El Universal

Busca a su hermano en fosas

• El joven ha recorrido 20 estados buscando cuerpos en fosas clandestin­as

- Texto: ARTURO DE DIOS PALMA Foto: SALVADOR CISNEROS

Desde hace cuatro años Mario Vergara busca a su hermano en fosas clandestin­as. Con una varilla, cuerda, pala, pico y una lámpara de mano ha recorrido 20 estados. En los cerros de Iguala, Guerrero, y sus alrededore­s, ha encontrado 200 cuerpos y más de 3 mil fragmentos de huesos. No pierde la esperanza y sabe que si él no logra hallar a su hermano, alguien más lo hará.

Datos oficiales señalan que hay 40 mil 180 desapareci­dos en el país.

Chilpancin­go.— Mario Vergara Hernández se convirtió en un experto en encontrar muertos. Desde hace cuatro años, con una varilla, cuerda, pala, un pico y una lámpara de mano sale a buscar fosas clandestin­as a cualquier parte de México.

Busca a su hermano Tomás, secuestrad­o el 5 de julio de 2012 en Huitzuco. Un día, Tomás salió a trabajar su taxi y no regresó. La familia comenzó a recibir llamadas en las que les pedían dinero por la vida de él. Denunciaro­n ante las autoridade­s el plagio y decidieron no pagar el rescate. Comenzaron las amenazas. La vida le cambió a toda la familia.

“Mi mamá decía ‘ve a buscar a tu hermano a los cerros, dicen que ahí los entierran’, pero yo no sabía nada y además tenía miedo”, recuerda.

Sin embargo, Mario salió a buscarlo en fosas clandestin­as después de una tragedia: la desaparici­ón de los 43 estudiante­s de la Normal Rural de Ayotzinapa. En esos días, Iguala y toda la región estaba llena de policías y militares, así como de organizaci­ones sociales; eso les dio valor.

“Los padres de los 43 [normalista­s] son mis héroes, ellos nos dieron la muestra de cómo buscar y cómo terminar con el miedo”, dice Mario.

Desde entonces no ha parado de buscar fosas. A su negocio —que es un billar—, llega la gente, toma un trago, juega unos minutos y luego de forma discreta deja papelitos con la ubicación de posibles fosas clandestin­as. Con frecuencia se acercan a Mario hombres o mujeres a contarle que en un cerro o un paraje escucharon cómo excavaban o los gritos de dolor, o cómo cuando caminaban por el campo pisaron un hueso. También ha recibido informació­n de quienes cavaron las fosas.

Han pasado cuatro años y Mario no ha encontrado a Tomás, pero tiene más esperanzas que nunca de hallarlo. Han sido años de aprendizaj­es. Está más preparado. Y si eso no ocurre, alguien más lo hará.

Por ejemplo, Saturnino, su sobrino, el hijo de su hermana Mayra.

Saturnino tiene siete años y ya comenzó a aprender a buscar fosas clandestin­as; la otra esperanza de Mario está en Julietita, su hija. Ella ya es una desplazada por la violencia. Por las amenazas que ha recibido su padre, la pequeña no puede vivir en Huitzuco, pero cada vez que puede lo visita, se pone el pañuelo rojo, toca los huesos y cada vez más se entera de lo que hace su padre.

“Han sido cuatro años de mucho aprendizaj­e, pero sobre todo de sembrar, hemos sembrado la semilla en muchas familias y lo mejor es que mi familia ya no está sola”, resume.

En estos años, Mario ha recorrido por lo menos 20 estados buscando cuerpos, contando su historia, pero también aprendiend­o. “En Piedras Negras, Coahuila, los malos queman a las personas y los huesos quedan como uñas, eso lo he aprendido”.

En los cerros de Iguala y sus alrededore­s, Mario ha encontrado unos 200 cuerpos y más de 3 mil fragmentos de huesos, que podrían representa­r 10 o 15 cuerpos más.

Cuarta brigada. Este 19 de enero, Mario encabezará la Cuarta Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desapareci­das. Participar­án colectivos de 20 estados y de otros países, como las Madres de la Plaza de Mayo, que buscan a los desapareci­dos por la dictadura en Argentina o las madres de migrantes centroamer­icanos, así como los papás y mamás de los 43 estudiante­s de Ayotzinapa.

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Con el apoyo de su pala, pico y lámpara, Mario ha encontrado unos 200 cuerpos y más de 3 mil fragmentos de huesos, que podrían representa­r 10 o 15 cuerpos más.
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Mario ha sembrado en su familia la semilla de la búsqueda; considera que si algo le pasa a él, alguien más seguirá tras la huella de Tomás, su hermano.

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