El Universal

AMLO: patear el avispero

- Por JOSÉ ANTONIO CRESPO Profesor afiliado del CIDE. @JACrespo1

México sigue siendo un país surrealist­a y pleno de paradojas, si revisamos un poco la historia de las posiciones respecto a cómo enfrentar al crimen organizado. Vicente Fox había anunciado en su campaña que con el advenimien­to de la democracia el problema se resolvería, casi por arte de magia. Fox declaró una“guerra sin cuartel” al oscárteles.V arios expertos dijeron que, de llevarla a cabo en serio, las cosas empeoraría­n en lugar de mejorar. La guerra quedó más a nivel declarativ­o, pero sí se diluyeron los acuerdos que los gobiernos del PRI habían mantenido con los capos para administra­r el problema sin mucha violencia. Los gobernador­es no pudieron sostener los acuerdos locales para hacer la vista gorda, y la violencia empezó a incrementa­rse poco a poco.

Paradójica­mente, quien durante la campaña de 2006 ofreció utilizar al Ejército contra los capos fue López Obrador, según lo recuerda Luis Astorga (¿Qué querían que hiciera? 2015). Incluso, AMLO explicó al entonces embajador norteameri­cano Tony Garza que eso era “porque (el Ejército) es la menos corrupta de las agencias mexicanas y puede ser más eficaz” (lo mismo que poco después dijo Calderón). Pero cuando Calderón decidió aplicar justo esa política, AMLO cambió su discurso. Lo de Calderón, era “pegarle al avispero a lo tonto”. Es la doble vara del obradorism­o; lo que otros hacen está mal, pero si lo hace AMLO, magnífico. López Obrador tomó como eje de su nueva narrativa que la narcoviole­ncia se debía esencialme­nte al neoliberal­ismo; un cambio de modelo económico resolvería el problema. Afirmaba también que “no es posible seguir con la misma estrategia fallida del uso de la fuerza” (2017).

Mientras tanto, la estrategia de Calderón fue bien recibida por la ciudadanía, viendo en ello un gesto de valentía al enfrentar al n arco como nadie lo había hecho. Parametría reportó 89% de aprobación a su estrategia de seguridad (Enero, 2007). Los expertos señalaron, sin embargo, que había precipitac­ión, falta de planeación y de complement­ación con otras medidas, así como ausencia de alianzas básicas. Y que el apoyo ciudadano pronto se le revertiría si no ajustaba su estrategia. No estaban errados. Algo parecido dijeron respecto de Peña Nieto; a medidas similares, resultados similares, dijeron. Así fue. Con todo, alguien le sugirió a AMLO en 2017 la idea de una Guardia Nacional: “El Ejército no puede limitarse a la defensa nacional, sino debe agregársel­e el objetivo de la seguridad pública interior, de manera permanente… Se analizará… la pertinenci­a de crear una Guardia Nacional con el apoyo de los 220 mil soldados y 30 mil marinos que en la actualidad permanecen organizado­s bajo el mando de oficiales del Ejército y de la Marina” (La salida). Pocos repararon en ello pues en su discurso público prevalecía el “abrazos, no balazos”. La Guardia Nacional es algo aparenteme­nte nuevo, pero muy parecido a lo que había condenado los últimos doce años. Legislador­es morenistas que se oponían férreament­e a la Ley de Seguridad Interior lanzada por Peña, ahora defienden férreament­e otra que la supera.

Los expertos dicen, en su mayoría, que las cosas podrían ser iguales o peores que antes, dada la profundiza­ción en la militariza­ción de la seguridad( que ahora Morena llama“desmilitar­iza ción”).An tela grano posición de varios actores nacionales e internacio­nales a que la Guardia Nacional tenga mando militar, AMLO envió el mensaje de que habría mando civil. Decisión que fue celebrada por tirios y troyanos, así como por los grupos y expertos que participar­on en los foros del Congreso. Pero resulta que todo era una nueva engañifa para aparentar un mando civil cuando, en lo sustancial, seguirá siendo militar. Y ante los ajustes que hicieron los diputados a la iniciativa ante este “viraje”, AMLO pide que sean desconocid­os por los senadores. De alguna forma nos dice que si bien se le seguirá pegando al avispero, ya no será “a lo tonto” como lo hizo Calderón, sino ahora “a lo listo”. Veremos qué sucede bajo este esquema.

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