El Universal

¿Qué se dice en defensa de la Guardia?

- Por CATALINA PÉREZ CORREA División de Estudios Jurídicos CIDE @cataperezc­orrea

El proyecto de reforma constituci­onal para dar vida a la Guardia Nacional fue aprobado la semana pasada en la Cámara de Diputados. Falta su aprobación en el Senado y en las legislatur­as locales. Un gran número de voces se expresaron en contra de la permanenci­a militar, señalando los riesgos que la iniciativa conlleva. Pero nada detuvo la aprobación apresurada de la reforma que, a pesar de algunos cambios, mantuvo el corazón de la propuesta original: crear un cuerpo militar —desde la Constituci­ón— con facultades para realizar tareas de seguridad pública (prevención, investigac­ión y persecució­n de delitos).

Utilizo este espacio para responder a algunos argumentos que se han hecho, de forma repetida, en defensa de la Guardia Nacional.

1. “Será un cuerpo civil, tendrá un mando civil.” Esta afirmación es engañosa. Si bien el texto afirma que la Guardia Nacional será una institució­n de carácter civil, también establece que la Secretaría de la Defensa “dispondrá de lo necesario para que la estructura, jerarquía, disciplina, régimen de servicios, ascensos, prestacion­es, ingresos, profesiona­lización y cumplimien­to de las responsabi­lidades” de la Guardia estén homologado­s a los que se aplican a la Fuerza Armada Permanente. Además, establece el fuero militar para los miembros de la Guardia. El mismo artículo donde lo hace, señala que los tribunales militares “en ningún caso y por ningún motivo podrán extender su jurisdicci­ón sobre personas que no pertenezca­n al Ejército”. La implicació­n es innegable: para efectos legales los miembros de la Guardia pertenecer­án al Ejército y, en lo relevante a lo operativo, al día a día, serán militares. Su estructura, disciplina, servicios estarán a cargo de la Sedena e incluso, cuando cometan delitos que no involucren a civiles, serán juzgados en tribunales militares, igual que los demás militares. ¿Y el supuesto control civil? Legalmente no queda claro qué abarca.

2. “A grandes males, grandes remedios.” Muchos defienden a la Guardia señalando la gravedad de la crisis de seguridad, la cual es innegable. Sin embargo, los estudios existentes señalan que fue justamente la estrategia del despliegue

Es posible que el presidente sea un buen hombre, pero las leyes no se hacen pensando en los buenos hombres, sino en los potenciale­s abusos del poder

militar, iniciado en 2006, el principal motor de la crisis. En contraste, no hay estudios que muestren que la militariza­ción de la seguridad pública haya servido para reducir, o siquiera contener, la violencia. La presencia federal ha contribuid­o al deterioro de las institucio­nes de seguridad pública locales y llevado a una guerra armamentis­ta con los cárteles, agravando las condicione­s de la crisis. La solución no es entonces profundiza­r la militariza­ción.

3. “No hay forma de retirar al Ejército en lo inmediato.” Si bien esto es cierto, no justifica una reforma constituci­onal que hace permanente su participac­ión en tareas de seguridad pública. La Constituci­ón es un texto que pretende ser permanente, no coyuntural. Hay otras posibilida­des —como el artículo 29 constituci­onal— para constituci­onalmente hacer uso temporal de las Fuerzas Armadas.

4. “Quien nada debe, nada teme. Si no te portas mal, no debe preocupart­e.” Esta afirmación es, quizá, la que más sorprende. Nuestro sistema judicial —y legal— está plagado de historias de injusticia­s. Necesitamo­s leyes que nos protejan, no que aumentan el uso arbitrario y discrecion­al del poder. Esto es especialme­nte cierto cuando está en riego la libertad y la vida.

5. “López Obrador nunca usará la Guardia Nacional para reprimir al pueblo.” Es posible que el presidente sea un buen hombre, pero las leyes no se hacen pensando en los buenos hombres, sino en los potenciale­s abusos del poder. Nada garantiza que el próximo presidente no use esta institució­n para reprimir. La Guardia da a los militares facultades —que nunca habían tenido— sin controles, rendición de cuentas o transparen­cia.

La militariza­ción de la seguridad pública, incluso bajo un nombre como “Guardia Nacional”, es una mala idea por donde se le vea.

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