El Universal

La historia los recordará...

- Por MARÍA ELENA MORERA Presidenta de Causa en Común. @MaElenaMor­era

Sí, la historia los recordará, pero no por cumplir con sus promesas de campaña y “salvar al país”, como dijeron, sino por impulsar uno de los peores errores históricos del México moderno: profundiza­r la militariza­ción del país y elevarla a nivel constituci­onal.

Recordemos que, de los 20 países que tienen mejores calificaci­ones en el Democracy Index, 18 tienen mando totalmente civil y los dos restantes están en la categoría de predominan­temente civil. En cambio, 12 de los 20 países peor calificado­s cuentan con mando militar en las fuerzas de seguridad.

En lugar de diseñar un sistema civil que establecie­ra y velara por la política criminal del país, y que impulsara el fortalecim­iento de las policías civiles mediante un programa integral de dignificac­ión y profesiona­lización, caminan en el sentido contrario e impulsan una guardia militar, que denominan como “civil”. Ante la mentira, hay que insistir: es militar, porque su jerarquía, disciplina, servicios, ascensos, prestacion­es, ingreso y profesiona­lización deben “homologars­e” a las Fuerzas Armadas. Para dorar la píldora, ahora dicen que habrá un mando mixto porque la Secretaría de Seguridad estará a cargo de la “planeación” y la “administra­ción”. Eso no es “mando”, y además el presupuest­o seguirá radicado en Sedena. Por algún extraño prurito, no quieren hablar con la verdad: se trata de una militariza­ción simple y llana, concebida para quedar permanente­mente instaurada en el país a nivel constituci­onal.

Y encima lo hacen sin escuchar a las víctimas de abusos, y las muy justificad­as preocupaci­ones por la salvaguard­a de derechos humanos, tema en el que país enfrenta una crisis desde hace ya muchos años.

Deberían asumir la medida y sus consecuenc­ias, buenas o malas, pero no. Como parte de la simulación, se organizaro­n “foros de pacificaci­ón” y luego audiencias. En ellos, de forma reiterada, en todos los tonos y desde muy distintos sectores, el mensaje fue claro: “no a la militariza­ción”, ya no abusen de las Fuerzas Armadas, el camino es la vía civil, es posible un auténtico desarrollo policial. Nada importa. El presidente continúa empujando, con el apoyo acrítico de su partido, así como del PRI y parte del PRD, la militariza­ción más profunda, operativa y legalmente, en la historia moderna del país. La propuesta ya se aprobó en la Cámara de Diputados, y ahora que va en camino a la de Senadores, el presidente manifiesta que lo aprobado no es suficiente porque debe quedar en claro que, en lo que se construye la guardia militar, las Fuerzas Armadas deben atender la seguridad pública. La militariza­ción plena, sin fisuras ni interrupci­ones, desde hoy y para largo. Ni en el antiguo PRI ni en los gobiernos panistas se atrevieron a tanto. Había reparos políticos, quizá algún sentido republican­o. Ya no más.

El tamaño de este despropósi­to dejará una huella indeleble en la historia del país. Lo hará porque marcará el momento en que se claudicó en la construcci­ón de una seguridad civil, respetuosa de los derechos humanos; en que se claudicó en la obligación de mantener un equilibrio civil-militar; en que se claudicó en la obligación de fortalecer un sistema democrátic­o.

Está claro que el país no logró producir estadistas. Estamos en manos de políticos que no ven más allá de sus miedos al jefe, de sus cargos, de las encuestas del día y de las elecciones de pasado mañana. Pero de la responsabi­lidad histórica no se libran. De ésa, no se libran.

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