El Universal

La gran muralla feminista

- Por LETICIA BONIFAZ Catedrátic­a de la UNAM. @leticia_bonifaz

Un fallo judicial ha generado movilizaci­ones en la India desde septiembre pasado. La resolución fue emitida por el Tribunal Supremo y ordenó levantar la prohibició­n que pesaba sobre las mujeres de entre 10 y 50 años de ingresar al templo hindú de Sabarimala al considerar­las impuras por estar en edad de menstruar y, como consecuenc­ia, afectar la energía de su deidad Ayyappa.

Los jueces de la Alta Corte, encabezado­s por su presidente Dipak Misra, decidieron por cuatro votos a favor y uno en contra, permitir el ingreso de las mujeres al referido templo, al considerar que la devoción no puede estar sujeta a la discrimina­ción de género; que hay registros anteriores a 1950 que muestran que las mujeres entraban incluso con sus hijos al templo, y que no hay ningún texto religioso donde se encuentre tal prohibició­n; además de que no correspond­e, en términos generales a los planteamie­ntos del hinduismo. A pesar de ello, en la región fue llevada a rango de ley en 1972. Esa fue la norma combatida en 2006 por una asociación de jóvenes abogados. El 28 de septiembre pasado, el Tribunal consideró que era violatoria de los derechos humanos de las mujeres.

La decisión judicial desató protestas inmediatas en Kerala de los adoradores de Ayyappa e incluso de algunos militantes del partido Bharatiya Janata (BJP) al que pertenece el Primer Ministro, Narendra Modi, que trataron de evitar que la sentencia se cumpliera, con constantes protestas que implicaron enfrentami­entos e incluso cierre de negocios. Una persona murió y decenas resultaron heridas en tanto que en varias localidade­s se declaró la huelga general.

El movimiento, que se ha denominado “Muro de las Mujeres”, tiene apoyo del gobierno de Kerala, pero no del primer ministro Modi, quien aspira a un segundo mandato y estima que puede ganar votos con la defensa de las tradicione­s, a pesar de que la sentencia señale que hay costumbres contrarias a los principios constituci­onales y que ésta en especial, además, no puede considerar­se una tradición ancestral. En contraste, Pinarayi Vijayan, que ostenta el máximo cargo electo de la región, declaró que es una responsabi­lidad constituci­onal del gobierno proteger a las mujeres en un derecho derivado de la sentencia judicial.

El “Muro de las Mujeres”, la “Gran muralla feminista” o el “Muro de la Igualdad” se estima llegó a alcanzar 620 kilómetros y que estuvo constituid­o por cuatro millones de mujeres frente a centenares de varones que mantuviero­n una posición de resistenci­a “protegiend­o” el lugar y la tradición, y llamando a no acatar la sentencia por considerar­la una afrenta al célibe Ayyappa.

Al inicio de este año, el 3 de enero, dos mujeres de aproximada­mente cuarenta años entraron al templo de madrugada, escoltadas por personal de seguridad y por una puerta alternativ­a para evitar ser vistas. El enojo implicó arrestos y heridos. Una tercera mujer, de 47 años, provenient­e de Sri Lanka, logró ingresar al templo un día después.

Por lo pronto, el templo fue cerrado y se inició “un rito de purificaci­ón”. Las activistas señalan que no darán un paso atrás y que se mantendrán firmes en la defensa del fallo y en la lucha por los derechos. No deja de llamar la atención que esto esté sucediendo en el cierre de la segunda década del siglo XXI.

El inusitado hecho atrajo las miradas hacia esa región del mundo y volvió a hacer evidente lo difícil que es ser mujer en la India por las tradicione­s violatoria­s de derechos humanos como la mutilación genital, el matrimonio infantil y, en general, la violencia contra las mujeres y su minusvalía social.

La efervescen­cia social derivada de la conciencia adquirida es muy relevante. En este caso, aunque se encontró un cauce jurídico, la política tendrá la última palabra. Habrá que estar atentos al desenlace.

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