Carrillo, el descubridor del infinito musical
Después de dar a conocer la teoría del Sonido 13, Carrillo levantó polémica entre músicos; EL UNIVERSAL lo apoyó para demostrarlo en un concierto en el Teatro Principal
Hace más de un siglo el músico Julián Carrillo (1875-1965) escuchó el infinito musical. Tomó su violín, dividió sus cuerdas con una navaja en 16 intervalos iguales y descubrió una interminable gama de tonos a la que nombró Sonido 13.
“Ese momento marcó mi destino con el cual se rompió el ciclo de los doce únicos sonidos conocidos hasta entonces, abriendo para la música las puertas del infinito”, dijo el compositor en una entrevista publicada en la Revista de la Universidad, en 1936.
Carrillo dividió el intervalo de un tono que va de la nota Sol de la cuarta cuerda del violín, hasta llegar a La, y a decir del músico pudo oír distintamente dieciséis sonidos diferentes, es decir, los dieciseisavos de tono.
Incorporar nuevos sonidos a la música le trajo fama internacional pero no el reconocimiento de su talento en su propio país.
A principios de los años veinte causó gran polémica porque sus planteamientos no fueron aceptados por los compositores y músicos de la época. El Grupo de los Nueve publicó el 16 de noviembre de 1924 en las páginas de este diario su oposición.
“Carrillo no es inventor, autor, ni descubridor de sonido o teoría algunos, sino un simple explotador de ideas e iniciativas ajenas (...)”.
Meses después, para despejar la polémica en torno al Sonido 13 que le exigía demostrar que los nuevos sonidos sí podían ser escuchados y disfrutados, EL UNIVERSAL ofreció patrocinar un concierto.
El domingo 15 de febrero de 1925, en el hoy desaparecido Teatro Principal, ubicado en la hoy calle de Bolívar 30, en el Centro Histórico, participó el director Julián Carrillo junto con tres solistas, el coro de alumnos de la Clase de Composición en el Conservatorio nacional y cinco instrumentistas.
Dos días después, el crítico José Joaquín Gamboa publicó una reseña del evento y dijo que éste tuvo “un sonado triunfo, ya que la sala del Principal se vio concurrida por la más granado de nuestros músicos, quienes rindiéndose a la evidencia, no pudieron menos que prorrumpir en clamoros aplausos, después de cada una de las composiciones que se ejecutaron, basadas en la teoría musical del maestro Julián Carrillo”.
Proveniente de San Luis Potosí, su estado natal, el violinista llegó a la Ciudad de México en enero de 1895 a inscribirse en el Conservatorio de Música. “Saliendo de la clase de acústica me fui a mi cuarto y empecé a dividir las cuerdas del violín y en menos de diez minutos al llegar a la octava división ya no pude seguir porque quedaba un pedacito de cuerda y me dije ¿qué seguirá?
Llegué en mi experimento a la octava división y se me ocurrió dividir la cuerda con el filo de una navaja”, explicó Carrillo al historiador Heliodoro Valle. Esto ocurrió el 13 de julio de 1895, ese día nació la revolución del Sonido 13 en México.
Este descubrimiento no puede ser accesible para todo el público. “Alguna vez oí hablar del Sonido 13, pero no lo podría identificar porque no tengo bien el concepto, los microtonos no son fáciles de escuchar porque estamos acostumbrados a oír la tonalidad tradicional”, explicó Juan Carlos Cuevas, egresado de la Escuela de Iniciación Artística Número 1 del INBA.
Lo que Carrillo descubrió fue el microtono, que “es cualquier intervalo más corto que un semitono” de acuerdo con el Diccionario Enciclopédico de la Música.
Hoy se cumplen 93 años de aquel primer concierto microtonal pero su comprensión no es fácil, aún para los expertos. “Identificar los microtonos es un tema que no es fácil, te pide muchas horas”, dijo alguna vez la chelista Jimena Giménez Cacho, promotora de las composiciones del descubridor, quien en memoria del creador del Sonido 13 dio varios conciertos.
Carillo inventó instrumentos microtonales, escribió libros y en 1958 después de un concierto recibió una medalla de oro en la exposición universal de Bruselas “por el alto valor cultural”. Murió a los 90 en 1965.