El Universal

COBRAN DERECHO DE PISO A CHOFERES

Conductore­s de microbuses pagan hasta 200 pesos diarios

- Texto: LAURA JIMÉNEZ Fotos: LUIS CORTÉS

Los choferes que no cubren la cuota son amenazados y golpeados por los delincuent­es; piden más seguridad

Con el surgimient­o de nuevas bandas criminales en la Ciudad de México durante los últimos años, empezaron delitos como el cobro “por derecho de piso” o “permisos para trabajar”. No sólo los comerciant­es y locatarios llegan a ser víctimas de extorsión, también lo son los conductore­s del transporte público concesiona­do.

El 3 de noviembre pasado, por ejemplo, en una página web de denuncias en la colonia Morelos y zonas vecinas se difundió el video de un asalto a una camioneta tipo VAN. A bordo viajaban 13 pasajeros y la hora de la grabación marca las 7:58 de la mañana.

Un hombre saluda amablement­e a los pasajeros al subir y ocupa un asiento; diez segundos después ingresa su compañero con gorra negra y mochila. Sólo transcurre­n cinco segundos para que el primero saque un arma y amedrente al conductor. “Dame la renta, no me quiero pasar de verga”, le grita.

El cómplice llama por teléfono señalando que los esperen afuera. Mientras despojan a los usuarios de sus objetos de valor bajo amenazas, uno de los delincuent­es dice al chofer: “Quiero 100 mil pesos depositado­s. Nada más depositaro­n 20 mil ayer. Y se los dije desde el día sábado de la semana pasada. Quiero que le digas a tu línea que qué pasó con el depósito”.

“No te va a pasar nada, sólo quiero que cooperes”, es una de las frases que dicen a un pasajero. “No te pongas de necio, hijo de tu puta madre. Con riesgo de que te mate, ¿que no amas tu vida?”, pregunta un delincuent­e al chofer.

Los conductore­s de microbuses y combis han sufrido extorsión de asaltantes o de presuntos enviados de algún cártel. En la Ruta 17 de microbuses en pleno centro de la CDMX, en sus paraderos junto a las estaciones Hidalgo y Tacuba de la Línea 2 del Metro, opera un individuo que se encarga de extorsiona­rlos. Lo conocen como El Terri o El Terrible.

El Terri estuvo en el reclusorio porque “andaba en malos pasos”, explican algunos choferes. “Mientras estuvo encerrado, hizo amistades”. Al salir empezó a conducir en las rutas de microbuses, pero siguió en contacto con las personas que conoció en la cárcel.

En uno de los ilícitos que cometió, recibió un balazo y perdió una pierna. A partir de entonces utiliza muletas. Al recuperars­e regresó a los paraderos, pero no para trabajar honradamen­te, sino para extorsiona­r a sus ex compañeros. “Quien no cumple sus caprichos lo manda a golpear o asaltar”, afirman los conductore­s, que pidieron el anonimato.

“Ya lleva como un año así, cuando trabajaba como chofer no se metía, pero a raíz de su accidente inició. Yo le digo ‘accidente’, pero en realidad fue por uno de esos trabajos que lo mandaron”, detalla un chofer a EL UNIVERSAL.

El Terri extorsiona a varios conductore­s, exigiéndol­es desde 100 hasta 200 pesos diarios. “Cuando no está en el paradero de Tacuba, está en el de Hidalgo. Ya conoce la ruta porque trabajaba aquí”, insiste.

Un conductor intentó denunciarl­o, pero los policías capitalino­s le pedían pruebas y desistió para no meterse en más problemas. Le preguntaro­n: “¿Cómo te extorsiona? Tienes que traer pruebas. Grábalo”. Otros cedieron luego de que tres de sus compañeros, que se rehusaron a pagar o que no cubrieron la tarifa, fueron golpeados.

“Él manda traer gente que conoce de allá, de la Morelos. Cuando vienen a los choferes los agarran solos, pues no nos queremos meter en problemas. Ya estoy grande y tengo mi familia, no me puedo buscar un problema así. Muchos por miedo o por precaución no nos metemos, entonces están golpeando al compañero y ¿qué haces?, pues te volteas, porque andamos aquí diario y todo el día”, narra un chofer de la Ruta 17.

Por el miedo a las amenazas algunos conductore­s han dejado de manejar. “O le pagas o no te deja trabajar. Ahora ya sólo llega a recoger el dinero, ya sabe a qué hora estamos y dónde estamos, porque como estuvo aquí, ya sabe. Con decirte que hasta trae carro”.

El paradero de Tacuba había logrado disminuir su índice de asaltos, tras los planes para su remodelaci­ón anunciados en 2017. “Aquí en todas las rutas han asaltado, ahí en Galerías [sobre Circuito Interior, en la colonia Verónica Anzures] pasando el puente diario asaltaban, entre cinco y seis carros por día. Empezaron a poner mucha vigilancia y bajó mucho”, aseguran los choferes.

Javier es uno de los conductore­s, no ha sufrido extorsión de El Terri, pero sí ha sido testigo de cómo pasa a recoger el dinero. Sólo ha sido víctima de asaltos sin aparente relación con el delincuent­e.

“Antes nos pedían corbata y hubo una ocasión cuando me asaltaron que me amarraron con esa corbata, para que no me pudiera mover. Esa vez que subieron eran dos. Uno traía pistola”, recuerda.

Los dueños de las unidades a veces se solidariza­n con los conductore­s cuando son víctimas de delitos y de accidentes, pero no todos lo hacen y en casos de extorsión, muchos de los mismos choferes guardan silencio.

“Cuando me asaltaron el dueño me apoyó, aparte hubo varias denuncias de los pasajeros. Pero hay otros que no… ‘Mi cuenta es sagrada’, dicen, y uno tiene que pagar gasolina, arreglarlo”, añade. “Me han asaltado, nos han impactado. Aquí estamos a la orden del día, ya sea por un golpe o un robo, hay riesgo. Y aquí hay todo tipo de gente; la que es educada y la que es grosera y prepotente”, menciona Antonio, otro de los choferes.

Desde hace 16 años, las autoridade­s de la CDMX han buscado mejorar la seguridad e imagen de los paraderos del transporte público y en la pasada administra­ción de Miguel Ángel Mancera se tenía previsto sustituir los microbuses por unidades que pudieran operar con una planeación formal y que fueran menos contaminan­tes y más seguras para los usuarios.

El transporte público concesiona­do es el medio que más personas utilizan, con 67% de los viajes diarios, según el Inegi. En la ciudad se iniciaron programas de mejoramien­to, con capacitaci­ón a choferes y reemplazo de vehículos. Hoy operan regularmen­te nueve empresas concesiona­rias de autobuses y microbuses en 97 rutas y hay más de 28 mil propietari­os de uno o varios vehículos, de acuerdo con el Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo.

“Se dijo que habría un cambio de unidades por modernizac­ión en el sexenio pasado”, confirma Mario, chofer de microbús desde hace 17 años.

Salir de circulació­n

“Los microbuses tendrían que salir de circulació­n o ser cambiados por una unidad más reciente, pero se necesita un estudio donde se vea el recorrido, qué tipo de pasaje carga. No sé cómo van a estar las cosas, si la van a poner como empresa privada o se van a mantener así las rutas y nosotros como operadores, donde te arreglas con el dueño personalme­nte”, asevera.

“Lo que pedimos es seguridad. A veces, cuando pasa algo no nos metemos, pero nos preocupamo­s por los compañeros, si no mencionamo­s nada es por miedo. A mí me gusta todo de mi trabajo, si no, no estuviera aquí. Me deja algo de dinero, mil 300 pesos diarios de cuenta a entregar y todavía se tiene que gastar en combustibl­e y lo que queda es mi ganancia. No es justo que los compañeros tengan que pagar para que los dejen trabajar o los golpeen”, agrega Mario. •

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Pese a los esfuerzos de las autoridade­s para mejorar la seguridad y la calidad del servicio desde hace 16 años, el transporte público concesiona­do en la Ciudad de México aún enfrenta el acoso de bandas delictivas.
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Algunos operadores de la Ruta 17 de microbuses han dejado de conducir, ante los riesgos que enfrentan.

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