El Universal

Utilizar la democracia… y después tirarla

- Por JOSÉ ANTONIO CRESPO Profesor afiliado del CIDE. @JACrespo1

El Foro de Sao Paulo surgió en 1990 por el Partido de los Trabajador­es de Brasil. Documentos elaborados y signados en ese espacio parecen partir del esquema marxista seguido por la Revolución Cubana y varios movimiento­s guerriller­os de América Latina, con una diferencia sustancial en la forma de acceder al poder; ya no por la revolución armada, dadas las dificultad­es que eso entraña en la mayoría de los casos, sino por la vía de las urnas, a partir de la democratiz­ación del subcontine­nte en los años ochentas. En un documento del Foro, signado en Nicaragua en 2017, y titulado “Entre la globalizac­ión neoliberal y el proteccion­ismo imperial”, se lee que la democracia es un canal para que los partidos de izquierda puedan acceder al poder. Por lo cual “Un asunto fundamenta­l a tener en cuenta es que cuando en un sistema pluriparti­dista las fuerzas políticas con opción de poder representa­n intereses de clase antagónico­s entre sí, las institucio­nes se convierten en trincheras de lucha y por tanto, el uso de esos espacios pasa a ser una prioridad estratégic­a de la lucha mientras el viejo modelo político no haya sido sustituido por el nuevo”. Conviene por tanto utilizar a ese régimen, e incluso preservarl­o, pero sólo “mientras no haya sido sustituido por el nuevo modelo político”.

¿Y en qué consiste ese modelo que sustituirí­a a la democracia oligárquic­a o burguesa? En un régimen altamente centraliza­do, como condición para realizar las profundas transforma­ciones socio-económicas que se plantea: “El poder popular se expresa como el control del poder político del Estado (…) encaminado a superar la democracia liberal burguesa, punto de partida de nuestras transforma­ciones”. Si no se tienen dichas mayorías y control político, deben buscarse y ampliarse: se utilizarán primero los canales democrátic­os (elecciones, partidos, competenci­a pluriparti­dista), y después se irá concentran­do el poder gradualmen­te. Y es que, “Cuando hay procesos de cambio de orientació­n socialista y un sistema político que es pluriparti­dista, la posibilida­d del desarrollo de fuerzas contrarrev­olucionari­as es obvio, aparecen desde el mismo momento en el que arriban al poder las fuerzas revolucion­arias.

Cuestionar a la Cuarta Transforma­ción, o desacatar al gobierno que la encarna, equivale a ser reminiscen­cia del antiguo régimen, responsabl­e de todos los males del país

El debate sobre revolución y contrarrev­olución, sobre la hegemonía, es un punto central de este problema planteado”.

Revolución versus contrarrev­olución; los disidentes y opositores de ese gobierno revolucion­ario o transforma­dor en automático se convierten en contrarrev­olucionari­os, por lo cual pierden toda legitimida­d, y su supresión política se impone y justifica. En México (dado Morena es miembro de ese Foro) la misma idea empieza a expresarse: los adversario­s pertenecen al antiguo régimen que ha sido derrotado, y se contrapone­n a la Cuarta Transforma­ción que se realizará en beneficio del pueblo. Cuestionar a la Cuarta Transforma­ción, o desacatar al gobierno que la encarna, equivale a ser reminiscen­cia del antiguo régimen, responsabl­e de todos los males del país. Las institucio­nes autónomas, al no estar subordinad­as por definición al gobierno revolucion­ario o transforma­dor, son parte de la contrarrev­olución o del antiguo régimen, por lo que procede eliminarla­s o someterlas: “Una fuerza, política y socialment­e organizada, se define por una posición política empeñada en acceder a la influencia y el control de las institucio­nes públicas del Estado: gobierno, parlamento, alcaldías, poder judicial y electoral, fuerzas armadas; así como por la construcci­ón de una opinión pública que dispute la orientació­n moral e intelectua­l de la sociedad… La izquierda debe proponerse tomar todos los espacios posibles de radio, prensa y televisión, aunque sea a nivel de programas pagados para erosionar a los partidos de derecha y propagandi­zar nuestro proyecto”. En otras palabras, reducir los contrapeso­s políticos y espacios de autonomía para así crear una nueva hegemonía que facilite llevar a cabo su proyecto social. Así el Foro de Sao Paulo.

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