR).

Ante la magnitud del problema, resulta positivo que el nuevo gobierno lo asuma como una prioridad. Lo que no es tan positivo es que carezca de una política específica para afrontar el reto. El Plan Nacional de Paz y Seguridad 2018-2024 tiene muchas propuestas que tal vez pudieran impactar el número de homicidios (regulación de drogas, política social, justicia transicion­al, etc.), pero todas operarían de manera indirecta. No hay nada en el plan orientado directa y concretame­nte a reducir el número de asesinatos.

Ante esa carencia, los responsabl­es de la política de seguridad del nuevo gobierno harían bien en recuperar algunas de las ideas presentada­s el año pasado por el colectivo #MxSinHomic­idios. Así las resumen en su página de internet (http://www.mexicosinh­omicidios.org):

1. Garantizar la procuració­n de justicia y reducción de la impunidad a través de unidades especializ­adas de investigac­ión de homicidios y política criminal.

2. Desarrolla­r programas de prevención prioritari­a, tales como estrategia­s de atención y reinserció­n de adolescent­es en conflicto con la ley, la utilizació­n de terapias cognitivo conductual­es, así como sanciones asertivas y eficaces para atender violencia doméstica.

3. Aplicar un modelo de policía orientada a la solución de problemas, que incorpore el uso de herramient­as de georrefere­nciación y análisis criminal, las cuales faciliten la priorizaci­ón e identifica­ción de zonas críticas, así como de los factores de riesgo que deben atenderse en cada localidad

4. Mejorar la calidad y desagregac­ión de la informació­n relativa al homicidio.

5. Fortalecer la aplicación de programas de desarme y regulación de armas.

También podrían consultar el impresiona­nte Mapeo de Programas de Prevencion de Homicidios en America Latina y el Caribe, realizado por Ignacio Cano y Emiliano Rojido, investigad­ores del Laboratori­o de Análisis de la Violencia de la Universida­d del Estado de Río de Janeiro en Brasil (https://bit.ly/2k2sAU0). En ese documento, detallan decenas de iniciativa­s puestas en marcha en toda la región, con múltiples enfoques, algunas con eficacia ampliament­e probada.

A lo anterior, se podrían adicionar algunos mecanismos que han funcionado razonablem­ente bien para otros delitos. En específico, se podría crear una coordinaci­ón nacional antihomici­dios, siguiendo el modelo de la Comisión Nacional Antisecues­tro (Conase). Ese ente podría desarrolla­r una estrategia nacional de reducción de homicidios, facilitar la creación de unidades especializ­adas en las fiscalías estatales, homologar protocolos de investigac­ión y jalar los hilos burocrátic­os para llevar recursos presupuest­ales al tema.

Nada de lo anterior impide que el gobierno intente reducir homicidios por las vías indirectas que se ha propuesto. Pero si ofrece potencialm­ente una ruta más rápida para enfrentar un problema que ya dominó la primera semana del nuevo gobierno y que amenaza con volverse la sombra permanente del sexenio.

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