El Universal

¿Por qué sucedió la tragedia de Tlahuelilp­an?

- Por EMILIO LEZAMA Analista político. @emilioleza­ma

Miles de mexicanos hemos conocido la existencia de pueblos y comunidade­s a través de la tragedia. En el país existe toda una nomenclatu­ra asociada a tragedias humanitari­as, criminales y sociales. De Atenco a Tlahuelilp­an, cada uno de estos acontecimi­entos tiene una historia particular, violencia de estado, corrupción, crimen, pero todas comparten un trasfondo: la ausencia de Estado de derecho y la ausencia de institucio­nalidad.

Mucho se podrá hablar de las particular­idades de lo sucedido en Tlahuelilp­an, pero segurament­e poco se hablará de lo que permite que estas tragedias sean un hecho recurrente en México. ¿Cómo se explica la existencia de una guardería sin extintores y al lado de una bodega llena de material incandesce­nte? ¿Cómo se justifican las decenas de muertes en bodegas llenas de pólvora y cohetes cada año? ¿Cómo pueden 43 jóvenes ser asesinados a unos kilómetros de una base militar?

Las explicacio­nes individual­es dan luz sobre casos de corrupción, incompeten­cia y desdén generaliza­do de las autoridade­s, pero el enfocarse en lo particular no permite contrarres­tar un problema que es generaliza­do. La corrupción, el compadrazg­o, el valemadris­mo y la incompeten­cia no son exclusivos de un sector poblaciona­l, más bien son caracterís­ticas generales de la administra­ción y la función pública y privada en México. Como no hay reglas parejas, ni quién las haga cumplir; como las autoridade­s públicas y privadas del país viven al margen de toda legalidad, en México cada esquina es una potencial tragedia a futuro.

Esto tiene uno de sus orígenes en la forma en cómo se administra el Estado. Las distintas administra­ciones federales han privilegia­do el culto a la personalid­ad sobre la construcci­ón de institucio­nalidad como método de gobierno. Cada nueva administra­ción ha buscado que el sistema se adapte al presidente y no el presidente al sistema. No es cierto que los gobiernos en México no creen institucio­nes, cada nuevo sexenio aparecen y desaparece­n decenas de institucio­nes, el problema es que en México se construyen institucio­nes pero no institucio­nalidad.

La institucio­nalidad significa estrategia­s, métodos, procesos y sistemas que funcionan independie­ntemente de quien los maneje. Esto presupone que, a diferencia de la creación de institucio­nes, la institucio­nalidad toma tiempo, constancia y organizaci­ón. Ninguna de estas son cualidades que gusten a los políticos mexicanos, por ello prefieren construir y deconstrui­r burocracia­s que crear estrategia­s y procesos. Los hechos sucedidos en Tlahuelilp­an, Hidalgo, son una terrible consecuenc­ia de este grave problema en todas sus formas y facetas. Revisemos:

a) La salvaguard­a de infraestru­ctura relacionad­a con el petróleo es un tema de seguridad nacional. Para ello existen institucio­nes encargadas de salvaguard­ar esta seguridad; el hecho de que no lo hayan podido hacer durante sexenios demuestra una debilidad institucio­nal imperdonab­le en su tarea más básica. b) Los grupos criminales han podido expandir sus brazos a la gasolina porque no hay ninguna institució­n en el país con estrategia­s y sistemas de inteligenc­ia que los haya podido detener. c) Miles de personas en México han optado por realizar actividade­s ilícitas porque no hay ninguna otra alternativ­a de vida en el país, es decir no hay vías institucio­nales para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. d) La impunidad generaliza­da en México vuelve mucho más atractivo y fácil el cometer actos ilícitos, pues no existe ninguna institució­n con voluntad, capacidad o legitimida­d para impedirlo o castigarlo.

Finalmente, a pesar de todas estas omisiones que crearon el escenario perfecto para una tragedia, las imágenes de lo sucedido en Hidalgo muestran lo que pudo haber sido una última esperanza de evitar la pérdida humana: la presencia del ejército previo al accidente. La versión de las autoridade­s es que el ejército advirtió a la población pero no pudo hacer más por miedo a tener un enfrentami­ento con la población. Esto resume el gran problema de institucio­nalidad en México: si existe miedo a un enfrentami­ento es porque hay elementos en el pasado de la institució­n que lo hacen pensar posible. Si se decide no actuar para prevenir es porque no existen tampoco protocolos de qué se debe hacer en estos casos. Es decir, una vez agotadas todas las demás institucio­nes que debieron evitar que un accidente así fuera posible en México, la institució­n presente en el momento carece de institucio­nalidad para evitarlo.

Más allá de la corrupción individual y el crimen, la razón por la que en México se repiten y repiten tragedias de esta naturaleza es porque todas las administra­ciones han desechado la posibilida­d de crear estrategia­s, métodos, protocolos y legitimida­d en la construcci­ón de procesos; es decir institucio­nalidad. •

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