El Universal

Autismo en una novela gráfica

Bernardo Fernández “Bef” publica Habla María, un testimonio de amor.

- YANET AGUILAR SOSA —yanet.aguilar@eluniversa­l.com.mx

Cada página dibujada y escrita de Habla María fue una sesión de diván para Bernardo Fernández “Bef”. El narrador y dibujante de cómics logró hacer en esta novela gráfica sobre el autismo un conmovedor testimonio gráfico sobre la paternidad, la discapacid­ad intelectua­l, el amor y la esperanza. Si algo habita cada página es el amor y la esperanza en su hija María.

“Fue un proceso fuerte, yo creo que ha sido la experienci­a más fuerte, enfrentarm­e al diagnóstic­o y aceptarlo, y luego vivir con ello y construir a partir de ello. Yo incluso dudé si iba a publicar esto o no por su naturaleza tan personal, pero al final se convirtió en un proceso se sanación que me permitió tener una perspectiv­a”, señala el narrador de esta novela editada por Océano Travesía y con prólogo del ilustrador argentino Liniers.

“Bef” cuenta que tuvieron que pasar siete años desde que supo del diagnóstic­o para poder hacer este libro; ese tiempo le dio una distancia para verlo en perspectiv­a y poder convertir el proceso de creación del libro en uno de sanación. “Fue un libro que se convirtió en un diván de papel, o sea yo dibujaba mi diván en cada página y la introspecc­ión me permitió sanar, reconcilia­r y ponerme mu en paz con la vida”.

El libro relata diferentes momentos a partir del diagnóstic­o del autismo de una hija. “Primero era renegar de todo y la furia de por qué a mí. Dibujarlo y escribirlo me reconcilió”. Para confrontar esa verdad, “Bef” tenía el arte como vehículo para tratar entender.

“Es un privilegio hacer esto, dibujar, si no hubiera tenido esta posibilida­d hubiera acabado con sobredosis de alguna droga o en la calle alcohólico, porque el arte te da la oportunida­d de trabajarlo, sublimarlo y sanarlo a través del dibujo, de la palabra, de la creación. Es una manera de poder salir, es contártelo a ti mismo, que es como haces en el psicoanáli­sis”.

Habla María tuvo un primer acercamien­to en forma de pequeño cómic pero hace unos meses cuando decidió contar su historia supo que debía ser una novela gráfica, género del que es maestro. Como todas sus obras, las planea y cuando las tiene claras se sienta a dibujar por eso casi no se repite ni echa a perder. “Soy muy consciente de que tengo poco tiempo en la vida, o sea, yo querría hacer cientos de libros pero sé que no tengo tiempo entonces trato de ser muy eficiente en el proceso”.

El autor de Hielo negro y El instante amarillo quiso hacer algo muy luminoso dirigido a papás que hayan estado en una situación similar, no sólo con autismo si no con Síndrome de down, Trisomía 21, depresión infantil o un reto especial para cualquier niño, incluso discapacid­ades físicas, debilidad visual y parálisis cerebral.

“Yo quería empatizar mucho con esas personas, pero que fuera una lectura que los dejara contentos. Lo digo casi desde la primera página de mi novela, este es un mensaje de esperanza de que no se acaba el mundo y hay mucho por hacer con cualquier niño o niña que tenga un reto especial o una capacidad diferente, que el mundo apenas empieza”, asegura.

“Bef” reconoce que la dificultad de las personas con autismo es poder comunicar su universo. Cuando habla María me doy cuenta de que se frustra un poco de no poder comunicar todo lo que le está sucediendo en la cabecita, quise plantear en las ilustracio­nes que sirven como entre capítulos cómo ve María el mundo, son las que más disfruté, porque eran las partes más libres y porque era donde jugaba un poco a ver el mundo a través de sus ojos. Yo veo a mi hija y me doy cuenta de que hay una riqueza en ella y en otras personas con autismo”.

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Hacer el libro lo llevó a un proceso de conocimien­to y sanación.

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