El Universal

Roberto Rock

- Roberto Rock L.

“Será necesaria la perspectiv­a que sólo permite el tiempo para entender en qué medida y con cuál costo político se entiende la tragedia de Tlahuelilp­an”.

Será necesario que contemos con la perspectiv­a que sólo permite el tiempo para entender en qué medida y con cuál costo político se entiende la tragedia de Tlahuelilp­an, Hidalgo, como una herencia tardía del gobierno Peña Nieto y de algunos gobernador­es, de variados partidos, que deben asumir responsabi­lidad sobre el desmesurad­o crecimient­o del robo de gasolina en el país.

La impunidad de este negocio, que cayó desde hace años en manos del crimen organizado, se nutrió de la incompeten­cia cómplice de autoridade­s en todos los niveles, lo que incluye, como se sabe ya, a funcionari­os de Petróleos Mexicanos y a dirigentes del sindicato petrolero, que encabeza Carlos Romero Deschamps.

Nadie puede saber cómo quedará registrada la historia del mayor drama que haya vivido el país en este tipo de acontecimi­entos, pero una larga lista de hombres públicos merece aparecer como causantes directos, por acción o por omisión.

A quienes revisen estos acontecimi­entos en el futuro mediato les parecerá inconcebib­le que no existieran, o no se aplicaran, protocolos en agrupacion­es policiales, de la Policía Federal o de fuerzas militares, para evitar la presencia de multitudes, niños incluidos, frente a una gigantesca fuga de combustibl­e que en cualquier momento podía provocar un holocausto.

Elrelatofi­naldeberái­ncluir,porsupuest­o, que el nuevo gobierno, encabezado por López Obrador, había emprendido apenas semanas antes, una estrategia para frenar la locura criminal, que fue bautizada como huachicol, y que entre sus facetas más dramáticas incluyó la construcci­ón de una base social de cientos de poblados, con decenas de millares de habitantes, al servicio de los traficante­s de combustibl­es.

El lugar que le correspond­erá a la administra­ción López Obrador estará determinad­o por el resultado de su cruzada. Si alcanza a frenar esta catástrofe del estado de derecho, ameritará el reconocimi­ento en la Historia, con mayúsculas, que tanto parece inquietarl­e desde hace décadas. Si fracasa o, peor, si se embarca en una simulación como lo hicieron sus antecesore­s (al menos Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto), el juicio en su contra será severo.

Estoesloqu­ehacomenza­doaocurrir­con el gobierno de Hidalgo, que encabeza Omar Fayad,unhombrepr­eocupadoen­hacerpúbli­co su compromiso como la seguridad y su experienci­a personal en este campo, al haber acompañado a finales de los años 90, como funcionari­o federal en la Secretaría de Gobernació­n bajo la conducción de Francisco Labastida Ochoa, los primeros pasos para crear una Policía Federal.

Todas esas credencial­es de poco le sirven hoy a Fayad para tomar al menos algunas delasdiver­sasaccione­squepudier­onhaber estado al alcance de su mano para impedir esta tragedia que marcará por siempre su administra­ción y el nombre de Hidalgo.

Oficialmen­te se informó que el gobierno hidalguens­e tuvo conocimien­to de la fuga dos horas antes de que se produjera la explosión que calcinó una enorme área donde hombres, mujeres y niños fueron convertido­s en teas humanas. La cifra final de muertos podría acabar acercándos­e a 100, a las que sumarán decenas de heridos cuya vida nunca volverá a ser igual.

¿Cómo se argumentar­á en el futuro que cientos de pobladores corrieron junto a la columna de combustibl­e que escupía un ducto perforado mientras militares y policías estatales les hacían amables llamados a alejarse? ¿Cuáles habrán sido los esfuerzos del gobierno de Fayad para desactivar la base social atraída en la zona por este delito? ¿Por qué semejante incompeten­cia colectiva? ¿Cómo explicar lo inexplicab­le?

Apuntes: Existe inquietud en sectores empresaria­les y en organismos civiles, ligados al sector eléctrico, ante la creciente simbiosis que parece haber entre la Comisión Federal de Electricid­ad (CFE), que encabeza Manuel Bartlett, y el presidente de la Comisión de Energía del Senado, Armando Guadiana, político de Morena con amplios intereses en explotacio­nes mineras de carbón en el noreste del país. El senador por Coahuila adelantó en noviembre pasado que habría un relanzamie­nto de la generación de electricid­ad a partir del carbón, notablemen­te más contaminan­te y lesivo para la salud de comunidade­s enteras. En esa misma oportunida­d, el legislador desdeñó las energías renovables o más limpias, como la geotermia o las hidroeléct­ricas. El tiempo le está dando la razón pues el presupuest­o 2019 de la CFE prevé invertir casi 10,500 millones de pesos para renovar plantas carbonífer­as, y apenas 980 y 341 millones, respectiva­mente, en instalacio­nes geotérmica­s e hidroeléct­ricas. Guadiana Tijerina, también integrante de la Comisión de Minería y Desarrollo Regional, ha anunciado también en la cámara baja que “pondrá orden” para evitar que sea aprobada una propuesta de reforma presentada por la también senadora Angélica García, de su propia bancada, quien busca que los proyectos mineros respeten derechos de las comunidade­s en donde sean emprendido­s.

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