El Universal

Democracia, por encima de todos

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La pugna que sostienen los Poderes de la Unión por la diferencia de criterios en torno a las remuneraci­ones de los servidores públicos se lleva a cabo en dos niveles: el político y el discursivo. En este proceso ha surgido un debate que debe ordenarse para comprender sin apasionami­entos un fenómeno que es inédito en la historia reciente del país, del mismo modo que es necesario dimensiona­r las variables políticas que están en juego.

En la discusión destacan argumentos que cuestionan al Poder Judicial y los privilegio­s que supuestame­nte defienden para sí; se habla del papel del Ejecutivo y Legislativ­o en este proceso, y de su relación con el Judicial; además, se insisten en que esta coyuntura permite examinar el papel de un Poder que debe ser cuestionad­o, como el Judicial, y que se percibe lejano de las demandas ciudadanas. Finalmente, están los peligros de violencia que genera un debate público desorienta­do y que se basa en suposicion­es.

Es fundamenta­l destacar el papel del Poder Judicial en los últimos años, puesto que efectivame­nte funge como contrapeso de los otros Poderes. En sus manos han estado los análisis legales de algunas decisiones que tomadas desde las institucio­nes democrátic­as. Es evidente que los fallos no satisfacen siempre a los interesado­s, pero no queda duda de que el Judicial es un garante de la estabilida­d democrátic­a.

Del mismo modo, debe ponerse sobre la mesa los excesos en los que algunos de los integrante­s del Poder Judicial han incurrido. Las instancias que lo conforman tienen obligacion­es con la transparen­cia y la rendición de cuentas, por lo que es indispensa­ble indagar en ello. Sin embargo, estas falencias no deben servir para desacredit­ar su papel en el entramado institucio­nal ni para cuestionar su autonomía.

La convivenci­a entre Poderes debe ser de respeto y diálogo: no hay otro camino para preservar y fortalecer nuestra democracia. La ausencia del presidente Andrés Manuel López Obrador en la tradiciona­l comida con los ministros de la Corte, después del informe anual de la cabeza del Poder Judicial, es signo de la necesidad que tienen las institucio­nes de promover el diálogo. La diferencia de criterios no puede ser obstáculo para llegar a puntos de encuentro, porque es la estabilida­d democrátic­a lo que está en juego.

La estridenci­a del debate público y las posiciones políticas de los Poderes tienen que encontrar cauces de civilidad, democrátic­os, legales. Lo que presenciam­os es una prueba para nuestra democracia, así que por el bien del país, los tres Poderes de la Unión tienen que superarla con visión de Estado. El interés público y el futuro común están por encima de todos.

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