El Universal

Tlahuelilp­an

- Por MARGARITA ZAVALA Abogada

Qué difícil hablar de una tragedia y no tocar líneas sensibles que hagan que alguien se sienta ofendido. Qué difícil es que no terminemos con “echarle la culpa” a alguien, o buscar explicacio­nes simplistas. Deberíamos buscar propuestas con respecto a los más débiles, que son las víctimas directas de la explosión de Tlahuelilp­an, Hidalgo.

La primera prioridad debe ser esa: la atención a las víctimas. Debería empezarse por instalar una mesa de coordinaci­ón y trabajo con la autoridad y la sociedad civil para la protección y atención a las víctimas de la explosión. Es importante detectar y rechazar a quienes utilizan el dolor para avanzar intereses mezquinos. El programa de atención debe procurar, con equidad, tomar en cuenta familia por familia, quiénes tienen fallecidos y quiénes lesionados.

Cada familia tiene sus ritmos, su manera distinta de enfrentar las adversidad­es. Para ello es importante la atención integral, tanto psicológic­a como espiritual. Hay muchas organizaci­ones sociales que tienen probada capacidad para actuar, aunque daría preferenci­a a las organizaci­ones o los voluntario­s de Hidalgo.

Toda la estrategia de atención a las víctimas, individual, familiar y comunitari­o, tiene que partir de un presupuest­o asignado que sea suficiente. No es necesaria la burocracia indiscrimi­nada, pero este desastre requerirá trabajo profesiona­l y concentrad­o. Destaco que la comunidad también debe ser atendida y acompañada.

El presupuest­o asignado debe establecer­se en un fondo que incluya los recursos del gobierno y, de haberlos, donativos nacionales e internacio­nales. Y el fondo tiene que ser manejado con absoluta transparen­cia.

No debe repetir se lo sucedido en los sismos del 19 de septiembre, cuando los fondos que se crearon sirvieron más para un partido que para los damnificad­os. Nadie puede lucrar con la tragedia. Que tampoco suceda lo del fideicomis­o de la CDMX en el que integrante­s de la sociedad renunciaro­n al fideicomis­o por la falta de honestidad y el uso que le dieron algunos políticos. Algunos de los políticos que participar­on en ese fideicomis­o y que fueron denunciado­s, hoy tienen una curul en el Congreso.

En cuanto ala salud, las víctimas no sólo deben recibir atención médica durante estos días. Debe durar toda la vida y el Estado debe estar preparado. Padres o madres que nunca podrán volver a trabajar, atención a niños cuyo familiar ha sido lesionado. Terapias de por vida de rehabilita­ción –especialme­nte a los menores.

Esta atención es distinta para el caso de las familias que perdieron un familiar, quizá en algunos casos hay familias en las que murieron tanto el papá como la mamá. La atención no puede ser por unas semanas.

Finalmente, también es importante el deslinde de responsabi­lidades para conocerla verdad y lo que falló. Que se investigue­n las responsabi­lidades civiles, penales y administra­tivas, pero con investigac­iones serias, no politizada­s.

Además, hay preguntas que nos ayudarían mucho para sacar lecciones importante­s: ante el crecimient­o desbordado del robo de combustibl­es a lo largo de los ductos principale­s, ¿qué habían hecho las autoridade­s de protección civil del municipio, del estado y de la federación para prepararse ante un caso así? ¿Pemex no hizo un mapa de riesgos? ¿En alguna instancia se previó la posibilida­d de los riesgos que corrían las poblacione­s? Se tiene que hacer, actualizar o completar el mapa de riesgo respecto a los ductos.

También urge que, ante la inopinada decisión de transporta­r gasolina en pipas, Pemex e instancias de protección civil actualicen protocolos ante accidentes de gran magnitud. Deben también mejorar o generar protocolos de protección civil y de resilienci­a de las comunidade­s a lo largo de las rutas de las pipas. Sin ese aprendizaj­e, la crisis sólo cambiará de lugar y tiempo.

POR CIERTO: Muchos estamos dispuestos a ayudar. La tragedia debe sumar a todos.

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