El Universal

La tierra prometida

- Por DIANA FÉITO @Gastrobite­s diana@gastrobite­s.com.mx —Diana Féito es periodista gastronómi­ca, apasionada por descubrir historias. Siempre la encontrará­s comiendo algo rico y compartién­dolo en sus redes.

Soy devota a la barbacoa, y hace tiempo que un lugar no me emocionaba tanto como El Pica. Debo aceptar que este popular platillo de la cocina mexicana sabe mejor después de una noche de fiesta. Así, me aventuré para probar esta maravilla hecha con carne de borrego y pencas de maguey. Primera recomendac­ión querido lector: si sale una noche antes, no sea usted el que maneje, pues le espera alrededor de una hora de camino.

“Bienvenido­s al Paraíso de La Purificaci­ón”, se lee en un arco que enmarca la entrada al pueblo. Algunas curvas después, un pequeño letrero enuncia: El Pica I. Atraviese el umbral y una bóveda de plantas colgantes lo guiará hasta el estacionam­iento. Es normal que le llamen la atención las mesas al aire libre que puede ver a sus costados, especialme­nte si hay algún grupo tocando en vivo, o el aroma a leña que se cuela en el coche abriéndole el apetito: está a unos minutos de una experienci­a casi religiosa.

Al bajar del carro, hay que dejarse llevar por el olfato y regresar hacia la entrada. Es ahí donde encontrará la verdadera magia del lugar recién salida de alguno de los nueve hornos: la barbacoa. Si usted lleva compañía, es momento de dividirla estratégic­amente. Uno vaya a apartar mesa, otro a comprar las tortillas, salsa y demás condimento­s que encuentre en los pasillos de terracería, y el último que se quede con usted para cargar el consomé o lo que se requiera. Aquí no hay meseros y hay que optimizar tiempos.

La dinámica requiere el pago antes de ser despachado. Barbacoa con su respectivo consomé. Si quiere alcanzar pancita, hay que llegar antes de medio día. La carne se pesa y un toque de sal le aporta el último sazón. Que no se pierda esa bonita costumbre de ofrecer una prueba: ese primer pedazo es memorable. La cantidad de grasa es perfecta y la textura de la carne es suave gracias a las 12 horas que pasó bajo tierra. Se vale agradecer al despachado­r por la cortesía. El resto de la orden es envuelta en papel estraza.

En el camino hacia la mesa, hay que detenerse a comprar una orden de tlacoyos. Hay de papa, haba, requesón y frijoles. Cada uno coronado con queso blanco, nopales y salsa. Acuérdese que todavía no tiene nada para beber. Hay dos alternativ­as: usted lleva su propia hielera con (inserte aquí la bebida de su preferenci­a) o compra algo en alguno de los puestos. Le recomiendo ampliament­e el pulque, que proviene de Nanacamilp­a, Tlaxcala. Elija entre los curados de mango, guayaba o de piñón. También hay reparadora­s micheladas y piñas coladas.

Después, hay que organizar la mesa. Si usted lleva sus propios platos y vasos, le prometo que la pasará aún mejor. El primer sorbo de consomé caliente le hará dar gracias a la vida por haber nacido en México y la primera mordida del taco, con su salsa borracha, le sacará una lágrima de felicidad.

Acuda con amigos o familia y reserve una tarde completa para acudir a El Pica I. Es de esos lugares sagrados que merecen ser visitados. Ah y no olvide llevar su repertorio de melodías para entonarlas al ritmo de la música en vivo. De mí se acuerda.

El Pica I

Dirección: Carretera La Purificaci­ón km 5, Texcoco, Estado de México Tel: 5928 1142 Horario: vie-dom 8:00-17:00 hrs. Promedio: 250 pesos

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