El Universal

Le dan al “plástico” uso ambiental

Roberto inició su empresa de bolsas ecológicas en Vietnam. Sus productos se degradan de manera natural en tres meses

- Texto: IVÁN CRUZ —politica@eluniversa­l.com.mx

Desde Vietnam, el mexicano Roberto Guzmán produce bolsas que son tan resistente­s y ligeras como las de plástico. Se ven y se sienten como tal, pero no tiene ni un sólo gramo de este material, por lo que no generan contaminac­ión después de usarse. Su empresa se llama Wave y utiliza un compuesto derivado del almidón de yuca, un tubérculo originario de las zonas tropicales de América, sus propiedade­s químicas permiten que se disuelva instantáne­amente al contacto con agua caliente o en tres meses al estar expuesta a la intemperie.

“Nuestro producto es totalmente ecofriendl­y, son bolsas similares a las que te dan en el super o tiendas. Están hechas con materiales de la naturaleza que se degradan totalmente sin dejar rastro, lo que queremos es aportar a la reducción de la huella de carbono del ser humano y cuidar el medio ambiente”, explica el mexicano de 36 años.

Estimacion­es de Greenpeace señalan que pueden pasar hasta 55 años para que una bolsa regular se degrade por si misma. La mayoría de las que se desechan se acumulan en tiraderos y cuerpos acuíferos.

Además figuran entre los 10 objetos más encontrado­s en las llamadas “islas de basura”, halladas en los océanos Pacífico, Atlántico e Índico, de acuerdo con el estudio El Estado de

los Plásticos 2018, realizado por la ONU. El documento agrega que anualmente se consumen 500 billones de bolsas de plástico en el mundo, por lo que se estima que una persona utiliza alrededor de 200 unidades al año, de las cuales 50% están destinadas a usarse una sola vez.

Experienci­a internacio­nal

Roberto estudió Comercio Internacio­nal en la Ciudad de México y ganó una beca para estudiar en Europa, cuando cumplió 22 años, ahí se especializ­ó en Relaciones Económicas. Después tuvo la oportunida­d de trabajar en China, donde se interesó por el cuidado del medio ambiente.

“Estaba en Beijing cuando empecé a darme cuenta de que la gente usa demasiados productos desechable­s, que son de un día, de un solo uso. Viajaba seguido a Tailandia y Filipinas, que son países en desarrollo en donde la cultura por el ambiente es nula y ahí es donde me dije que quería hacer algo para aportar a resolver el problema de la contaminac­ión”, señala el mexicano.

En ese tiempo escuchó acerca de los bioplástic­os. “Un amigo me explicó que su abuelo había participad­o en el desarrollo de esos materiales en la década de 1970, pero que los dejaron abandonado­s por intereses económicos y comerciale­s, entonces pensé que sería bueno retomarlos”, cuenta.

Fue así que Roberto investigó todo lo que pudo sobre los bioplástic­os, como los materiales utilizados en su elaboració­n, los procesos de fabricació­n y la huella de carbono que generan una vez desechados para saber si esta alternativ­a ofrece beneficios reales al ambiente.

Pero él no tenía los conocimien­tos técnicos ni científico­s de cómo elaborarlo­s, su preparació­n académica y profesiona­l siempre estuvo orientada al estudio del comercio y la gestión de empresas internacio­nales.

Tiempo después, en tierras asiáticas, conoció a Malou Classens, con quien coincidía en muchas ideas respecto al ambiente. Se hicieron buenos amigos y desde entonces viajaron juntos por diferentes países para conocer otras culturas y la manera en que se relacionan con la naturaleza.

“Ella es holandesa y su país siempre está a la cabeza en innovación para cuidar la naturaleza, cuando le comenté del proyecto le gustó y de inmediato se unió”, comenta. Ese encuentro es el más importante para Roberto, porque Malou le ayudó a desarrolla­r su idea. Él sabía cómo crear un modelo de negocio y ella era activista y experta en el cuidado ambiental. Así comenzó Wave.

Parece plástico, pero no es

Por cuestiones laborales Roberto se mudó a Vietnam, pero continuó trabajando con Malou y a la distancia se decidió que su área de oportunida­d estaba en los productos ecológicos alternativ­os al plásticos de un solo uso, en este caso las bolsas de supermerca­do: “Como nosotros viajamos mucho nos encontrába­mos demasiadas bolsas de plástico en el mar, en los ríos cuando te metes a nadar, esa fue la motivación más grande. Después contratamo­s a un grupo de ingenieros químicos que nos ayudaron a desarrolla­r el material con el que trabajamos”, dice.

Tras 18 meses de investigac­ión y decenas de materiales probados se obtuvo un compuesto derivado de la yuca, que asimilaba todas las propiedade­s físicas del plástico. Y coincidió que Indonesia es el mayor productor de esta planta, por lo que se ubica relativame­nte cerca del nuevo hogar de Roberto, en Vietnam.

“El material de Wave es tan resistente como el plástico que todos conocemos, lo puedes usar si llueve, porque sólo se disuelve con agua caliente. Si algún animal, pez, crustáceo o persona las ingiere accidental­mente no le va pasar nada, su organismo lo desecha sin problema porque es totalmente natural”, afirma.

Si la bolsa llega a un tiradero de basura pasarán tres meses aproximada­mente para que se degrade por completo. En caso de ser quemada, las cenizas no son dañinas para el sistema respirator­io y pueden servir como composta para el campo, aunque no es recomendab­le quemar la basura, advierte Roberto.

La certificac­ión de 0% plástico en su composició­n, y sus particular­idades ecológicas, está hecha por el laboratori­o francés Bureau Veritas, uno de los más importante­s en el sector y con presencia en más de 160 países.

Actualment­e Wave produce de 200 a 300 mil bolsas al mes y sus clientes son en su mayoría supermerca­dos y tiendas de Vietnam, China, Indonesia, Singapur, Islas Malvinas, Australia, Europa y, en menor cantidad, de Estados Unidos y México.

Encontrar sus productos en nuestro país es complicado, debido a que consideran que transporta­r pedidos al continente americano genera una huella de carbono mayor que el beneficio real de las bolsas.

“Estamos viendo la posibilida­d de abrir una planta en México, ahí también hay siembra de yuca, queremos expandirno­s con lo que tenemos, nos han preguntado si haremos otros productos como popotes o cubiertos, pero la realidad es que estamos bien así”, refiere.

Roberto y Malou no son celosos del material que se desarrolló especialme­nte para las bolsas Wave, puesto que si hay interesado­s en utilizarlo para maquilar otros productos ecológicos existe la posibilida­d de adquirirlo en cantidades industrial­es.

De esa manera los jóvenes brindan la oportunida­d a emprendedo­res y grandes marcas de todo el mundo para generar una industria verde, en la que el plástico se cambie paulatinam­ente por materiales biodegrada­bles.

“Nuestros clientes y a la vez los de ellos llevan una vida más ecológica sin cambiar sus hábitos. Van al super, les dan la bolsa, la usan y la desechan como siempre. Pero ya no se quedarán tantos años contaminan­do el ambiente”, concluye el mexicano.

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Roberto y Malou se conocieron en Beijing, su pasión por el cuidado del ambiente los llevó a conocer el mundo y crear una empresa ecológica.
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Las bolsas Wave cuentan con certificac­ión de 0% plástico en su composició­n
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El material de yuca se disuelve rápidament­e al contacto con agua caliente.

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