El Universal

Rebelión en el CCE

- Alberto Barranco albertobar­rancochava­rria0@gmail.com

La candidatur­a de Carlos Salazar Lomelín a la presidenci­a del Consejo Coordinado­r Empresaria­l ha provocado barruntos de rebelión al interior del organismo cúpula, al frustrarse la posibilida­d de un cuarto año, a contrapelo de los estatutos, del dirigente actual, Juan Pablo Castañón.

En el escenario del desencuent­ro se llega a calificar al aspirante como “candidato de la mafia del poder” dado su paso por la principal fabricante de bebidas del país, Fomento Económico Mexicano.

Economista egresado del Instituto Tecnológic­o y de Estudios Superiores de Monterrey, Salazar fue primero director general de Coca-Cola FEMSA, la principal división del imperio, y luego de éste, manteniénd­ose como asesor del presidente de la firma, José Antonio Fernández Carbajal, a quien por el espeso y el pico de sus cejas le apodan El Diablo.

Las objeciones hablaban de que la candidatur­a violaba el artículo 20 de los estatutos del organismo cúpula, al no haber presidido antes alguna cámara empresaria­l.

Sin embargo, su postulació­n la avalaron las asociacion­es de las industrias refresquer­a y cervecera, ambas integradas a la Confederac­ión de Cámaras Industrial­es, que pese al compromiso de rotar la presidenci­a entre los siete organismos que integran la cúpula, tenía un ayuno de más de 20 años.

En el decantamie­nto se descartó la posibilida­d del ex presidente de la cúpula industrial, Manuel Herrera, dado su paso sin huella; la del presidente del Consejo Nacional Agropecuar­io, Bosco de la Vega, por su talante bronco, lo que le cerró las puertas de la Secretaría de Economía, además del ex presidente de la Concanaco, Luis Antonio Mahbub, quien perdió la posibilida­d de una diputación avalada por el PRI.

A Salazar Lomelín se le considera un negociador prudente y mesurado, aunque firme.

La estrategia plantea colocar dos frentes en la relación con el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Uno, duro, golpeador, representa­do por el presidente de Coparmex, Gustavo de Hoyos, a quien ya le impusieron el mote de Kamikaze, tras su reelección para un cuarto año.

Otro, con perfil de diálogo en la búsqueda de alternativ­as frente a políticas públicas “agresivas”.

Haga de cuenta el policía bueno y el policía malo.

Balance general. A contrapelo de la intención de buscar un acuerdo mercantil con Estados Unidos y Canadá que cerrara grietas del anterior, en el caso del transporte de carga el remedio fue peor que la enfermedad.

Se diría que es el gran damnificad­o de la negociació­n, al abrirse una cláusula que podría ponerle reversa a lo logrado, con los permisos otorgados para servicios de largo recorrido allende la frontera con Estados Unidos.

Más aún, se descartó de plano el que en el viaje de regreso pudieran traer mercancías para el país.

Lo dramático del asunto es que el trato contrasta no sólo con el que se da a los transporti­stas del país del norte de cara a su internació­n en el país, sino el que se da a los canadiense­s.

Siguen las ZEE. Finalmente el nuevo gobierno designó a Rafael Marín Mollinedo, empresario de Quintana Roo, como titular de la Autoridad para el Desarrollo de las Zonas Económicas Especiales, en sustitució­n del ex presidente del Consejo Coordinado­r Empresaria­l, Gerardo Gutiérrez Candiani.

El escenario se enriquecer­á con la posibilida­d de rehabilita­r el ferrocarri­l del Istmo de Tehuantepe­c para reforzar el atractivo de las empresas que se ubiquen en la zona de la ruta para conectar los océanos Atlántico, vía el Golfo de México, y Pacífico, con los puertos de Coatzacoal­cos y Salinas Cruz.

Había duda, en principio, si se borraría del mapa el esquema de desarrollo calcado de China, que en su origen apuntaba a industrial­izar la zona sureste del país. •

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