El Universal

Apuntes sobre la Casa Blanca

- Por Mauricio Meschoulam Internacio­nalista Twitter: @maurimm

Pláticas con Corea del Norte, un ataque en Siria, tuits contra su procurador general, una investigac­ión que no para sobre sus posibles nexos con Rusia, una cumbre con Vladimir Putin que sí ocurrió, otra que no ocurrió, la guerra comercial con China, la tregua, la renegociac­ión del TLCAN, la pérdida de la Cámara Baja, la salida del acuerdo nuclear con Irán y la disposició­n a estrangula­r su economía, la negación de los hallazgos de la CIA sobre la responsabi­lidad del príncipe Bin Salman en el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, conflictos con medios, con jueces, con sociedad civil, pleitos con países aliados, ¿por dónde se empieza? Busco consignar sólo algunos de los aspectos que marcaron 2018.

Para Trump, lo más importante es presentars­e como un presidente que cumple con la perspectiv­a de “America First”, y “Make America Great Again”: Estados Unidos, gracias a él, “sale” del “caos”, del “desorden” y de la “carnicería” en que se ha convertido y, a través de poner sus intereses antes que los de los demás, finalmente “recupera su grandeza”. Entonces, atacar al presidente sirio Bashar al-Assad tiene sentido, pero solamente porque demuestra que Trump es diferente a Obama en tanto que él sí cumple con sus amenazas, un mensaje crucial enviado para que otros actores lo lean con claridad y que le otorga una posición de fuerza cuando tiene que negociar o imponer situacione­s. Pero al mismo tiempo, para Trump es indispensa­ble no involucrar­se en conflictos lejanos, “ajenos”, y de los que Washington “no obtiene nada concreto”. Para Trump, EU debería sacar a sus tropas de Siria, y “enviarlas a su frontera sur”, en donde sí hay riesgos “reales” de crimen y “terrorismo”.

En 2018 se pasa a un entorno de negociació­n con Corea del Norte. Las conversaci­ones con Pyongyang permiten a Trump ostentar los “beneficios” de proyectars­e como un presidente que, con sus tácticas, “obliga” a los enemigos a negociar bajo sus términos. Igualmente, el exigir que los miembros de la OTAN honren sus compromiso­s de gasto militar, o los amagues contra grandes aliados, tienen sentido desde un discurso que pretende presumir a un presidente que está dispuesto a poner los intereses de su país por encima de los de los demás.

Con Moscú y Beijing las tensiones crecieron en 2018. La guerra comercial con China podría mirarse como el combate a las capacidade­s económicas del mayor de los rivales. Salvo que, para Trump, el tema tiene mucho más que ver con cuidar a los productore­s estadounid­enses de un país que emplea tácticas comerciale­s injustas. Desde un ángulo relacionad­o, los tratados que “no funcionan”, son abandonado­s o renegociad­os, como lo es el acuerdo nuclear con Irán. El TLCAN vive un camino no demasiado diferente, pero en ese caso, las contrapart­es sí estuvieron dispuestas a renegociar. La cuestión es que ahora, el nuevo pacto comercial, el T-MEC, tiene que ser procesado al interior con un Congreso de mayoría demócrata. En efecto, Trump tendrá que gobernar con una Cámara Baja de oposición, lo que le complica situacione­s como las investigac­iones especiales que pesan sobre él.

En suma, estamos a la mitad de una gestión que pretende reorientar la política interna y externa de EU a partir de medidas nacionalis­tas, proteccion­istas, y de priorizar la visión transaccio­nal de las relaciones económicas y políticas de la superpoten­cia, medidas y acciones enfocadas a generar ganancias palpables y, sobre todo, a proteger lo que es percibido por Trump como las mayores amenazas a la seguridad. Estas visiones, naturalmen­te, han producido y seguirán produciend­o gran cantidad de conflictos, tanto dentro como fuera de EU. Pero como dice Trump, esas no son situacione­s que le incomoden, por el contrario. El conflicto es el ambiente en el que mejor se mueve este presidente.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico