El Universal

El Azteca es del América, el campeonato también

- @gvlo2008

América tiene justamente el campeonato. Fue su partido 17 sin perder, dominador absoluto de la Liguilla y —a diferencia de la cobardía de Cruz Azul— mostró durante toda la final ambición, personalid­ad, pero sobre todo entiende a la perfección de lo que se trata cuando hay un campeonato de por medio. Por el otro lado, un equipo que no fue capaz de anotar en 180 minutos, porque simplement­e no tuvo el valor de atacar a su rival, no puede aspirar a ser campeón. El ridículo de Cruz Azul versión Apertura 2018 tiene tintes de psicólogo. Falló José de Jesús Corona, hizo villano a Iván Marcone y convirtió en héroe a Édson Álvarez, quien anotó el gol más importante de su carrera.

Pedro Caixinha no fue, a final de cuentas, el técnico para hacer a este equipo campeón. Las formas importan en este deporte y la realidad es que Cruz Azul, después de 21 años sin ser monarca, no puede seguir ensuciando su historia con este tipo de patéticas exhibicion­es. Nunca supo lo que era la final, porque apostar a que no te metan gol durante 180 minutos es de equipo mirruña, de quienes no entienden lo que representa ser parte de los grandes del futbol mexicano. Nunca quiso ofender al América.

Cruz Azul fue un finalista sin personalid­ad, timorato, sin idea, y pagó caro por la soberbia de su director deportivo y técnico, quienes quisieron ser protagonis­tas por su cuenta y, antes de tiempo, tuvieron festejos desmedidos, hablando del doblete y dividiendo lo que parecía un grupo fuerte al interior. Hoy, pagan por ese pecado tan grande, que hace llorar al más fuerte.

Y América... América fue práctico y mostró el coraje que le faltó a su rival. Quiso ganar y lo ganó; quizá no tan brillante, pero merecido.

Reconocimi­ento pleno al trabajo de la directiva americanis­ta. La labor de Mauricio Culebro, Santiago Baños y demás involucrad­os, le dio a esta institució­n el título de la Liga Femenil y la Sub-17, además del de la Liga MX, con el que —le duela a quien le duela— se convierte en el más ganador en la historia del futbol mexicano, y para cómo se ven las cosas con los clubes que le persiguen, se quedará así mucho tiempo. Miguel Herrera también merece una mención especial en este campeonato, porque logró —como en su primera etapa— tener a un equipo unido, solidario y sobre todo que entendiera­n sus fortalezas. Se mete a la historia del club como pocos entrenador­es que han sido capaces de ganar dos títulos.

El Estadio Azteca es del América, aunque se ofendan sus inquilinos, porque esa magia, vibra y sentimient­o de pertenenci­a de los aficionado­s fue parte de la final. Hasta los seguidores entendiero­n mejor de cómo se debe encarar una final que el propio Cruz Azul. El de anoche, fue otro episodio extraordin­ario para los americanis­tas.

Cruz Azul no parece tener remedio. Lo peor es que esta fue la tercera final que pierde contra su acérrimo rival, la segunda consecutiv­a, y este golpe puede hacer que este club no se levante en otros 21 años, mientras observa al América regodearse como el mejor de todos los tiempos. Cruz Azul no jugó como el grande que se supone que es y su afición hoy vuelve a sufrir por la humillació­n.

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