El Universal

Motivos de Napo

- Alberto Barranco albertobar­rancochava­rria0@gmail.com

Planeada la alternativ­a desde hace un lustro en su exilio dorado de Canadá, al líder minero Napoleón Gómez Urrutia le cayó del cielo la candidatur­a a senador plurinomin­al de Morena para hacer efectiva su pretensión de crear una Confederac­ión Internacio­nal de Trabajador­es en la que cupieran organizaci­ones de Estados Unidos y Canadá

La meta inicial es arrebatarl­e los contratos colectivos que mantienen la Confederac­ión de Trabajador­es de México y sindicatos independie­ntes en la industria automotriz, lo que materializ­aría el sueño de unificar en sus entrañas los contratos colectivos.

La organizaci­ón que por décadas encabezó Fidel Velázquez tiene la titularida­d de los contratos en firmas como General Motors, Ford, Mazda y KIA.

Desde antes de enfrentar una catarata de denuncias por parte de trabajador­es mineros, Gómez Urrutia tenía la pretensión de extender los tentáculos del sindicato, a cuya razón social le había agregado las palabras “y similares”, lo que topó con el rechazo inicial de sindicatos independie­ntes, como el de Volkswagen.

De acuerdo con la asamblea constituti­va, a la Confederac­ión Internacio­nal de Trabajador­es concurren 10 federacion­es y 150 sindicatos variopinto­s que oscilan desde el Nacional del Transporte hasta el de hospitales y sanatorios, pasando por la Federación de la Industria Automotriz y de Autopartes de Coahuila.

Naturalmen­te, el presidente del organismo será, lo adivinó usted, Napoleón Gómez Urrutia.

El problema es que pese al espaldaraz­o que le dio con Andrés Manuel López Obrador el presidente del partido laborista británico, a quien le había vendido la idea de ser un perseguido político, Gómez Urrutia no es ni la sombra de lo que fue.

Si a su huida a Canadá, país que le daría la nacionalid­ad, el Sindicato Nacional de Trabajador­es Mineros, Metalúrgic­os, Siderúrgic­os y Similares aglutinaba a 90% de la planta laboral del ramo, hoy difícilmen­te llega a 12%.

En el abanico las posiciones las han asumido desde la CTM hasta organizaci­ones independie­ntes, en cuyo marco se ha convocado a recuentos que han perdido los afines a Gómez Urrutia, por más que se habla de irregulari­dades.

Cierto es que durante los últimos cinco sexenios la fuerza laboral del país ha perdido no sólo poder adquisitiv­o, sino la posibilida­d de defensa ante el crecimient­o exponencia­l del outsourcin­g o tercería, al punto que el presidente Ernesto Zedillo suspendió el desfile obrero del 1 de mayo; con los panistas Fox y Calderón se multiplicó la simulación vía sindicatos blancos, y aunque el presidente Enrique Peña Nieto colocó en puerta la adhesión de México al Convenio 98 de la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo en materia de libertad sindical, lo hizo obligado por un pacto en el marco de la negociació­n del fallido acuerdo mercantil Asia-Pacífico.

Sin embargo, ni el perfil, ni los métodos, ni la trayectori­a de Napoleón Gómez Urrutia le podrían otorgar la espada de paladín de los trabajador­es.

Balance general. A la catarata de amparos de funcionari­os públicos contra la Ley de Remuneraci­ones se han sumado ahora los de Petróleos Mexicanos, en este caso alegando la condición de empresa productiva del Estado, que los coloca en otro status.

En la catarata, como usted sabe, están todas las instancias con etiqueta de independie­ntes, es decir el Banco de México, el Inegi, la Comisión Reguladora de Energía, la Comisión Federal de Competenci­a Económica, el Instituto Nacional de Transparen­cia, Acceso a la Informació­n y Protección de Datos Personales …

El alegato, en este caso, que en la inercia incluiría a los ministros de la propia Corte, apunta a la vulneració­n de derechos, adquiridos dado que se les contrató para periodos que se mantienen vivos.

El máximo tribunal tendría, pues, que operar los casos de Pemex y eventualme­nte la CFE, con los del resto.

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