Tres años de recrudecimiento en el combate a huachicoleros
• A partir de 2015, fuerzas federales y grupos delictivos comenzaron los enfrentamientos • Más de 100 muertes desde 2010 se acumulan por accidentes en ductos perforados
La batalla que se ha desatado entre el gobierno mexicano y los delincuentes que roban combustible de los ductos de Pemex no es nueva. El Ejército y la Marina han intensificado una guerra contra los huachicoleros desde 2016, hecho que se refleja en los al menos 55 enfrentamientos que las autoridades han mantenido con estas células en los últimos tres años.
Una búsqueda hemerográfica realizada por EL UNIVERSAL deja ver que, mientras en 2012 apenas se hablaba del arresto de algunos “chupaductos”, en los años siguientes hubo decenas de muertos.
A partir de 2016 se intensificó el flujo de información de este tipo. En este primer año, donde la guerra comienza a ser más notoria, se registraron al menos 10 batallas entre las dependencias de seguridad y las bandas delictivas. Tamaulipas y Puebla fueron los estados donde más se concentraron los enfrentamientos, pero fue en el municipio de Palmar de Bravo donde hubo más altercados: fue el 3 de mayo cuando murieron 10 personas y 12 más resultaron heridas debido al choque entre la Sedena y las células delictivas.
Sin embargo, ese no fue el único enfrentamiento del año, sino que se registraron al menos otros 17. De esos altercados, 18% fueron registrados en el estado de Puebla.
El Estado de México y Tamaulipas completaron la lista de los lugares donde se registraron dichas batallas hace dos años. Autopistas obstruidas por camiones incendiados, campos a punto de explotar por una perforación a un ducto de Pemex, e incluso ciudades como Puebla, se convirtieron en el escenario en el que no sólo el Ejército y la Marina entraron en conflicto con los huachicoleros, sino que a los 55 enfrentamientos que disputaron estas instituciones habría que sumarles las batallas que lidiaron las policías estatales y municipales.
El último año, 2018, fue el más cruento para las instituciones de seguridad federales. En total, se presentaron 27 conflictos, y una vez más Puebla fue el estado más afectado.
Las muertes en accidentes por robo en ductos también han aumentado en años recientes. Antes de la de este viernes en Hidalgo, el mayor número de víctimas mortales por la explosión de una toma clandestina que se salió de control se registró en San Martín Texmelucan, Puebla, cuando un incendio en un ducto de Pemex causó la muerte de 30 personas y dejó más de 50 heridos. Era la madrugada del 19 de diciembre de 2010.
En magnitud, por el número de muertos, le siguió la ocurrida el 26 de marzo de 2015, cuando una pipa que transportaba 60 mil litros de gasolina volcó sobre la carretera Cárdenas-Coatzacoalcos, a la altura de La Venta, en el municipio de Huimanguillo, Tabasco. Los lugareños intentaron recolectar el combustible cuando un flamazo provocó una explosión, con un saldo de 22 muertos, entre ellos tres menores.
En un recuento basado en notas publicadas en EL UNIVERSAL, se contabilizaron más de 100 muertos en incidentes relacionados con la ordeña de ductos. Unos 30 en 2010; uno más en 2012; cuatro en 2013; 27 en 2015; 22 en 2017, y 17 durante 2018. de una prueba de ADN para identificarlos, pero ese no fue el principio del adiós.
Aunque autoridades estatales e incluso el gobierno de la República aseguraron que correrían con los gastos funerarios de las víctimas del siniestro en Tlahuelilpan, a la familia de César una funeraria le intentó cobrar 6 mil pesos por un “embalsamamiento y otros gastos, como cirios y una cruz”.
No obstante, tras las diligencias y los reclamos, esto no sucedió. No se lucró con la muerte, al menos no con la de él. Así, el cadáver de César se convirtió en el primero en ser entregado a sus familiares.
Él fue despedido como un día lo pidió. “Si me muero vélenme en el lugar donde fui feliz, en el hogar en el que viví con mi esposa”, recuerda doña Tere, su suegra, las palabras testamentarias que dejó César.
Y así ocurrió, las exequias se realizaron en una estrecha calle de Tlahuelilpan, donde tenía su hogar, ahí César fue velado por la noche. A sus hijos más pequeños se les explicó que no verían más a papá.
A César le lloraron su madre, su esposa, sus hijos, sus hermanos y sus vecinos. Hoy por la mañana, sus restos se velarán en una misa, antes de ir a parar al sepulcro.