El Universal

En Cruz Azul no confían en sus jóvenes

- @gvlo2008 gerardo.velazquez@eluniversa­lbgwire.com.mx

No cualquier jugador puede llegar a un equipo como Cruz Azul. Eso ha quedado claro a lo largo de todos estos años, en los que —con tal de buscar el título que tanto se le ha negado— ha contratado por desesperac­ión a algunos futbolista­s de pobre calidad y dudosa procedenci­a, quienes han terminado siendo un verdadero fiasco o un simple negocio para algún promotor.

Se fue Iván Marcone y la respuesta de Pedro Caixinha fue buscar a un portugués que no tiene punto de comparació­n con la calidad y el aporte que le daba el argentino a la escuadra cruzazulin­a.

Y no es necesario tener que observar a Stephen Eustáquio todo un torneo para después sacar conclusion­es. No se trata de un jugador hecho, que se convierta rápidament­e en una respuesta para un club como Cruz Azul, en el que no hay tiempo para hacer experiment­os y terminar de “pulir” a una “joya” del futbol de otro país.

Cruz Azul necesita futbolista­s consolidad­os del extranjero; para jóvenes promesas, debería voltear a sus fuerzas básicas, darle la oportunida­d a mexicanos jóvenes. Este tipo de contrataci­ones desaniman a quienes forman parte de los equipos Sub-20 y Sub-17, porque simplement­e no confían en ellos.

Eso es lo que no gusta de la llegada de este mediocampi­sta, que parece más una compra de pánico que una adquisició­n planeada, pensada y trabajada. Acá está claro que es una apuesta de Pedro Caixinha avalada por Ricardo Peláez, algo que no debería haberse hecho de esa manera, ya que es cuando menos probabilid­ades de éxito existen, en relación a un fichaje.

Porque este equipo no necesita más Francinils­on Santos Meireles, mejor conocido como Maranhao; o a otro Maximilian­o Biancucchi, quien aunque es primo de Lionel Messi, en México se convirtió en una de las más vergonzosa­s compras en la historia. Y así podemos nombrar a otros más: Waldo Ponce, Roque Santa Cruz, Nicolás Bertolo, Achille Emaná o el último y que tanto escándalo le armó al propio Caixinha, Walter Montoya.

Es entonces que no se comprende si quien trae a este portugués es el técnico, que Peláez no haya utilizado su envergadur­a para evitarlo y cuestionar si se necesita a un jugador con el perfil de Eustáquio o hubiera sido mejor buscar una semana más para tratar de encontrar a alguien más parecido a Marcone, que es lo que realmente necesita Cruz Azul.

Lo que menos se entiende es que no se den tiempo para que, en lugar de traer a un futbolista de 22 años, aprovechen a uno que ya tienen en la plantilla como Rafael Baca y, al mismo tiempo, sacar y trabajar a alguno que ya esté en las fuerzas básicas. Segurament­e tienen a uno que recupere bien el balón y al que se pueda instruir.

Pero otra vez se les hizo más fácil comprar, aunque lo hayan hecho sin la certeza de que lo que están adquiriend­o tenga las credencial­es para responder a las necesidade­s del equipo de manera inmediata. Y eso, si comienza a jugar ya, o lo tienen que esperar más de cinco jornadas en lo que se adapta a la ciudad, al equipo, a sus compañeros y a todos esos pretextos que ponen. Por eso es que la apuesta de Caixinha es tan absurda como el hecho de haber perdido a Marcone.

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