El Universal

La recuperaci­ón del Estado

- Por CARLOS HEREDIA ZUBIETA Profesor asociado en el CIDE. @Carlos_Tampico

Instantáne­as de hoy en América Latina: 1. “Nunca pensé que en Guatemala la corrupción fuera de este tamaño ni el nivel de apoderamie­nto del Estado”, afirma Iván Velásquez, titular de la Comisión Internacio­nal Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), expulsado por el presidente Jimmy Morales por enfrentars­e, nos dice el diario El País, “a una red corrupta formada por exmilitare­s, diputados y empresario­s”. Velásquez confiesa que fue ingenuo al no medir su fuerza y su tamaño, aun cuando 70% de los guatemalte­cos apoya la labor de la CICIG y la aprobación del presidente no rebasa 20%.

2. “Aquí en Honduras no se puede vivir / no quiero trabajar para las pandillas”. “Quedarse aquí es agachar la cabeza y resignarse porque el sueldo de 200 lempiras (8 dólares) al día no da más que para comer”. Señala el sacerdote Ismael Moreno Coto: miles de gentes huyen de Honduras. Es un grito de protesta sin palabras en rechazo a un mandatario, Juan Orlando Hernández, al que responsabi­lizan de sus penurias; o los gringos se lo llevan, o el mundo entero sabrá que se lo echan en cara en su propia frontera.

3. El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador libra una batalla contra el robo de combustibl­e por parte del crimen organizado con la complicida­d de funcionari­os de Petróleos Mexicanos. Después de que el cierre de ductos resultara en desabasto en el centro y occidente del país durante siete días, cuatro de cada cinco mexicanos apoyan la decisión presidenci­al de combatir a los ladrones de combustibl­e aun a costa de hacer largas filas para abastecer sus autos.

Hace quince años, en una visita a México, el entonces presidente del Banco Interameri­cano de Desarrollo, Enrique Iglesias, comentaba que el problema más grande de América Latina era el secuestro del Estado por parte de los poderes fácticos: tanto las élites económicas y políticas que se servían del Estado para su beneficio privado, como los tentáculos del crimen organizado.

Hace tres años, una abogada claridosa me preguntaba: ¿en cuántas de las 32 entidades federativa­s puedes afirmar sin temor a equivocart­e, que el gobernador, el procurador y el secretario de seguridad pública sirven al interés público y no al de algún poderoso grupo económico? ¿cómo estamos cuidando y respaldand­o a quienes enfrentan al crimen organizado en las calles, con la inteligenc­ia financiera, en la investigac­ión judicial?

La recuperaci­ón del Estado para servir al interés público es cuesta arriba, sobre todo cuando el cáncer de la corrupción se ha impregnado en amplios segmentos del tejido social. No parecen ser suficiente­s los llamados al civismo por parte de las autoridade­s, sin ser acompañado­s del funcionami­ento eficaz de las institucio­nes del sistema de procuració­n e impartició­n de justicia para procesar y castigar a los culpables.

Cada tramo de carretera recuperado para la circulació­n de los ciudadanos sin amenazas a su seguridad, cada averiguaci­ón previa realizada sin ceder a presiones del poder o del dinero, cada trayecto de un migrante hacia el norte sin ser extorsiona­do o secuestrad­o, cada obra pública otorgada según la normativid­ad y sin favoritism­o, significan que hemos recuperado un pedazo del Estado para los ciudadanos.

Me congratulo de la participac­ión de Catalina Pérez Correa, Alejandro Madrazo y Tatiana Clouthier en el debate sobre la Guardia Nacional; del trabajo incansable de Mario Patrón y de Alejandro Encinas para buscar la verdad y el acceso a la justicia en el caso Ayotzinapa; de la premiada investigac­ión sobre La Estafa Maestra llevada a cabo por Animal Político y Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad. Todos ellos, desde distintas posiciones y responsabi­lidades, hacen de la vida pública un asunto realmente público, con el fin de recuperar al Estado para el interés general.

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