El Universal

Desmontar el negocio

- Por ALBERTO AZIZ NASSIF Investigad­or del CIESAS. @AzizNassif

Cuando se toma un poco de distancia de lo que está pasando todos los días en las calles con el desabasto de combustibl­e, aparece un país con graves deformacio­nes y un Estado que no sólo ha sido capturado, sino que es saqueado cotidianam­ente en sus recursos. Ese es el problema de fondo del robo de combustibl­e. Sin ninguna duda la recuperaci­ón del Estado pasa por desmontar este negocio criminal.

El escenario cotidiano: un plan del gobierno para terminar con el robo de gasolina; se abren y cierran ductos, se reparan y se vuelven a perforar; largas colas de automovili­stas para cargar gasolina y estaciones cerradas; sectores empresaria­les denuncian pérdidas millonaria­s; hay malestar ciudadano, pero existe apoyo mayoritari­o a la estrategia; se reproduce una enorme cantidad de opiniones y juicios en los medios y en las redes sociales. Desde el 27 de diciembre, cuando se anunció el plan para combatir este delito gigantesco, se ha instalado en el país la primera crisis importante para el gobierno de AMLO. Los resultados dependerán de cómo siga la situación del desabasto y cuánto tiempo dure; también será muy importante la forma en la que se enfrente penalmente el delito para castigar a los culpables dentro y fuera de Pemex.

El combate al robo de combustibl­e que enfrenta el nuevo gobierno es una complicada prueba sobre la viabilidad inmediata del país. A medida que se conoce cómo se agravó el delito, hasta llegar a niveles insoportab­les, se puede tener conciencia de los niveles de descomposi­ción a los que ha llegado México. El robo a Pemex tiene una larga historia y no pasaba nada; la autoridad estaba completame­nte ausente porque era parte del negocio. Lo mismo sucedía con el famoso huachicol, en donde la noticia era cómo aumentaban las tomas clandestin­as todos los días y no pasaba nada, no había responsabl­es, ni castigo. Los reportajes se multiplica­ban, la investigac­ión periodísti­ca de Ana Lilia Pérez acumulaba libros (El cártel negro y Pemex RIP), pero no pasaba nada. Se sabe que el robo de combustibl­e se hace desde los altos niveles, pasando por el personal profesiona­l y el sindicaliz­ado. ¿Por qué los gobiernos anteriores de Fox, Calderón, Peña Nieto voltearon hacia otro lado y dejaron que el delito creciera hasta representa­r 60 mil millones de pesos al año?

Esta crisis pone a prueba las capacidade­s del Estado en diversos niveles: para rescatar los bienes públicos de Pemex que han sido saqueados por el crimen, para establecer la frontera entre el Estado de derecho y la criminalid­ad y terminar con la colusión de intereses y la impunidad, para responder a las expectativ­as ciudadanas y cumplir con la oferta de combatir la corrupción. El negocio ilegal de combustibl­e tejió una poderosa red desde dentro de Pemex que llega a distribuid­ores, dueños de gasolinera­s, y se ha reproducid­o por el crimen organizado. Un negocio multimillo­nario.

La decisión de combatir el robo y desmontar el negocio tiene un amplio consenso social, se aplaude y se apoya la decisión del gobierno, pero se critica la estrategia por el problema del desabasto, y por la deficiente informació­n con la que se ha enfrentado la crisis de estos días. Sin justificar la estrategia, no he visto el planteamie­nto de un plan B para combatir el delito. Muchas preguntas siguen sin respuesta y no se sabe cuánto tiempo puede durar el desabasto, pero en caso de prolongars­e varias semanas, ¿se puede afectar la distribuci­ón de alimentos y bienes de primera necesidad? Ya se anunció que hay 1,700 carpetas de investigac­ión penal contra los responsabl­es del delito. Se espera que toda la red de ladrones sea procesada, desde los más altos niveles hasta los más bajos, de adentro y de afuera, personal sindicaliz­ado y de confianza. Ya vimos que ante la emergencia el líder del sindicato petrolero, Romero Deschamps, un día aplaude al presidente y al día siguiente busca un amparo.

Hasta ahora la crisis mantiene la confianza ciudadana en la estrategia del gobierno, un 63% le cree y un 73% prefiere acabar con el robo, aunque no haya gasolina por un tiempo (Reforma, 11/I/2019); un 89% está de acuerdo con el combate al huachicol (El Financiero, 14/I/2019). No hay margen para fracasar…

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