El Universal

¡No tiene la culpa el niño!

- Por BEATRIZ MOJICA MORGA Maestra en Políticas Públicas

Las guarderías que cayeron en prácticas corruptas deben ser castigadas al igual que los funcionari­os que lo permitiero­n, sin embargo en el tema de los cuidados de la primera infancia, no deben pagar justos por pecadores, porque no tiene la culpa el niño.

Es un retroceso que por menos del 3% de estancias infantiles (319 de 13 mil, según datos del gobierno) con irregulari­dades, se cancele un programa que necesita revisión, pero que funciona y resuelve parte de una problemáti­ca profunda. Habría que preguntarn­os por qué para ir a la primaria o a la universida­d no se le da el dinero a los padres y se desaparece­n los presupuest­os para estas institucio­nes. Simple y sencillame­nte porque no podrían subsistir.

Ninguna familia encontrará una guardería de 800 pesos al mes sin que esté subsidiada. Siempre será más barato el cuidado de las y los niños en grupos que de manera individual. Por ello ante la discusión que ha suscitado el recorte al presupuest­o para las estancias infantiles, se abre un paréntesis para la reflexión sobre la política de los cuidados de la primera infancia que va de los 0 a los 5 años, y el acceso de las mujeres al mercado laboral.

La desaparici­ón del programa tendría un impacto de graves dimensione­s en el desarrollo del país, porque se dejarían de atender a miles de niños, inhibiendo su formación, pero también afectaría la economía de las familias; miles de mujeres tendrían que dejar de trabajar o laborar menos horas para dedicarlas al cuidado de sus hijos. Por eso sería más eficaz y menos costoso hacer una revisión del programa y garantizar cómo llegan los apoyos. Más guarderías ha sido una lucha de las mujeres.

Al final del día, el Presidente debe valorar dar marcha atrás la decisión de solamente transferir recursos a los padres de familia y desentende­rse de garantizar que existan más guarderías. En sus manos está la decisión: rectificar o retroceder.

Es fundamenta­l garantizar el acceso a un sistema eficaz del cuidado infantil, como se hace con los programas educativos; por un lado se financian becas para evitar desercione­s por cuestiones económicas, pero por otro lado se garantiza su subsistenc­ia a través de presupuest­os públicos. Así que habría que asegurarno­s que existan las guarderías cerca de donde se necesiten.

En México no existen las estancias infantiles suficiente­s y cercanas a la población; sólo se atienden un poco más de un millón de niños, una tercera parte de los que se necesitan atender; de éstos, 300 mil acuden a las estancias infantiles. Por ello la reflexión de la política pública debe de estar en el ámbito de la oferta y en cómo se garantiza el acceso de las familias de escasos recursos.

Dar efectivo a los padres y no a las guarderías provocará que muchas, en las zonas con mayores niveles de marginació­n, cierren. Las que sobrevivan tendrán un esquema totalmente privado y mayores costos, lo cual no garantiza el acceso a los niños de más bajos recursos,

Esto provocará que al menos 70% de las mujeres lleven a sus hijos al trabajo, como María, vendedora ambulante que afirma que los 800 pesos que pudieran darle no le alcanza para pagar la guardería sin subsidio, además nadie de su familia vive cerca y ningún vecino cuidará a su hijo por esa cantidad al mes. Por lo que tendrá que llevarse al bebé con ella y tenerlo bajo la mesa todo el día, porque debe seguir trabajando.

Yo no quiero un país de niños amarrados bajo las mesas, sin opción ni esperanzas.

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