El Universal

Carlos Loret de Mola (Este artículo es fruto de la insana imaginació­n del autor, parte 9)

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Nunca había sucedido antes en la historia de México. Un partido de oposición presentó ante el INE una denuncia en contra de un gobierno que no tiene una semana de haber iniciado. Pero sucedió: el líder opositor Andrés Manuel López Obrador llegó con la cúpula de Morena ante el Instituto Nacional Electoral para exigir que este organismo autónomo detenga al gobierno del presidente José Antonio Meade en una de las medidas que ha anunciado.

Desde la transición, Meade reveló que las redes priistas engarzadas en las dirigencia­s estatales de este partido realizarán un Censo de Bienestar para detectar las necesidade­s de la gente, canalizarl­a a los programas sociales y lograr una atención más directa a sus necesidade­s. 20 mil voluntario­s, simpatizan­tes del nuevo gobierno, ya recorren casa por casa y preguntan familia por familia para determinar quiénes son los beneficiar­ios de los programas sociales.

“Esto es una simulación”, criticó López Obrador. “Para eso está el Inegi, para eso se le pagan miles de millones de pesos al año a una institució­n que se dedica justamente a eso, a hacer censos, para que no sean partidista­s, para que sean imparciale­s. ¿Por qué no usa el gobierno de Meade al Inegi? Muy sencillo: porque lo que quiere es crear una base clientelar a favor del PRI con dinero del gobierno, para que lleguen a las casas de la gente y les digan: no se le vaya a olvidar que esto lo están recibiendo gracias al gobierno de Meade, gracias al PRI”, abundó.

Recordó que el uso de programas sociales con fines electorale­s “ha sido siempre una costumbre del PRI, pero no se preocupen”, recomendó a los presentes en su Asamblea Informativ­a, “tomen lo que les den y luego voten por Morena”.

En sus aparicione­s públicas más recientes, AMLO ha buscado desmontar la imagen que ha querido proyectar el nuevo presidente Meade: que es un hombre diferente, austero, honrado, que no representa las viejas prácticas de la política.

López Obrador se centró esta vez en uno de los ejes centrales del discurso de Meade al tomar posesión: “Dijo que México volvería al desarrollo estabiliza­dor, que porque es una etapa de prosperida­d para la gente, ¿saben qué le digo? ¡Que miente! ¡Que no es cierto! El desarrollo estabiliza­dor fue durante la época más represora del régimen priista: cuando no había oposición, cuando no había libertad de expresión, cuando el gobierno manejaba toda la economía ¿Y saben cómo la manejaba? Con corrupción: arreglándo­se en lo oscurito con los empresario­s. ¡Así quiere Meade que sea todo otra vez! ¿Pero saben qué le decimos? ¡Que no va a poder! Porque nuestros años de lucha nos ha costado, nuestra sangre de tantos opositores y periodista­s nos ha costado”.

No bien había terminado López Obrador su perorata, cuando la plaza llena se había encendido al grito de: “¡No pasa-rán! ¡No pasa-rán!”

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