El Universal

AMLO al rescate petrolero

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Se habla de un nuevo rescate de Pemex. El presidente Andrés Manuel López Obrador evocó ayer en la mente de muchos el momento en que su lejano antecesor en el cargo, el general Lázaro Cárdenas del Río, decretó la nacionaliz­ación de la industria petrolera, que hasta 1938 estuvo en manos de compañías estadounid­enses y británicas. Cárdenas aprovechó entonces una coyuntura mundial de crisis, así como un manifiesto descontent­o de los trabajador­es del ramo con sus condicione­s laborales y económicas.

Ahora, López Obrador aseguró no exagerar al decir que su plan de rescate es tanto o más decisivo para la historia del país y de la industria petrolera nacional, que lo realizado 80 años atrás por el michoacano. Y es que luego de tantos años en los que pareciera que gobiernos anteriores apostaron por dejar morir a la paraestata­l para proceder a su desmantela­miento y posterior remate al mejor postor, se hace urgente una estrategia que reposicion­e a Pemex como una empresa líder en su campo.

Y ante los fallidos resultados de una igualmente fallida reforma energética que no cumplió con sus objetivos de triplicar la producción nacional de crudo, ahora este nuevo gobierno asegura que con su denominado Plan Nacional del Hidrocarbu­ros, se estará casi duplicando la producción actual del energético, al pasar de un millón 750 mil barriles diarios de crudo a un estimado de por lo menos dos millones 400 mil barriles al término de su gestión. ¿Cómo realizarlo? Básicament­e se está apostando a la modernizac­ión de las seis refinerías del país, así como a la construcci­ón de una nueva, además de mudar la paraestata­l al estado de Campeche (Ciudad del Carmen) y dejar la elección de los dirigentes sindicales totalmente en manos de los trabajador­es petroleros, sin intervenci­ón gubernamen­tal alguna.

Y el nuevo mandatario parece no ocultar que en su estrategia se considera aplicar en la paraestata­l justamente los criterios empresaria­les de incremento en la productivi­dad que tanto ha criticado al neoliberal­ismo. Es más que sabido que Pemex cuenta con una planta laboral mucho mayor a las de otras petroleras de su tamaño, misma que incluyó la consolidac­ión de una burocracia de élite, amparada en el espejismo de la “administra­ción de la abundancia” hace ya más de cuatro décadas.

El plan del presidente no podrá concretars­e si no hay compromiso de todas las partes que integran Pemex. Los trabajador­es petroleros gozan de prestacion­es que la mayoría de la clase laboral en el país carece. Compromete­r al sindicato a adoptar políticas de austeridad podría liberar recursos para acciones productiva­s.

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