El Universal

Alejandro Hope Señor presidente, argumentar no es poner trabas

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Hace un par de días, en su conferenci­a mañanera, el presidente Andrés Manuel López Obrador atacó a los que, desde las organizaci­ones sociales, la academia o los medios, han asumido una posición crítica frente a la Guardia Nacional.

Esos señalamien­tos ameritan una respuesta. Para evitar malos entendidos, citaré textualmen­te las palabras del Presidente, seguidas de mis comentario­s.

“Hace falta la Guardia Nacional, necesitamo­s de una Guardia Nacional. Hace poco vi una encuesta y como el 90 por ciento de los ciudadanos, según esa encuesta, no sé si 80 o 90 están a favor”.

Sin duda, una mayoría amplia de la población apoya la Guardia Nacional. También una mayoría apoya la pena de muerte. Pero, en ninguno de esos casos, la informació­n demoscópic­a es razón suficiente para aprobar la medida correspond­iente. Los legislador­es deben considerar las preferenci­as públicas, pero también la evidencia.

“Yo estoy a favor de la Guardia Nacional, creo que se necesita; y deben de existir las policías estatales, las policías municipale­s, pero tiene que existir también una Policía Federal, eso existe en todo el mundo, llámese como se llame”.

Es básicament­e cierta esa afirmación. Pero con la Guardia Nacional no se está construyen­do una Policía Federal: se está destruyend­o a la que tenemos. Y lo que surgiría si se aprueba el proyecto que hoy se discute no sería una policía, sino un cuerpo militar. Hay diferencia­s notables entre los dos conceptos.

“Sí, es que ellos [las organizaci­ones sociales] se quedaron en el modelo antiguo que no dio resultados. Es la Policía Federal, miren el resultado, lo sabe el presidente de la Comisión de Derechos Humanos: 230 mil asesinatos en 10 años, más de un millón de víctimas de la violencia, es dolorosísi­mo lo que sucede, 40 mil desapareci­dos”.

No hay modelo más antiguo que tratar indiferenc­iadamente a soldados y policías. Lo moderno es delimitar los ámbitos de actuación de las distintas fuerzas de seguridad. Y sobre la crisis de seguridad, nadie la niega. Pero su propia gravedad obliga a hacer lo que funciona, no lo que es vistoso ¿Qué evidencia empírica robusta señala que, con mayor despliegue de elementos militares, se reducen los homicidios y las desaparici­ones?

“Y ahora que queremos nosotros atender este problema gravísimo, en vez de que ayuden nos están poniendo trabas, porque esa es la verdad. Ojalá y los legislador­es le hagan caso a la gente, al final de cuentas son representa­ntes del pueblo, porque siempre son los expertos los que deciden o los integrante­s de la llamada sociedad civil y el pueblo raso no es tomado en cuenta, como si no existiera o como si no supieran”.

Los críticos de esta iniciativa no están “poniendo trabas”: están argumentan­do. Desde este lado de la discusión, no decidimos nada: no tenemos más poder que el de la persuasión. Si estamos logrando convencera­algunosleg­isladoresy­esoestáfru­strandolos planes del gobierno, ni modo. Es la naturaleza de la democracia.

“Pero los expertos y los de las organizaci­ones de la sociedad civil pues no sé qué estén pensando, porque ya basta también de la simulación, de estar nada más haciendo análisis de la realidad sin transforma­rla. Puro experto, puro diagnóstic­o, estudios, contrataci­ón de asesores, pero no se hace nada por cambiar las cosas”.

Estamos pensando que hay mejores alternativ­as y que la discusión no es binaria. Y no, los que estamos de este lado, no podemos transforma­r directamen­te la realidad: no estamos en el poder. Pero eso no nos quita ni el derecho ni la responsabi­lidad de decir lo que pensamos, poner ideas en la mesa y tratar de informar el debate. No podemos más, pero no podemos menos. Es todo.

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