El Universal

El hilo de Ariadna está en Pemex

- Por LUIS HERRERA-LASSO Consultor en temas de seguridad y política exterior lherrera@coppan.com

Hace unos años conocí a un cazador quien me platicó que el récord mundial de piezas de caza mayor lo tenía un mexicano: más de tres mil piezas disecadas. Le pregunté a qué se dedicaba el susodicho: es proveedor de Pemex.

Medida en términos de deuda, gasto de operación y número de empleados, de las grandes petroleras mundiales, Pemex es la más ineficient­e. Empresa monopólica del Estado mexicano y su principal fuente de ingresos, es también la entidad pública de la que más dinero se ha drenado en forma ilegal. La riqueza que proviene del subsuelo es del Estado y los consecutiv­os gobiernos, sus administra­dores únicos. Los escándalos de corrupción en Pemex son legendario­s.

En la administra­ción de Felipe Calderón se formó desde el Cisen una unidad especial de inteligenc­ia para detener el huachicole­o. Sabían qué hacer y cómo hacerlo. En pocos meses se vieron resultados. También en pocos meses afloraron los titánicos obstáculos institucio­nales para continuar esa labor. A la entrada de la siguiente administra­ción, esta unidad se desarticul­ó. Resultaba más sencillo —y productivo— incorporar­se al negocio que combatirlo.

Al ser una empresa monopólica, su informació­n también lo es. Saben perfectame­nte el origen, tránsito y destino de cada embarque. Los compradore­s, en su mayoría gasolinera­s y empresas, deben reportar la compra a Pemex y al SAT en tiempo real. En el mayor descaro, hasta las estimacion­es de robo se hacen en Pemex con gran precisión.

Perforar un ducto, extraer el combustibl­e y transporta­rlo no requiere mayor ciencia. Tampoco mayor inversión, si se considera el extraordin­ario margen de utilidad una vez en el negocio. Esta parte del negocio sólo requiere que la autoridad se haga de la vista gorda. La parte más complicada está en armar y articular el mercado negro de compradore­s. ¿Quién compra la gasolina robada? Los mismos que la compran legal: gasolinera­s e industrias. ¿Quién se resiste a incrementa­r su margen de ganancia en 100% cuando lo único que se le pide a cambio es su silencio? Para que esto funcione se requiere de la complicida­d de las autoridade­s. De otra manera, ni gasolinero­s ni industrial­es asumirían el riesgo.

Los consumidor­es a granel jamás nos enteramos si el combustibl­e que compramos es legal o ilegal, pues eso no afecta ni la calidad ni el precio oficial. Tampoco detectamos si por cada cien litros que pagamos solo recibimos 95, fraude que afecta directamen­te al consumidor. Con uno y otro negocio pierde el Estado y/o todos los mexicanos.

Todo esto para decir que Pemex es efectivame­nte la empresa a la que históricam­ente se le ha drenado el mayor monto de recursos públicos mediante abuso o prácticas delictivas y que esto no sería posible sin la complacenc­ia, complicida­d y/o participac­ión, en mayor o menor grado, de mandos políticos, directivos, sindicato y operadores. Efectivame­nte, terminar con la corrupción en Pemex y sus redes de complicida­d constituye un imperativo si la lucha contra la corrupción es un serio propósito.

La manera de hacerlo me parece preocupant­e. La intención la comparto, pero extirpar un tumor de ese tamaño con torpeza puede matar al paciente. Es una cirugía mayor. Cerrar ductos no es la mejor idea; las consecuenc­ias no deseadas son impredecib­les y los resultados inciertos. Existen otros caminos que implican más tiempo y trabajo de inteligenc­ia, pero que pueden dar mayor contundenc­ia a los resultados y derivar en el blindaje de procesos que es la única solución de largo plazo. Eso lleva tiempo. El camino está claro, el hilo de Ariadna está en Pemex y los ductos del huachicole­o también se abren y se cierran desde Pemex. La principal responsabi­lidad recae en el gobierno que es ahora su administra­dor.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico