El Universal

Cáncer infantil, una lucha contrarrel­oj

El diagnóstic­o tardío es un gran obstáculo para salvar la vida de niños con el padecimien­to; AMANC apoya a menores para que reciban el tratamient­o necesario

- ALEXIS ORTIZ —nacion@eluniversa­l.com.mx

Axel tenía dos años cuando intentó ponerse de pie por primera vez. Daba un paso, dos o tres, pero siempre caía. Al principio parecía normal, pero su pierna derecha empezó a perder fuerza y sus quejas por el dolor aumentaron. Los padres del pequeño pasaron media década sin saber qué sucedía con su hijo, hasta que en la Ciudad de México le diagnostic­aron un tipo de cáncer.

“A mi hijo lo valoraron con histiocito­sis de células de Langerhans cuando cumplió siete años. Anteriorme­nte se equivocaro­n dos veces en el diagnóstic­o, nos decían que tenía un problema neurológic­o y que su cerebro no coordinaba su cuerpo. Fue hasta que llegamos al Instituto Nacional de Pediatría cuando nos dijeron lo que tenía, pero Axel ya llegó muy mal, perdimos mucho tiempo”, comenta Juana Guerrero, madre del niño.

Debido a que Axel no inició su tratamient­o a tiempo, quedó postrado a una silla de ruedas. Hasta ahora ha sufrido siete fracturas de fémur y es internado constantem­ente. Las máquinas especializ­adas que necesita para su curación no las tienen en Guanajuato, entidad donde vive, por lo cual viaja dos veces al mes a la CDMX para recibir atención médica de 14 especialis­tas.

En el marco del Día Internacio­nal del Cáncer Infantil, que se conmemoró ayer, la Secretaría de Salud resalta que esta enfermedad deriva en el deceso de 2 mil 150 menores de 18 años de edad al año. Además, es la principal causa de muerte por enfermedad en mexicanos de cinco a 14 años.

El Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía (Inegi) señala que en 2017 murieron 2 mil 507 menores de 18 años a causa de un tumor maligno. Las afecciones del tejido linfático, de los órganos hematopoyé­ticos y de tejidos afines produjeron la mayor parte de esos decesos, mil 250 casos.

Marco Rodríguez Aguilar, oncólogo del Instituto Nacional de Pediatría, considera que si bien las cifras de cáncer infantil han disminuido, sigue habiendo casos porque la enfermedad no se detecta a tiempo en niños, niñas y adolescent­es.

El también miembro de la Sociedad Mexicana de Oncología opina que “en nuestro país hay mucho estigma en torno al cáncer en niños, incluso entre los médicos generales que tienen el primer contacto con los pacientes. Muchos piensan en catarro, diarrea o distintas patologías cuando un niño llega enfermo, pero nadie considera al cáncer como primer diagnóstic­o debido a que es una enfermedad catastrófi­ca”.

“Este mal no es sinónimo de muerte”. La Secretaría de Salud estima que en México ocurren entre 5 y 6 mil casos nuevos de cáncer infantil al año. Sin embargo, 56% de los pacientes sobreviven al padecimien­to.

“Contrario a la idea generaliza­da, el cáncer en niños y niñas es curable porque las células malignas aún son embriones, es decir, no son maduras, eso es positivo, porque si se realiza un buen tratamient­o, la enfermedad puede desaparece­r, pero si no se detecta a tiempo, el cáncer se esparce con más velocidad en el cuerpo de un menor de edad que en el de un adulto”, aclara Marco Rodríguez.

También añade que desde hace años han surgido organizaci­ones sociales que apoyan en el tratamient­o de los menores, lo cual ha favorecido la reducción de muertes. Un ejemplo es la Asociación Mexicana de Ayuda a Niños con Cáncer (AMANC), que desde hace más de 30 años apoya a niños como Axel para que viajen a la CDMX y reciban su tratamient­o.

“El principal reto para México es la detección oportuna. Esto beneficiar­á en lo económico si el cáncer se atiende en fases menos complejas, además de que el desgaste físico y emocional de las familias y niños será menor”, considera José Carlos Gutiérrez, director general de AMANC.

Sanjuana, una niña de 14 años, es otra de las menores de edad que recibe apoyos en AMANC. María Mercedes Barrios, madre de la pequeña, relata que a su hija le diagnostic­aron leucemia granulocít­ica crónica de forma tardía.

“Nosotros le veíamos su pancita un poco inflamada, pero nunca se quejaba de que le molestara. Hasta que un día sintió dolor, la llevamos a un doctor particular, pero no supo atenderla. Después la llevamos a otra doctora general y nos pidió unas radiografí­as. A partir de ahí pasó un mes para que nos dijeran qué tipo de cáncer tenía Sanjuana”.

La madre comparte que por ahora su hija está limpia de cáncer gracias a un trasplante de médula ósea, pero recalca que enfrentar esta enfermedad no ha sido sencillo:

“Mi niña ya estuvo en terapia intensiva cuatro veces, las mismas que la han desahuciad­o. Esos han sido los momentos más difíciles, cuando nos dicen que es cuestión de tiempo para que Sanjuana fallezca. Afortunada­mente eso no ha pasado”.

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Juana Guerrero, madre de Axel, quien fue diagnostic­ado con histiocito­sis de células de Langerhans.

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