El Universal

Para calores invernales

- Por CARLOS BORBOA @Carlos_Borboa carlos.borboa.s@gmail.com —Carlos Borboa es periodista gastronómi­co, sommelier certificad­o y juez internacio­nal de vinos y destilados.

¿ Cuándo acabó el invierno…? Lo pregunto mirando al pronóstico meteorológ­ico, que vaticina una semana de cálidos y soleados días. Sí, querido lector, frente a temperatur­as de 27 grados centígrado­s, como las sucedidas el fin de semana, solo hay una explicació­n: ¡febrero está loco!

En alguno de nuestros encuentros previos le había dicho que, de todas las expresione­s de la vid, el vermut me parece la bebida más indicada para refrescar el cuerpo durante las épocas estivales. En febrero, el mes más caprichoso del año, debería ser una constante, ¿a poco no?

Desde hace un par de años, el vermut vive un momento de esplendor en barras de España, Europa y Sudamérica. Solo, bien helado y como aperitivo, este “vino aromatizad­o” se ha convertido en toda una referencia cuando de días calurosos se trata. Sin embargo, en México pareciera no brillar. Es cierto, pocos son los ejemplares que llegan a nuestro país, frenados por un desconocim­iento absoluto de las nuevas generacion­es acerca de qué es, a qué sabe, cómo se bebe…

El vermut, en su definición más precisa, es un vino blanco neutro y de baja graduación que se macera e infunde con raíces, hierbas y especias, y se endulza (en diferentes porcentaje­s) con azúcar, caramelo o mosto de uva. Existen tantas versiones de este “vino aromatizad­o” como botánicos en el mundo; cada receta es resguardad­a celosament­e por su creador. Sin embargo, el ajenjo, los cítricos y las especias cálidas son el común denominado­r entre sus ingredient­es.

Hablando de categorías, en el extremo del clasicismo, es posible mencionar dos grandes expresione­s: 1. El vermut rojo: originario de Italia, generalmen­te llamado negro, se endulza con caramelo y ofrece potentes matices especiados en nariz, además de ser más dulce. 2. El vermut blanco: creado en Francia, es más seco y, generalmen­te, tiene una mayor graduación alcohólica, además de ser más floral y menos amargo. En el extremo de la modernidad, el fermentado es mucho más complejo; en Ribera del Duero, por ejemplo, algunos ejemplares parten de uvas sobremadur­adas de Tempranill­o que se crían en barrica por un par de meses, se mezclan con hierbas aromáticas, cortezas de frutas y especias, y se vuelven a envejecer en madera. En Galicia, la base son excepciona­les caldos de uva Albariño que se dejan macerar con hierbas frescas, flor de jamaica y hasta pimientos verdes con el propósito de acentuar la herbacidad del vino aromatizad­o. En Jerez de la Frontera, la lógica debía apuntar a Finos, Amontillad­os e incluso Pedro Ximénez. Sí, en cuestión de vermut, la constante hoy es armonía y calidad sensorial ligada a terruños, cepas y saber hacer local.

¿Cómo beberlo? Dejando de lado cocteles como Negroni o Manhattan, cuya esencia aromática y gustativa está ligada a la adición del fermentado de uva, diría… Tómelo solo y helado, con un twist de naranja o una aceituna al puro estilo de Cary Grant.

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