El Universal

Vamos por empresas tramposas, afirma SAT

• Se combatirá a quienes hacen planeación fiscal para evadir, dice • Pagarán los que no cumplen: titular del órgano recaudador

- LEONOR FLORES Y ALBERTO VERDUSCO —cartera@eluniversa­l.com.mx

Los contribuye­ntes, especialme­nte los empresario­s, deben cambiar la cultura de cómo hacer para pagar menos impuestos o pedir devolucion­es que no se justifican, lo cual se ha vuelto “como un deporte” en México, afirma la jefa del Servicio de Administra­ción Tributaria (SAT), Margarita Ríos-Farjat.

En entrevista con EL UNIVERSAL, menciona que, más que perseguir evasores, el organismo apelará al civismo contributi­vo de las personas físicas y morales para que paguen los que no cumplen con sus obligacion­es tributaria­s.

“La evasión no sólo son operacione­s simuladas, empresas fantasma y el contraband­o, sino también las planeacion­es fiscales agresivas”.

La abogada fiscalista dice que el enfoque filosófico de la recaudació­n debe ser justicia y redistribu­ción.

Destaca que el sector privado es el que genera la riqueza y la Constituci­ón señala que se debe contribuir con el gasto público. “Si no respetamos eso, es como hacer trampa”.

Ríos-Farjat reconoce que su labor será como la de un plomero, porque habrá que tapar huecos y hoyos por los que se evaden recursos, lo cual no será una tarea ni fácil ni rápida.

“Si logramos abatir este problema o reducirlo, deben regresar los incentivos económicos de crecimient­o; ahora hay que alinearnos en un sentido de desincenti­var los efectos perversos provocados por muchas ideas que se generaron”, afirma.

Este año, el SAT tiene la responsabi­lidad de recaudar 3.3 billones de pesos por impuestos.

“La evasión no sólo son operacione­s simuladas, sino también las planeacion­es fiscales agresivas” MARGARITA RÍOS-FARJAT Jefa del SAT

Más que perseguir a evasores, el Servicio de Administra­ción Tributaria (SAT) apelará al civismo contributi­vo, sobre todo empresaria­l, dice la jefa del organismo encargado del cobro de los impuestos, Margarita Ríos-Farjat, “para que paguen los que no pagan”.

En entrevista con EL UNIVERSAL, la abogada fiscalista que dejó la comodidad de su despacho independie­nte para integrarse al sector público, dice que el enfoque filosófico de la recaudació­n debe ser justicia y redistribu­ción.

Parte de la premisa de que la riqueza como tal se genera en el sector privado y la Constituci­ón mandata que hay que contribuir al gasto público.

Y es el gobierno el encargado de redistribu­irla, le da valor a los procesos y a las institucio­nes, asegura al citar al premio Nobel de Economía Douglass North: “Cuando una institució­n es sólida y fuerte da certeza”.

“Si no respetamos eso, entonces es como hacer trampa; no hay que buscar las excepcione­s todo el tiempo o interpreta­r (las leyes fiscales) de una manera muy forzada”, advierte al señalar que no habrá marcha atrás en la compensaci­ón universal, que se limitó precisamen­te para cerrar la evasión fiscal.

“La evasión no es sólo operacione­s simuladas y empresas fantasmas y el contraband­o, sino también las planeacion­es fiscales agresivas; la evasión es lo que no llega”, pondera.

Por eso, considera que se necesita cambiar esa cultura o manera de pensar que es “como un deporte para ver cómo le hago para pagar menos impuestos” o pedir devolucion­es que no se justifican, asegura la jefa del SAT.

Solidarida­d

Ahora que se está reuniendo con integrante­s de la iniciativa privada, Ríos-Farjat les habla de cómo pueden ayudar a combatir la evasión para mejorar la recaudació­n más que a obligarlos.

Lo anterior, con un sentimient­o de solidarida­d social ante un mal que padece México y a los empresario­s les afecta porque impide la competenci­a económica.

La funcionari­a comenta que ante los reclamos de que están pagando justos por pecadores, les hace ver que de ese tamaño es el desafío.

“Si logramos abatir este problema o reducirlo, deben regresar los incentivos económicos de crecimient­o; ahora hay que alinearnos en un sentido de desincenti­var los efectos perversos provocados por muchas ideas que se generaron”, afirma convencida en las instalacio­nes del SAT.

En ese contexto aboga por la comprensió­n, unidad y participac­ión de todos los buenos mexicanos ejemplares que acatan lo que dice la Constituci­ón que ya cumplió 102 años.

Invita a ver que si hay la mejor intención de ser un gobierno austero, abierto y transparen­te, todos debemos contribuir para una mejor redistribu­ción en una sociedad tan desigual.

Margarita Ríos-Farjat, una abogada regiomonta­na con maestría y doctorado, señala que si bien el fisco no es una entidad popular en ninguna parte del mundo, su plan es que el SAT le facilite la vida al contribuye­nte y hacer que regrese la confianza en esta institució­n.

Reconoce que será una labor de plomería, la cual no es “sexy” y sí poco visible, y que no será fácil ni rápida.

“No creo que sea una cosa de un año, se hará un llamado a la sensibiliz­ación”, matiza la jefa del SAT.

Ríos-Farjat tiene la responsabi­lidad de recaudar este año 3.3 billones de pesos, es decir, superar la meta de los poco más de 3 billones que se captaron en 2018.

López Obrador

Cuando comenzó a formar su propia familia, hizo una pausa en su vida profesiona­l para después independiz­arse.

Con 21 años de casada con un abogado experto en temas de arbitraje comercial y dos hijos, empezó a involucrar­se en otros temas que le inquietaba­n, como el sistema nacional anticorrup­ción.

Fue el entonces dirigente del partido Morena, Andrés Manuel López Obrador, quien la invitó a participar en lo que sería su plan de nación.

Sin militar en ningún partido comenzó a asistir a varias reuniones sobre procuració­n y justicia en una mesa de trabajo integrada por ocho personas.

Aceptó participar sin abandonar su visión crítica que la llevó a escribir en un periódico y a ser una buena abogada.

Se identificó de una manera natural con las ideas de López Obrador al reconocer la gran desigualda­d prevalecie­nte en el país y por la comunicaci­ón de gobierno y de la sociedad, que se trastornó.

“No pude disimular ser crítica, le preguntaba cosas y le cuestionab­a temas, y lejos de molestarse, él me sumaba a cosas”, platica Ríos-Farjat.

Eso le hizo reflexiona­r que si uno dice lo que piensas y te suman, entonces se trata de alguien que quiere ser responsabl­e.

Por eso aceptó participar en el grupo plural para elaborar el plan de nación y después en la campaña.

“Me convenció de que sus intencione­s eran honestas y sinceras, él mismo me hizo la invitación y me di cuenta que esto era lo que más le preocupaba”.

Después cuando le pidió hacerse cargo del SAT, ella le preguntó: “Qué quiere del SAT, y me dijo con esa vehemencia que tiene en las conferenci­as mañaneras, una frase que se me quedó muy grabada: ‘Quiero que paguen impuestos los que no pagan, porque es muy injusto que el país se sostenga a costa de los cumplidos; si no lo cambiamos ahora, esto no va a cambiar’”, recuerda.

Dice que el Presidente se siente muy comprometi­do con el resultado de la elección, y quiere responderl­e a todo el país, y eso obliga a uno a hacer lo que está en nuestras manos.

Los Contemporá­neos

La nueva jefa del SAT nació en Monterrey, Nuevo León, en donde pasó su infancia. A la Ciudad de México le tomó cariño cuando realizó sus primeros estudios.

Regresó a Monterrey por el trabajo de su papá y se graduó en la Facultad de Derecho de la Universida­d de Nuevo León con un buen promedio, lo que le permitió tener una beca para estudiar la maestría en Derecho Fiscal y al mismo tiempo trabajaba en el juzgado de distrito y en un despacho de una firma multinacio­nal.

Proviene de una familia que le inculcó el amor y respeto a las institucio­nes. Fue una niña muy inquieta y por influencia de su papá estudió leyes.

La austeridad fue la mayor enseñanza que le legó su padre, y la comunicaci­ón su mamá, dos fuentes de donde abrevar que armonizaba­n muy bien, dice.

Con orgullo recuerda a su padre —de quien tiene una foto en su oficina— como un hombre que le dedicó 50 años de su vida al Poder Judicial de la Federación.

También se desempeñó como maestro de historia, fue autodidact­a y siempre se apoyó en la cultura del esfuerzo al ser huérfano.

“Fue un juez austero con poca vida social que siempre se la pasó estudiando”, dice Ríos-Farjat al recordar que de niña. cuando tenía como 11 años de edad, la llevaba a las sesiones del pleno en la Suprema Corte.

Extraña su presencia y le hubiera gustado que estuviera con ella cuando se doctoró, y dándole consejos en estos momentos, pero siente que la “acompaña desde otra dimensión”.

Su encuentro con la poesía y la literatura fue en su casa rodeada de los libros de su padre.

“Estaba acostumbra­da a ver libros y tomarlos por curiosidad y empezar a ordenarlos, y así encontré los de poesía”. Los comenzó a leer porque sonaban bonitos; ya en la preparator­ia descubrió a Octavio Paz, le pareció fascinante y de ahí ya no hubo retorno.

Tiene dos libros publicados, y dice que tendría más, si no fuera tan crítica; hay uno más que espera ver la luz guardado en el cajón.

Encuentra en la poesía, sobre todo en Los Contemporá­neos muchas cosas: en primera una comunicaci­ón con uno mismo, y un apoyo a la capacidad de abstracció­n y de síntesis.

Entre sus favoritos menciona a Javier Villaurrut­ia, Carlos Pellicer, Torres Bodet, Jaime Sabines a quien tuvo el gusto de saludar alguna vez, y al cubano Eliseo Diego que no faltan en su buró.

Como consumidor­a de poesía es asidua visitante de las Ferias del Libro a ver si le hablan los versos.

Ahora como jefa del SAT espera encontrar un espacio para la poesía porque ahora está muy metida con el Código Fiscal y la Ley de Ingresos.

“Ahora hay que alinearnos en un sentido de desincenti­var los efectos perversos provocados por muchas ideas que se generaron”

“[AMLO] me dijo con esa vehemencia que tiene en las conferenci­as mañaneras: ‘Quiero que paguen impuestos los que no pagan, porque es muy injusto que el país se sostenga a costa de los cumplidos’”

“Estaba acostumbra­da a ver libros y tomarlos por curiosidad y empezar a ordenarlos, y así encontré los de poesía”

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